Salir a comer a nuestros restaurantes favoritos es uno de los grandes placeres de la vida, un pequeño lujo que nos regalamos para celebrar, desconectar o simplemente disfrutar. Elegimos el sitio, nos sentamos, ojeamos la carta y nos dejamos llevar. Pero esa sensación de bienestar puede saltar por los aires al ver la cuenta final. ¿No te ha pasado nunca? De repente, la industria hostelera tiene mecanismos muy sutiles, y a menudo legales, para inflar la factura sin que apenas te des cuenta.
El truco no está en grandes estafas, sino en pequeños detalles casi invisibles que la mayoría pasamos por alto al pedir. Son esas líneas de texto diminutas, esos conceptos ambiguos o esos productos que aparecen en tu mesa “por arte de magia”. Sin embargo, la clave para evitar que te la cuelen está precisamente donde empieza todo, la propia carta contiene toda la información necesaria para anticipar y rechazar esos cargos extra. Presta atención, porque este conocimiento te ahorrará dinero y disgustos.
EL PAN Y EL APERITIVO: CUANDO LA CORTESÍA TIENE PRECIO

Llegas con hambre, te sientas y a los pocos minutos el camarero aparece con una cesta de pan caliente y, quizás, unas olivas o un pequeño aperitivo. Parece un gesto de cortesía, una bienvenida de la casa. Lo aceptas sin pensar, pero el problema es que esa “cortesía” casi nunca es gratuita. Y es que lo que parece un regalo no lo es, si no lo quieres, debes rechazarlo explícitamente, ya que su simple presencia en la mesa a menudo implica la aceptación del cargo.
Lo mismo ocurre con esos pequeños platillos de aperitivo. La legislación es clara al respecto: no te pueden cobrar por algo que no has pedido. Sin embargo, muchos locales se amparan en una pequeña línea en la carta que especifica su coste. La mayoría no la vemos, legalmente, cualquier producto que no hayas solicitado y por el que se te vaya a cobrar debe estar claramente especificado en el menú con su precio.
SERVICIO O CUBIERTO: LA LÍNEA QUE NO ES LA PROPINA

A veces, al final de la carta o en un rincón, aparece un concepto como “servicio de mesa” o “cubierto”, con un precio fijo por comensal. ¿Qué es exactamente? No es la propina. Es un cargo que algunos locales cobran por el uso de la mantelería, la vajilla y, en teoría, el propio espacio. Aunque es una práctica cada vez más en desuso, sigue siendo legal. La trampa es la confusión que genera, este cargo solo es legal si está claramente indicado en la carta, pero no tiene nada que ver con la propina voluntaria al personal.
El problema es que muchos clientes pagan este extra pensando que ya están recompensando el buen trabajo del camarero, cuando ese dinero va directamente a la caja del negocio. Es una estrategia que juega con la ambigüedad. De hecho, muchos establecimientos lo saben, algunos locales se aprovechan de términos confusos para que el cliente se sienta obligado a pagar por algo que no es el servicio del camarero.
¿PRECIO SEGÚN MERCADO? LA PREGUNTA QUE TE SALVARÁ

El camarero se acerca a tu mesa con una sonrisa y recita las maravillas que tienen fuera de carta: “Hoy tenemos un rodaballo salvaje espectacular” o “unas gambas rojas recién traídas de la lonja”. Suena irresistible. El problema llega cuando en la carta, junto a esos productos, ves las siglas “S/M” (Según Mercado). Eso es una señal de alerta. Porque aceptar a ciegas es un riesgo, pedir un plato sin precio fijo sin preguntar antes su coste es como dejar un cheque en blanco al restaurante.
No hay que tener vergüenza. Preguntar “¿a cuánto está hoy el kilo?” o “¿cuánto costaría aproximadamente una ración para dos?” no es de mala educación, es de ser un consumidor inteligente. El personal está obligado a informarte del precio final. Es tu derecho como cliente, pregunta siempre el precio final de cualquier sugerencia fuera de carta antes de confirmar el pedido para evitarte una sorpresa muy desagradable.
EL IVA, ESE DETALLE QUE SIEMPRE DEBE ESTAR INCLUIDO

La ley en España es tajante: todos los precios que se muestran al público en la hostelería deben ser los precios finales, con el IVA ya incluido. Sin embargo, todavía hay quien intenta saltársela con un pequeño asterisco al pie de la carta que reza: “IVA no incluido”. Esta práctica es ilegal. Y es que el precio que ves es el que pagas, todos los precios que figuran en la carta deben ser los precios definitivos que pagará el cliente, con todos los impuestos ya sumados.
Si te encuentras con un menú así, desconfía. No solo es una señal de falta de transparencia, sino que es directamente denunciable. Tienes todo el derecho a exigir que te cobren el precio que marca la carta, sin añadidos de última hora. Es una línea roja que ningún establecimiento debería cruzar, una nota que indica que el IVA no está incluido es una práctica ilegal que puedes poner en conocimiento de las oficinas de consumo.
EL ARTE DE LEER LA CARTA PARA EVITAR LA TRAMPA

La próxima vez que salgas a comer, dedica solo un par de minutos a escanear la carta con otros ojos. Busca esas líneas sobre el pan, el servicio o el cubierto. Fíjate si los precios llevan el IVA incluido. No te dejes seducir por sugerencias sin precio. Son gestos sencillos que te darán el control total sobre lo que vas a pagar. De hecho, incluso el diseño de la carta no es casual, la propia maquetación del menú utiliza técnicas psicológicas para dirigir tu mirada hacia los platos más rentables.
No se trata de ir a los sitios con desconfianza, sino con conocimiento. Disfrutar de nuestra gastronomía es un privilegio, y hacerlo sin sobresaltos en la cuenta es posible. Se trata de empoderarse como consumidor y recordar que la información es tu mejor aliada para que la única sorpresa de la velada sea lo rica que estaba la comida.