El editor más comprometido del norte prepara su último viaje vital

Nacido en Tafalla en 1951, hijo de la Navarra obrera, estudió con los Salesianos de Pamplona y trabajó desde los 17 hasta los 37 años en la fundición Luzuriaga. Desde joven, se implicó en el movimiento sindical y fue elegido concejal en las primeras elecciones democráticas municipales de 1979, en la lista de la Agrupación Electoral Popular.

Editor, escritor, obrero, concejal, militante, historiador. Pocos nombres están tan íntimamente ligados a la memoria crítica y popular de Navarra como el de José María Esparza Zabalegi. Hoy, gravemente enfermo, se despide con la misma coherencia con la que ha vivido: con compromiso, con ternura por su tierra, y con una fe militante que no necesita dogmas.

Lo ha hecho público en un hermoso texto publicado en Gara, en el que reflexiona sobre la herencia militante, la muerte, y el legado que deja, y que anima a dejar, para sostener las utopías que han dado sentido a su vida.

UNA VIDA DE COMBATE Y CULTURA

Nacido en Tafalla en 1951, hijo de la Navarra obrera, estudió con los Salesianos de Pamplona y trabajó desde los 17 hasta los 37 años en la fundición Luzuriaga. Desde joven, se implicó en el movimiento sindical y fue elegido concejal en las primeras elecciones democráticas municipales de 1979, en la lista de la Agrupación Electoral Popular. Pero su trinchera principal fue otra: la edición, la investigación histórica y la cultura.

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En 1985 fundó, junto a otros compañeros, Altaffaylla Kultur Taldea, colectivo pionero en recuperar la memoria de la represión franquista en Navarra. Al año siguiente publicaron Navarra 1936. De la esperanza al terror, obra seminal en la historiografía crítica navarra. En 1988 dio un paso decisivo: creó la editorial Txalaparta, que desde entonces se ha convertido en referente de la edición independiente, euskaldun y combativa.

Esparza Zabalegi Moncloa
José María Esparza Zabalegi.

Ha escrito más de 20 libros (no se pierda su autobiografía, ‘Apología’), y coordinado o editado decenas. Su obra abarca desde el costumbrismo navarro (‘Jotas heréticas’, ‘Como puta por rastrojo’) hasta ensayos políticos (‘Cien razones por las que dejé de ser español’, ‘Réquiem para sordos’), pasando por investigaciones sobre memoria histórica (‘La sima’, ‘Nuestro pueblo despertará’), y la cartografía vasconavarra o la identidad (‘Mapas para una Nación’, ‘Vascosnavarros’).

LEGADO MILITANTE

Ahora, a las puertas de la muerte, Esparza no deja de pensar en su tierra. «Estos meses me ha tocado a mí preparar maletas para abordar la Barca de Caronte», escribe con ironía lúcida. Lo que podría ser un texto de despedida íntima se convierte en una propuesta política, una reflexión profunda sobre el testamento como herramienta de lucha.

Recuerda cómo un albañil anarquista sin hijos dejó toda su herencia en los años 80 para «continuar la pelea», o cómo un cura abertzale octogenario repartía dinero para editar libros subversivos. También cómo compatriotas, muchos de ellos sin descendencia, han recurrido al testamento como último acto revolucionario.

En su escrito, Esparza invita a los militantes de su generación, y a los que vendrán, a considerar las donaciones testamentarias como forma de sostener causas como el euskera, los presos, la memoria histórica, la solidaridad internacionalista.

Con sentido del humor, recuerda al escritor Patxi Larrainzar, que donó su cuerpo al Opus Dei «para que le siguieran tocando los cojones en la eternidad». A esa irreverencia le suma un profundo amor por su pueblo: «Un revolucionario, un abertzale cabal, es consecuente hasta el final de sus días y más allá».

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COHERENCIA

En su artículo, el editor independentista se despide sin rencor, pero sin renunciar a la crítica ni al combate. La enfermedad, grave e irreversible, no le ha quitado ni la lucidez ni el compromiso. «La mortaja no tiene faltriqueras», escribe con sabiduría popular, recordando que lo material debe ponerse al servicio de quienes siguen luchando.

También reivindica el viejo derecho foral navarro, que permite testar con libertad, como si la propia legalidad histórica de Navarra invitara a legar con el corazón. Su propuesta es clara: fundaciones legales que recojan la última voluntad de quienes han luchado por un país libre, euskaldun e igualitario. Una red de apoyo a las utopías, desde más allá de la vida.

APOLOGÍA

José María Esparza ha sido y es una figura clave para entender la evolución política y cultural de la Navarra crítica y vasquista. Ha dado voz a los silenciados, ha recuperado la historia de los vencidos, ha editado con dignidad y ha construido comunidad desde la palabra y la memoria. Su obra no es solo literaria o editorial: es política en el sentido más noble del término.

Hoy, cuando su salud se apaga, su ejemplo ilumina. Queda su palabra escrita, su legado intelectual, su trayectoria coherente, y ahora también su último acto de militancia: seguir contribuyendo a su tierra incluso desde la despedida.

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