jueves, 14 agosto 2025

Según maestro Michelin, este es el paso que todos saltan al hacer pulpo a feira

Conseguir un pulpo a feira tierno y en su punto exacto es el santo grial de nuestra gastronomía, una meta que muchos aficionados a la cocina persiguen con más frustración que éxito. Es habitual escuchar lamentos sobre pulpos que, tras horas de dedicación, acaban con una textura similar a la de un neumático, un resultado descorazonador que aleja al cocinero casero de una de las joyas de nuestro recetario. El problema, en la mayoría de las ocasiones, no reside en la calidad del cefalópodo ni en el tiempo de cocción, sino en un paso previo, un ritual que muchos obvian por desconocimiento o por prisas.

Publicidad

La solución a este enigma culinario no requiere de utensilios sofisticados ni de ingredientes exóticos traídos de lejanos mares. La clave, heredada de la sabiduría de las pulpeiras y pulpeiros gallegos, reside en una técnica tan sencilla como crucial: el escaldado previo o, como se conoce popularmente, «asustar» al pulpo. Este gesto, que apenas lleva un par de minutos, es el verdadero guardián de la terneza, el secreto que diferencia un plato memorable de una decepción masticable. Dominar este paso es asegurarse el éxito y poder disfrutar de un auténtico pulpo a feira sin salir de casa, logrando esa textura sedosa que se deshace en la boca.

LA CALDERA DE COBRE: ¿MITO O REALIDAD CULINARIA?

YouTube video

Mucho se ha escrito y discutido sobre la necesidad imperiosa de utilizar una olla de cobre para cocer el pulpo, como si este metal noble poseyera una suerte de alquimia secreta. La imagen de las pulpeiras en las ferias, con sus imponentes calderas cobrizas humeando, ha cimentado esta creencia popular, pero la ciencia gastronómica moderna tiene algo que decir al respecto. Si bien es cierto que el cobre es un excelente conductor del calor, su principal función en el pasado era más práctica que mágica, especialmente en una época donde los materiales de cocina eran más limitados. Hoy sabemos que una buena olla de acero inoxidable puede ofrecer resultados idénticos si se aplica la técnica correcta.

El recipiente es, por tanto, un actor secundario en este drama culinario, cuyo verdadero valor reside más en la tradición y el espectáculo que en un efecto químico real sobre la carne. Lo verdaderamente importante es que la olla sea lo suficientemente grande para que el pulpo pueda sumergirse por completo y moverse con holgura durante la cocción. El foco debe estar en la calidad de la materia prima, preferiblemente congelada previamente para ayudar a romper sus fibras, y en el proceso de cocción en sí. Porque, al final del día, la clave reside en el control meticuloso de los tiempos y las temperaturas, no en el brillo del metal que utilicemos para cocinarlo.

EL ARTE DE «ASUSTAR» AL PULPO A FEIRA: TÉCNICA ANCESTRAL PARA UNA TEXTURA PERFECTA

EL ARTE DE "ASUSTAR" AL PULPO A FEIRA: TÉCNICA ANCESTRAL PARA UNA TEXTURA PERFECTA
Fuente: Freepik

El ritual de «asustar» al pulpo es el corazón de la preparación de un buen pulpo a feira y consiste en someterlo a un choque térmico controlado antes de la cocción definitiva. Con el agua ya en plena ebullición, se sujeta el pulpo por la cabeza y se introduce en la olla durante unos pocos segundos para sacarlo inmediatamente. Este proceso, que se repite exactamente tres veces, provoca una reacción inmediata en la piel del animal, un choque térmico que contrae la piel y evita que se desprenda durante la cocción posterior, fijándola a la carne y garantizando una presentación impecable y una textura homogénea en todo el cefalópodo.

Saltarse este paso es el error más común y el principal responsable de un pulpo que se despelleja y queda duro. Al introducir el pulpo directamente en el agua hirviendo para una cocción prolongada sin estos escaldados previos, la piel se desprende de forma irregular y las fibras musculares se contraen de manera brusca y descontrolada, lo que resulta en esa temida textura gomosa e irregular que arruina la experiencia. Es una técnica que no admite atajos; esos tres «sustos» son la inversión de tiempo más rentable para quien busca la perfección en un plato de pulpo a feira.

