Felipe VI vuelve a situarse en el centro de la atención pública, no solo por su papel institucional, sino también por las tensiones que comienzan a rodear la apretada agenda que afrontará junto a la reina Letizia en los próximos días. Apenas una semana después de haber interrumpido sus vacaciones en Grecia para supervisar de cerca la evolución de los graves incendios que arrasan diferentes comunidades del país, el monarca español se enfrenta ahora a un calendario cargado de compromisos que ponen a prueba el equilibrio entre su vida personal y sus responsabilidades como jefe de Estado.
La respuesta de Felipe VI a esta crisis ha sido rápida y visible. Desde su visita al cuartel de la Unidad Militar de Emergencias (UME) en Torrejón de Ardoz, donde mostró su apoyo a quienes luchan contra las llamas, hasta el anuncio de que recorrerá las zonas más castigadas, el Rey ha querido transmitir un mensaje claro de cercanía y compromiso. Sin embargo, detrás de estos gestos públicos se esconden también tensiones en Palacio, como la organización de la agenda oficial, los imprevistos que genera una tragedia de esta magnitud y la dificultad de compaginarlo con otros compromisos previamente fijados.
1Felipe VI y Letizia deben hacer un viaje inevitable y con gran carga simbólica

Felipe VI y la reina Letizia tienen previsto desplazarse a las áreas más devastadas por los incendios, un gesto que no solo busca reconfortar a los damnificados, sino también reforzar la imagen de una Corona comprometida con los problemas reales del país. Como ya ocurrió tras la DANA que golpeó a la Comunidad Valenciana en 2024, sus visitas se convierten en actos cargados de simbolismo que muestran a un monarca cercano y dispuesto a escuchar directamente a los ciudadanos afectados.
Pero este viaje también tiene un componente logístico complicado, por lo que aún no se han concretado ni las fechas exactas ni los lugares de la gira, lo que mantiene a la Casa Real en un estado de planificación contrarreloj. Felipe VI sabe que cualquier error de organización en estos momentos podría interpretarse como una falta de sensibilidad, lo que obliga a cuidar cada detalle de su presencia en las comunidades afectadas.