Europa se enfrenta a una de sus crisis de incendios forestales más graves de la historia reciente. Desde la cuenca del Mediterráneo hasta latitudes más al norte, una ola de fuegos sin control está arrasando miles de hectáreas, forzando la evacuación de decenas de miles de personas y poniendo a prueba los servicios de emergencia de un continente que arde. El mapa es desolador, con focos que se extienden desde las costas griegas hasta las fronteras portuguesas, avivados por una combinación letal de olas de calor extremas, sequía persistente y vientos huracanados.
Lo que alguna vez fue un problema estacional del sur de Europa se ha convertido en una emergencia continental. Los servicios de emergencia, desbordados, luchan no solo por contener las llamas que amenazan viviendas y vidas, sino también por salvar vastas extensiones de cultivos y bosques, el pulmón del continente.
GRECIA: UNA LUCHA DESESPERADA CONTRA EL FUEGO
Grecia es, sin duda, el país más afectado por esta oleada de incendios. El país se enfrenta a docenas de focos activos simultáneamente, con miles de bomberos y equipos de rescate trabajando sin descanso. Las evacuaciones masivas de residentes y turistas se han convertido en una medida habitual para evitar una catástrofe humana.

Testimonios desgarradores ilustran la gravedad de la situación. Un hombre, que ha perdido su hogar, relata con impotencia la ferocidad del fuego: «Ha sido diferente a todo lo que habíamos visto antes. No se podía distinguir de dónde venía el fuego. Había demasiados frentes, por la derecha, por la izquierda. En un momento lo vimos a un kilómetro de distancia y enseguida lo teníamos frente a nosotros». En un intento por controlar la situación, la policía griega ha detenido a al menos tres personas sospechosas de provocar incendios intencionadamente cerca de la ciudad portuaria de Patras, una de las zonas más castigadas.
A pesar de contar con una cifra sin precedentes de 18.000 bomberos desplegados, las autoridades griegas reconocen que los esfuerzos se ven seriamente mermados por las condiciones climáticas extremas. El fuego, provocado en muchos casos por pirómanos o tormentas eléctricas, y avivado por una ola de calor histórica, se propaga con una velocidad y una ferocidad pocas veces vista.
PORTUGAL Y LA EXTENSIÓN DE LA TRAGEDIA
Al igual que en España, Portugal está sufriendo el azote del fuego, concentrado principalmente en las zonas del norte y centro. Cientos de bomberos y decenas de aeronaves trabajan día y noche para controlar focos que llevan días activos, especialmente en la zona montañosa de Vila Real. La situación es un duro recordatorio de los incendios que asolaron el país en años anteriores.
Pero la crisis no se detiene en la península ibérica. La propagación del fuego es un problema que ha alcanzado a todo el sur de Europa y más allá. Especialmente en la zona de los Balcanes donde el fuego no da tregua a las poblaciones de esa región.

La crisis se ha extendido por toda la región mediterránea. Albania y Montenegro también se han visto obligadas a movilizar a sus servicios de emergencia para combatir los incendios, con grandes columnas de humo visibles desde diferentes partes de sus territorios. En Turquía, las autoridades luchan contra el fuego en provincias del sur como Mersin, donde la falta de humedad y los fuertes vientos dificultan la tarea y han forzado la evacuación de al menos seis pueblos.
La situación es tan grave que el Mecanismo de Protección Civil de la Unión Europea ha sido activado 16 veces solo en la temporada de incendios de este año, una cifra que iguala el número total de activaciones relacionadas con incendios en todo 2024. Este recurso de emergencia, que permite a los países solicitar ayuda y recursos a otros estados miembros, ha sido activado por Grecia, España, Bulgaria, Montenegro y Albania, lo que subraya la incapacidad de los países para afrontar la situación por sí solos.
El portavoz de la Comisión Europea ha confirmado la activación del mecanismo, destacando la magnitud de la crisis. Es evidente que la amenaza no es exclusiva del Mediterráneo. Naciones del centro y norte de Europa, como Alemania y el Reino Unido, han registrado una superficie quemada récord para esta época del año. Un hecho que pone de manifiesto que el riesgo se está extendiendo a otras latitudes del continente, marcando una nueva y peligrosa era en la lucha contra los incendios forestales.