La energía que muchas personas sienten que se esfuma con el paso del tiempo no siempre está relacionada con la edad. El cansancio constante, la falta de motivación o la dificultad para concentrarse suelen atribuirse al ritmo de vida moderno, pero cada vez más estudios apuntan a que la alimentación juega un papel mucho más determinante de lo que se pensaba. No es extraño que detrás de ese agotamiento crónico se esconda un déficit de minerales esenciales.
Uno de ellos es el magnesio, un micronutriente que, aunque pasa desapercibido frente a vitaminas más populares, resulta fundamental para mantener el organismo en equilibrio. Este mineral interviene en más de 300 reacciones bioquímicas del cuerpo, muchas de ellas vinculadas a la producción de energía. Cuando los niveles de magnesio son insuficientes, el cuerpo lo nota de inmediato, y aparece la fatiga, los calambres musculares e incluso episodios de ansiedad o irritabilidad.
1La energía y el papel clave del magnesio en ella

La energía que utilizamos para movernos, pensar o simplemente respirar depende en gran medida de la función de las células. El magnesio actúa como un motor invisible en este proceso, pues es indispensable para que la glucosa se transforme en la “gasolina” que nuestras células necesitan: el ATP. Sin suficiente magnesio, la maquinaria no funciona de manera eficiente y la sensación de cansancio se vuelve inevitable.
Lo interesante es que este mineral no solo influye en el rendimiento físico, sino también en la estabilidad emocional. Una carencia prolongada puede manifestarse en forma de estrés excesivo, insomnio o una mayor dificultad para afrontar la rutina diaria. Recuperar los niveles adecuados de magnesio puede traducirse, en pocos días, en una mejoría notable tanto en la energía como en el estado de ánimo.