jueves, 14 agosto 2025

Ana (34), viajera low cost, lo confiesa: «Pensé que era Croacia, pero es un paraíso de aguas turquesas que muchos españoles no conocen

En el imaginario colectivo, La Mancha evoca llanuras ocres, molinos de viento recortados contra un cielo infinito y el sol cayendo a plomo sobre una tierra sedienta. Pero, ¿y si te dijera que en medio de ese paisaje se esconde un espejismo real, un collar de lagunas de un color turquesa tan intenso que podrías jurar que has viajado a Croacia o a un exótico rincón del Caribe? A menudo, los destinos más sorprendentes son aquellos que teníamos más cerca sin saberlo, esperando pacientemente a que desviemos la mirada de lo evidente. Este lugar rompe todos los esquemas y te obliga a preguntarte cuántos otros tesoros desconocidos aguardan en nuestra geografía.

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La sorpresa es mayúscula cuando descubres este paraíso acuático en pleno corazón de la península. Es la prueba de que España es una caja de sorpresas inagotable, capaz de crear un oasis de postal donde menos te lo esperas. Imagina el contraste: dejas atrás los campos de secano y, de repente, el sonido de cascadas y el brillo de aguas cristalinas te transportan a otro mundo. Es una bofetada de belleza inesperada que desafía la lógica y redefine por completo la idea que tenías de esta región. Un secreto a voces para algunos, pero un auténtico descubrimiento para la inmensa mayoría que aún asocia La Mancha únicamente con la estampa quijotesca.

EL MILAGRO DEL AGUA EN LA TIERRA DE DON QUIJOTE

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Cierra los ojos e intenta visualizar el paisaje cervantino por excelencia. Seguramente aparecerán en tu mente horizontes llanos, viñedos y un sol de justicia. Pocos se atreverían a incluir en esa estampa cascadas que se suceden y lagunas interconectadas con una vegetación frondosa. Sin embargo, el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera es la excepción que confirma la regla, un fenómeno hidrogeológico casi milagroso en esta parte del país. Este sistema de quince lagunas es un regalo de la naturaleza que parece colocado ahí para recordarnos que la belleza más rotunda surge a menudo del contraste más absoluto. Un lugar que redefine la identidad visual de La Mancha.

El secreto de esta maravilla reside en su formación geológica, un proceso que ha durado miles de años. No es magia, aunque lo parezca. El agua de lluvia, rica en carbonato cálcico, ha ido creando a lo largo de los siglos unas barreras naturales de piedra tobácea que actúan como presas. Así, estas formaciones tobáceas son las que permiten el escalonamiento de las lagunas, conectándolas mediante arroyos, cascadas y saltos que salvan los desniveles del terreno. Es un ecosistema vivo y delicado, un oasis de biodiversidad que florece en mitad de una región marcada por un clima continental y aparentemente austero, demostrando la increíble resiliencia de la naturaleza.

¿CROACIA? NO, EL SECRETO MEJOR GUARDADO DE LA PENÍNSULA

La comparación con los famosos lagos de Plitvice en Croacia no es ninguna exageración y salta a la vista desde el primer momento. Las pasarelas de madera que serpentean sobre aguas de un color imposible, las cascadas que caen con fuerza entre una vegetación exuberante y la transparencia que permite ver el fondo con total nitidez. Pues bien, esta estampa idílica se encuentra en la provincia de Ciudad Real, a un viaje en coche para millones de españoles. Es nuestro propio paraíso balcánico particular, una joya que compite en belleza con destinos internacionales pero con la ventaja de la cercanía y la sensación de estar descubriendo algo auténtico y todavía no masificado.

Lo que diferencia a esta escapada de otras más exóticas es, precisamente, ese factor sorpresa y la conexión emocional que genera. Encontrar un lugar tan espectacular en una zona de la España de interior que no asociamos con grandes masas de agua produce una satisfacción especial. No es solo un paisaje bonito para una foto de Instagram; es la experiencia de redescubrir tu propio país y sentirte un privilegiado explorador. Esta sensación de hallazgo, de toparse con un secreto bien guardado, convierte la visita en algo mucho más personal e inolvidable que un simple viaje a un destino de fama mundial.

