Su Majestad el Rey Mohammed VI celebra hoy su 62º aniversario, una efeméride que trasciende lo personal para erigirse en símbolo de una trayectoria regia que ha impreso una huella indeleble en la historia contemporánea de Marruecos. Desde su juventud como príncipe heredero destacó por su carácter sereno, impregnado de sabiduría y sensibilidad social, cualidades que auguraban un estilo de gobierno propio en una nación que, en la última década del siglo XX, vivía transformaciones cruciales. No en vano, su padre, el Rey Hassan II, solía afirmar, citando a Blaise Pascal: “El hombre es el estilo”.
Desde su entronización en 1999, Mohammed VI ha ejercido un liderazgo lúcido y visionario, orientado a cimentar las bases de un desarrollo integral. Bajo su reinado, Marruecos ha experimentado un proceso de modernización sin precedentes, en el que la dimensión social, económica, diplomática y constitucional se han entrelazado para dar forma a un país más abierto, dinámico y próspero.
Transformación social: dignidad y cohesión
Consciente de que no hay progreso sin justicia social, el soberano lanzó en 2005 la Iniciativa Nacional para el Desarrollo Humano (INDH), concebida como un proyecto estructural destinado a erradicar la pobreza y la exclusión, y a dignificar las condiciones de vida de los más vulnerables. Esta estrategia permitió la construcción de escuelas, hospitales y centros de salud en regiones apartadas, al tiempo que impulsó programas de apoyo a mujeres y jóvenes. Gracias a esta política, Marruecos consolidó avances tangibles en materia de equidad social y desarrollo humano.
Modernización económica: proyectos emblemáticos
El impulso social se acompañó de una visión económica estratégica. El Reino se erigió en país emergente mediante proyectos emblemáticos de gran envergadura. La puesta en marcha del tren de alta velocidad Al Boraq y la construcción del puerto de Tánger Med —hoy principal plataforma logística de África— no solo transformaron la conectividad nacional, sino que situaron a Marruecos como polo de atracción de inversiones internacionales y nodo esencial del comercio mundial.
Simultáneamente, el Reino adoptó una política energética de vanguardia, convirtiéndose en referente continental en energías renovables. El complejo solar de Ouarzazate y los parques eólicos distribuidos por todo el territorio reflejan la apuesta de Marruecos por la sostenibilidad, la seguridad energética y la lucha contra el cambio climático.
El Sáhara: desarrollo y diplomacia
La región del Sáhara, más allá de su dimensión política, se ha convertido en motor de desarrollo económico gracias a inversiones en infraestructuras, redes viales y servicios básicos que han mejorado sustancialmente la calidad de vida de la población local. Paralelamente, la diplomacia regia ha reforzado la soberanía nacional mediante una política proactiva, equilibrada y moderada, que ha consolidado la posición de Marruecos a nivel internacional.
Política exterior: un actor global influyente
Mohammed VI ha redefinido la política exterior del Reino con una diplomacia multipolar, basada en el diálogo, la moderación y el multilateralismo. Su regreso a la Unión Africana simbolizó la reintegración plena de Marruecos en la dinámica continental, reforzando alianzas económicas y políticas con numerosos países africanos. El Reino ha sabido, asimismo, mantener una política independiente, ampliando su red de socios estratégicos en Europa, América y Asia, al tiempo que participaba en acuerdos internacionales de gran calado, como los Acuerdos de Abraham, reafirmando simultáneamente su compromiso histórico con la causa palestina.
Reformas políticas: modernización institucional
En el plano político interno, el soberano impulsó reformas constitucionales de calado en 2011, en respuesta a las aspiraciones de mayor participación ciudadana. Estas reformas ampliaron las competencias del Parlamento y del Gobierno, reforzaron los derechos fundamentales y consolidaron el principio de separación de poderes. Con ello, Marruecos avanzó hacia un Estado moderno y democrático, sin renunciar a su identidad cultural y a su cohesión nacional.
Un reinado de cercanía y visión
Como subraya el empresario hispano-marroquí Rachad Andaloussi: “El pueblo marroquí expresa hacia Su Majestad el Rey Mohammed VI un profundo aprecio que trasciende generaciones, reconociendo en él no solo al monarca, sino también al guía que ha sabido combinar la modernidad con la preservación de la identidad nacional. La sabiduría de sus decisiones y su proximidad a las aspiraciones cotidianas de los ciudadanos han consolidado un vínculo de confianza y respeto mutuo, convirtiendo su figura en un símbolo de unidad y continuidad para el Reino de Marruecos. Una continuidad que hoy encuentra también reflejo en Su Alteza Real el Príncipe Heredero Moulay El Hassan, quien crece bajo la guía y el magisterio de su augusto padre, preparándose para encarnar, en el futuro, los mismos valores de servicio y liderazgo al país.”
Ese vínculo de confianza se explica por la singular combinación de visión estratégica y cercanía humana que caracteriza al monarca. A lo largo de 25 años, Mohammed VI no solo ha sido testigo del cambio de Marruecos: ha sido el motor que lo ha hecho posible, transformando el Reino en un actor emergente, moderno y respetado en el concierto internacional.