Un cardiólogo alerta: el vino en la comida no es sano, por qué es un riesgo que hemos convertido en costumbre

• Cualquier consumo de alcohol, por mínimo que sea, aumenta el riesgo de problemas cardiovasculares, hipertensión y cáncer.
• La verdadera protección para el corazón reside en una dieta mediterránea real y un estilo de vida activo, no en el alcohol.

Pocos consejos se han anclado con tanta fuerza en nuestro imaginario colectivo como el que defiende la copita de vino diaria, pero un cardiólogo lo tiene meridianamente claro. Esa costumbre tan nuestra, tan de sobremesa familiar, esconde una realidad que este experto en salud cardiovascular quiere aclarar; el consumo de alcohol, por mínimo que sea, aumenta el riesgo cardiovascular. ¿Y si todo lo que creíamos saber sobre esa copa protectora fuera en realidad un peligroso espejismo que llevamos décadas aceptando?

Seguro que lo has oído mil veces en boca de amigos, familiares e incluso de algún que otro profesional desactualizado: «una copita al día es buena para el corazón». Sin embargo, los datos científicos actuales son rotundos y la creencia popular carece de base científica sólida y se apoya en mitos muy arraigados. Este especialista en el corazón destapa una verdad que choca frontalmente con nuestras tradiciones, una que necesitamos escuchar para proteger de verdad nuestra salud.

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EL VERDADERO PRECIO DE ESA «COPITA INOFENSIVA»

Más allá del corazón, el cardiólogo enumera otros riesgos sistémicos asociados al consumo regular de alcohol que solemos ignorar o minimizar en nuestro día a día con una pasmosa facilidad. Fuente Freepik.

El corazón no es la única víctima de esa copa diaria que parece tan inofensiva y que forma parte de nuestra cultura gastronómica. El alcohol está directamente relacionado con un aumento del riesgo de desarrollar varios tipos de cáncer, como el de esófago, hígado o mama. Es una realidad que cualquier especialista en patologías coronarias confirma, aunque a menudo se pase por alto en las conversaciones cotidianas sobre salud y bienestar.

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Además, no podemos olvidar su profundo impacto en nuestra salud cerebral y en el delicado equilibrio del sistema nervioso. Su consumo habitual afecta negativamente a la calidad del sueño, aumenta la ansiedad y se ha demostrado que contribuye a la atrofia cerebral a largo plazo, deteriorando la memoria y otras funciones cognitivas. Un buen cardiólogo siempre tendrá en cuenta la salud integral del paciente, no solo un órgano aislado.

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