El PP exige la salida de Conde-Pumpido para negociar la composición del Tribunal Constitucional

El Partido Popular (PP) ha abierto la puerta a una negociación con el Gobierno de Pedro Sánchez para la renovación parcial del órgano, que debe acometerse antes de que finalice el año.

La semana empieza con sorpresa en los crispados derroteros políticos de nuestros país. Algo tan difícil de concebir en estas últimas legislaturas como es la renovación de la composición del Tribunal Constitucional (TC) puede de hacerse de manera más o menos inmediata y sin mucho ruido al ofrecerse el PP a ayudar para el consenso de su renovación, facilitando a priori el difícil e importante trámite que supone este movimiento.

Algo que según varios expertos puede darse gracias a que un hipotético acuerdo entre PP y PSOE no alteraría la balanza a favor de los progresistas que ha permitido avalar la amnistía, pero el bloqueo alargaría el mandato de Conde-Pumpido, vilipendiado por Núñez Feijóo por supuesta cercanía al Gobierno. Un hecho, que según los analistas políticos, estaría por ver.

Lo que está claro es que la anómala pugna por el control del Tribunal Constitucional marcará de nuevo el centro de la información política, tras el parón veraniego. Un tiempo de descanso que ha tenido más información política de lo normal debido a la intensa guerra que la sociedad española está manteniendo contra los incendios que arrasan de norte a sur la geografía españolas.

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La portavoz del PP en el Congreso, Ester Muñoz, durante una sesión plenaria extraordinaria, en el Congreso de los Diputados, a 22 de julio de 2025, en Madrid (Fuente: Agencias)

EL PP TIENDE LA MANO

Y es que el pulso político por el control del Tribunal Constitucional ha entrado en una fase decisiva. El PP ha abierto la puerta a una negociación con el Gobierno de Pedro Sánchez para la renovación parcial del órgano, que debe acometerse antes de que finalice el año. Sin embargo, los conservadores han dejado una condición innegociable sobre la mesa: la salida de su actual presidente, Cándido Conde-Pumpido, a quien acusan de estar “parapetado” en la institución. Este ultimátum marca el inicio de una contienda que determinará el futuro equilibrio de poder en una de las instituciones clave del Estado.

La portavoz parlamentaria del PP, Ester Muñoz, fue la encargada de desvelar la estrategia de su partido durante una rueda de prensa en la sede nacional. Con un tono firme, Muñoz señaló que el PP «siempre» ha «cumplido los plazos» en las renovaciones institucionales, una declaración que se interpreta como una señal de su disposición a sentarse a negociar con el PSOE. La renovación, que corresponde al Senado, afecta a cuatro de sus miembros, incluyendo al propio Conde-Pumpido, y debe estar completada antes de fin de año.

Pero la aparente flexibilidad del PP tiene un límite claro. «Lo que sí le puedo decir es que lo que no va a hacer el Partido Popular es permitir que el señor Conde-Pumpido siga», sentenció Muñoz. La portavoz añadió que si la intención del Gobierno es mantener a Conde-Pumpido al frente del TC, “que no cuenten con nosotros”. Esta postura, lejos de ser una simple declaración, es una línea roja que el PP ha trazado de manera contundente, condicionando cualquier avance en la negociación a la destitución del actual presidente.

LA SOMBRA DE LA POLITIZACIÓN SOBRE LA JUSTICIA

El PP lleva meses denunciando la “politización” del Tribunal Constitucional, acusando a Conde-Pumpido y a la mayoría progresista de actuar en sintonía con los intereses del Gobierno. Las críticas se han intensificado en los últimos tiempos, especialmente tras las polémicas decisiones que han afectado a leyes y decretos promovidos por el Ejecutivo de coalición. La exigencia de su salida no es solo un gesto político, sino que responde a una profunda desconfianza del principal partido de la oposición hacia la independencia del TC bajo su actual presidencia.

Para el PP, la figura de Conde-Pumpido simboliza la instrumentalización de la justicia. Los conservadores consideran que su permanencia al frente del tribunal desvirtúa la función de un órgano que, a su juicio, debería ser el garante de la Constitución, no un mero apéndice del poder ejecutivo. Por ello, la renovación de estos cuatro magistrados se ha convertido en una oportunidad de oro para el PP para intentar cambiar la correlación de fuerzas dentro del tribunal y recuperar lo que consideran un equilibrio perdido.

Exteriores del Tribunal Constitucional en Madrid (Fuente: Agencias)
Exteriores del Tribunal Constitucional en Madrid (Fuente: Agencias)

A pesar de la aparente disposición a negociar, el camino no será fácil. El PSOE, que ha mostrado su apoyo incondicional a Conde-Pumpido, no parece dispuesto a ceder a las presiones del PP. El Gobierno argumenta que la renovación del TC no puede estar sujeta a vetos personales y que la ley debe cumplirse sin condicionantes políticos. Esta divergencia de posturas anticipa un tira y afloja que podría prolongarse hasta el último momento. Un reloj en contra y el futuro del TC en el aire

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UN RELOJ EN CONTRA Y EL FUTURO DEL TC EN EL AIRE

El tiempo corre. La fecha límite de fin de año se aproxima y la falta de acuerdo podría sumir al Tribunal Constitucional en un periodo de incertidumbre. La negociación por la renovación no solo afectará a los nombres de los magistrados, sino que también definirá el futuro de las grandes leyes y reformas que esperan su aval en el TC, incluyendo las leyes de amnistía y de memoria democrática.

Con su ultimátum, el PP ha puesto la pelota en el tejado del Gobierno. Ahora, el Ejecutivo de Sánchez deberá decidir si cede a la presión del principal partido de la oposición o si mantiene su apoyo a Conde-Pumpido, arriesgándose a un bloqueo institucional que podría tener consecuencias imprevisibles para el Tribunal Constitucional y, por extensión, para la estabilidad política del país.

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