La guerra entre Podemos e Izquierda Unida entra en fase de no retorno

Las costuras de la izquierda española están cada vez más desgarradas. La relación entre Podemos e Izquierda Unida ha alcanzado un punto crítico, en el que las desconfianzas mutuas, los reproches cruzados y los cálculos electorales a medio plazo han enterrado cualquier posibilidad de reconciliación inmediata.

Las elecciones autonómicas en Castilla y León y Andalucía, fechadas para el primer semestre de 2026, se presentan no solo como contiendas regionales, sino como auténticas metas volantes que medirán la fuerza de los distintos proyectos progresistas de cara a una eventual doble candidatura en las generales de 2027.

Desde la dirección de Podemos lo tienen claro: Izquierda Unida, bajo el liderazgo de Antonio Maíllo, es una fuerza subordinada al eje PSOE–Sumar. En la práctica, acusan a IU de ser la ‘justificación roja’ de una coalición gubernamental que ha renunciado a principios históricos de la izquierda, como el pacifismo.

Publicidad

En este contexto, Podemos considera inviable compartir listas con un socio que, a su juicio, se pliega a la línea oficial del Gobierno, especialmente en materia de defensa y política internacional.

Para los morados, el alineamiento de IU con las tesis de Yolanda Díaz y el PSOE no solo representa una traición política, sino una desconexión con la base militante. Por ello, la estrategia de los de Ione Belarra pasa ahora por presentarse en solitario en los comicios andaluces y castellano-leoneses, confiando en revalidar un espacio político autónomo y diferenciado.

IU CREE QUE PODEMOS BUSCA EXCUSAS

Desde Izquierda Unida, la versión es diametralmente opuesta. En su análisis, Podemos ya ha tomado la decisión de competir por separado y ahora busca excusas ideológicas, algunas que no pedían con demasiada fuerza cuando formaban parte del Gobierno, para justificar un camino propio. IU cree que los morados están utilizando la política de Defensa de Pedro Sánchez como coartada para evitar un frente común, especialmente en Andalucía.

La percepción en IU es que Podemos no quiere perder el control de la marca ni subordinarse a liderazgos compartidos tras ser humillado en 2023 por Yolanda Díaz, que vetó en las listas a Irene Montero y no concedió ninguna cartera ministerial a los morados.

TEST

Con las elecciones generales previstas para el verano de 2027 en el horizonte, los comicios en Castilla y León y Andalucía se perfilan como experimentos determinantes. Si Podemos logra buenos resultados en solitario, reforzará su apuesta por la autonomía y quedará legitimado para exigir más peso en una eventual negociación futura.

Maillo Moncloa
Antonio Maíllo. Foto: Europa Press.

Si, por el contrario, el resultado es discreto, Sumar y el bloque de IU podrán acusarles de dividir y debilitar a la izquierda. Ambas comunidades se han convertido, así, en terrenos de prueba del nuevo y fragmentado tablero progresista.

Publicidad

RUFIÁN ENTRA EN ESCENA

En medio de este clima de tensión, Gabriel Rufián decidió agitar aún más las aguas con una entrevista en el periódico El Mundo. Tras proponer la conformación de un ‘Frente Popular’ del que Podemos no quiere oír hablar, el portavoz de ERC abordó cuestiones de fondo que tocan fibras sensibles de la izquierda: seguridad, orden, Defensa y migraciones.

Según Rufián, la izquierda no debe tener miedo de hablar de estos temas, aunque ello suponga incomodar ciertas ortodoxias. Afirmó que su madre tiene miedo a los okupas, «será fundado o no», y que el deber de la izquierda es debatir sin tapujos para no dejar a esa gente en manos de la derecha.

El mensaje fue claro: hay que aceptar que el miedo existe, y desde la izquierda debe buscarse una respuesta «realista», incluso si ello implica reconocer que hay problemas de multirreincidencia o que es necesario invertir mejor en Defensa.

Rufián defendió que eso no lo hace menos puro, al contrario, lo acerca más a las preocupaciones cotidianas de la clase trabajadora. La reacción de Podemos no se hizo esperar. Fue Pablo Echenique quien respondió con una contundencia que deja ver hasta qué punto Rufián ha tocado una herida abierta.

En un extenso texto compartido posteriormente por Pablo Iglesias, Echenique desgranó las implicaciones del discurso del diputado republicano, alertando del peligro de normalizar los miedos inflados por la derecha y de comprar parte de su marco narrativo.

«Mi madre tiene miedo a las personas trans. Será fundado o no, pero lo tiene. Por eso la izquierda tenemos que debatir si dejamos o no entrar a las mujeres trans en los baños de mujeres», escribió Echenique, ironizando para mostrar cómo esa lógica puede trasladarse a todo tipo de prejuicios.

Usó ejemplos similares el antisemitismo o la violencia de género para ilustrar que el miedo no debe dictar el discurso de la izquierda, y que el papel de un portavoz no es constatar los miedos del electorado, sino desactivarlos con verdad, derechos y solidaridad.

Publicidad
Publicidad