UN COLLAR DE PERLAS TURQUESAS CONECTADAS POR CASCADAS

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El conjunto no es una única masa de agua, sino un sistema perfectamente encadenado, un rosario de lagunas que se van dando el relevo a lo largo de casi treinta kilómetros. Cada una tiene su propia personalidad y su nombre evocador: la Colgada, la del Rey, la Santos Morcillo, la Salvadora. Explorarlas es como ir descubriendo las perlas de un collar. Además, el color del agua varía a lo largo del día y según la laguna, pasando de un azul celeste a un verde esmeralda intenso dependiendo de la luz, la profundidad y la vegetación del fondo. Este dinamismo cromático es parte de su magia, un espectáculo visual que nunca es el mismo.

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Pero la experiencia en este tesoro manchego va más allá de lo visual. Es un festín para los sentidos. El murmullo constante del agua que fluye de una laguna a otra, el sonido atronador de la cascada del Hundimiento, el aroma a romero y a tierra húmeda que se mezcla en el aire. En pleno verano, el frescor que emana del agua y de la sombra de los árboles es un alivio bendito que contrasta con el calor de la llanura circundante. Es un ecosistema que te abraza y te aísla del mundo exterior, invitándote a caminar despacio, a respirar hondo y, simplemente, a estar presente y disfrutar del momento en un entorno único en La Mancha.

MÁS ALLÁ DE LA FOTO: UN PARAÍSO PARA VIVIRLO

Aunque la tentación de pasarse el día haciendo fotos es grande, este lugar pide a gritos ser vivido. Las posibilidades para disfrutarlo de forma activa son enormes y para todos los gustos, convirtiéndolo en un destino de turismo activo de primer nivel. En las lagunas superiores, como la del Rey, está permitido el baño en zonas habilitadas durante el verano, un privilegio que permite sentir en la piel la pureza de sus aguas. Además, se pueden alquilar kayaks o tablas de paddle surf para recorrer las lagunas desde una perspectiva completamente diferente, remando en silencio mientras las aves acuáticas te observan desde la orilla.

El entorno natural que rodea las lagunas es igual de espectacular y merece ser explorado a pie. Una red de senderos y rutas de diferentes niveles de dificultad conecta los puntos más emblemáticos del parque, ofreciendo vistas panorámicas increíbles. Pero la experiencia no termina en el agua. Los pueblos cercanos, como Ruidera u Ossa de Montiel, ofrecen el contrapunto perfecto con su encanto rural. Allí, la gastronomía local, con platos como las migas, el pisto o el queso manchego, te permite saborear la cultura de esta tierra de leyendas. Es la combinación perfecta entre la aventura en la naturaleza y la inmersión en las tradiciones de La Mancha.

EL ESPEJISMO QUE TE CAMBIA LA MIRADA PARA SIEMPRE

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Visitar este lugar es mucho más que una simple excursión; es una experiencia que transforma tu percepción. Te das cuenta de que has juzgado un libro por su portada, que has dado por sentada la imagen tópica de una región sin imaginar los secretos que podía albergar. Ese secarral castellano que tenías en la mente se desvanece para siempre. A partir de entonces, siempre recordarás que en el corazón de la España árida existe un milagro de agua y vida. Es una lección sobre la importancia de mirar más allá, de explorar con curiosidad y de dejarse sorprender por la belleza oculta.

Volverás a casa con la retina impregnada de un color turquesa imposible y con la sensación de haber sido testigo de un espejismo. La próxima vez que alguien mencione La Mancha, ya no pensarás solo en Don Quijote y sus molinos. Una sonrisa se dibujará en tu cara al recordar ese paraíso inesperado. Porque la imagen de estas aguas brillantes en mitad de la llanura infinita se convierte en un recuerdo imborrable, la prueba definitiva de que los tesoros más valiosos, a veces, son los que se esconden a la vista de todos, esperando a ser descubiertos.

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