LA CIENCIA DETRÁS DE LA TERNURA: COLÁGENO, FIBRAS Y EL GOLPE DE CALOR

YouTube video

Para entender por qué funciona el método de «asustar» al pulpo, debemos mirar su composición muscular, muy diferente a la del pescado o la carne de vacuno. El pulpo posee una alta concentración de colágeno, una proteína que le confiere su característica firmeza. El objetivo de una cocción perfecta de pulpo a feira no es otro que transformar ese colágeno resistente en gelatina tierna. El triple escaldado inicia este proceso de manera controlada; el colágeno que une sus fibras musculares necesita ser descompuesto de forma gradual para convertirse en gelatina tierna, y el choque térmico prepara el terreno para que esto ocurra de manera uniforme sin agredir el producto.

Publicidad

Cuando el pulpo se sumerge directamente en agua hirviendo sin este preámbulo, el calor extremo ataca las fibras de forma agresiva. Esta cocción violenta no da tiempo a que el colágeno se transforme adecuadamente, lo que provoca que las fibras se contraigan violentamente y el colágeno se endurezca en lugar de disolverse. El resultado es un producto correoso, difícil de masticar y que ha perdido toda su delicadeza. La ciencia, por tanto, respalda la tradición: el «susto» no es un capricho, sino una necesidad bioquímica para lograr la ternura deseada en el cefalópodo.

MÁS ALLÁ DEL «SUSTO»: OTROS PECADOS CAPITALES QUE ARRUINAN TU PLATO

MÁS ALLÁ DEL "SUSTO": OTROS PECADOS CAPITALES QUE ARRUINAN TU PLATO
Fuente: Freepik

Aunque no «asustar» al pulpo es el error capital, existen otros fallos que pueden dar al traste con nuestro pulpo a feira. Uno de los más frecuentes es errar en el tiempo de cocción, ya sea por exceso o por defecto. No hay un tiempo exacto universal, pues depende del tamaño del pulpo, pero una regla general es cocerlo unos 18-20 minutos por cada kilo de peso. El mejor indicador es pinchar la parte más gruesa de uno de sus tentáculos con un palillo; si entra con facilidad pero ofreciendo una mínima resistencia, está en su punto. Un pulpo demasiado cocido será blando y pastoso, un error tan común como saltarse el escaldado inicial.

Además, la guarnición y el aliño son fundamentales para redondear la experiencia del pulpo a feira. Cocer unas buenas patatas gallegas o «cachelos» en la misma agua de cocción del pulpo les aportará un sabor inigualable. El aliño final es otro momento crítico donde no se debe escatimar; la sal, siempre en escamas o gorda, se añade al final para que no endurezca la carne. Y, por supuesto, un aceite de oliva virgen extra de calidad y un pimentón con denominación de origen, mitad dulce y mitad picante, son los compañeros inseparables que elevan el plato a la categoría de manjar.

EL REPOSO Y EL ALIÑO: LOS SECRETOS FINALES DEL MAESTRO PULPEIRO

YouTube video

Una vez que el pulpo ha alcanzado su punto de cocción ideal, muchos cometen el error de sacarlo inmediatamente del agua y cortarlo. Sin embargo, los maestros pulpeiros saben que el secreto de la máxima terneza reside en un último paso: el reposo. Tras apagar el fuego, es fundamental dejar que el pulpo repose dentro de la misma agua caliente durante al menos diez o quince minutos. Este tiempo de reposo permite que la cocción finalice de una manera mucho más suave y pasiva, un paso que permite que los jugos se asienten y la textura alcance su punto óptimo de terneza, evitando que se seque al entrar en contacto con el aire frío.

Tras el reposo, se escurre el pulpo y se corta con tijeras en rodajas de aproximadamente un centímetro de grosor, presentándolo tradicionalmente sobre un plato de madera que absorbe el exceso de agua. El orden del aliño es la liturgia final para un pulpo a feira canónico: primero un generoso pellizco de sal en escamas, seguido del pimentón de la Vera espolvoreado abundantemente y, para culminar, un buen chorro de aceite de oliva virgen extra. Es, sin duda, el toque final que realza todos los sabores y convierte un plato bueno en uno memorable, la recompensa a un proceso respetuoso con la tradición y el producto.

Publicidad
Publicidad