La creciente violencia del Estado de Israel sobre la población palestina, tras más de 60.000 asesinatos, ha obligado al Partido Nacionalista Vasco (EAJ-PNV) a tomar distancias con el Estado hebreo pese a sus lazos históricos.
Esta decisión se enmarca en el contexto de unas relaciones que, lejos de ser superficiales, han sido sistemáticas, estructurales y de carácter estratégico durante más de cuatro décadas.
En un comunicado público emitido hace unos días, el PNV mostró una inusual dureza con Israel: «Condenamos firme y rotundamente la devastación y la tragedia humanitaria que está padeciendo la población civil palestina (…) Nada excusa ni justifica el nivel de violencia, muerte y devastación que ha tenido lugar desde ese momento. Rechazamos el bloqueo inadmisible de la ayuda humanitaria. Y la violencia desmedida e indiscriminada que sufre la población civil en Gaza (incluyendo a mujeres y niños y niñas)«.
La dureza del tono contrasta con la trayectoria del partido jeltzale respecto al Estado israelí. Las relaciones han sido constantes desde los años 80, especialmente en los ámbitos de comercio, agricultura, tecnología, seguridad e inteligencia. Y en numerosas ocasiones han estado ocultas o minimizadas por las autoridades vascas.
VINCULOS POLÍTICOS
En 2012, el entonces presidente del EBB, Iñigo Urkullu, recibió al embajador de Israel en el Estado español, Alon Bar, en la sede de Sabin Etxea. Seis años más tarde, ya como lehendakari, repitió el gesto en Ajuria Enea con el embajador Daniel Kutner, en medio de protestas por la detención de menores palestinos como Ahed Tamimi.
Y en 1994, una delegación del PNV encabezada por Xabier Arzalluz llegó a mantener «conversaciones exploratorias» con altos cargos de Exteriores israelíes, en busca de «asesoramiento» sobre el conflicto con ETA. Pese a que en 2017 Urkullu afirmaba no mantener relaciones oficiales con Israel, los datos indican lo contrario.

Explicó El Salto Diario hace dos años que ya en los 90, la Ertzaintza compraba equipos de espionaje, micrófonos y cámaras a empresas israelíes. En 2006, representantes institucionales vascos viajaron a Israel para visitar el Instituto Tecnológico Technion, implicada en el diseño de drones y bulldozers utilizados para destruir hogares palestinos.
El Gobierno Vasco y sus fuerzas de seguridad han sido clientes habituales de empresas israelíes especializadas en vigilancia, inteligencia y represión. Verint Systems, Cellebrite, Nice o ICTS son solo algunos nombres de un entramado de firmas vinculadas al Mossad o a la Unidad 8200 del ejército israelí. Equipos de extracción de datos, grabadoras de voz, sistemas de intervención de comunicaciones o software espía han sido contratados por las autoridades vascas.
La colaboración ha incluido cursos de formación para la Ertzaintza por parte de Guardian Defense&Homeland Security, dirigida por un exagente del Mossad. Esta empresa ha recibido contratos por más de un millón y medio de euros.
Además, empresas israelíes han suministrado chalecos antibalas y portagranadas a distintas policías locales de Euskadi. En paralelo, el espionaje israelí también ha estado atento a las ayudas vascas a ONG que trabajan en Palestina. El Shin Bet ha investigado supuestos vínculos entre instituciones vascas y organizaciones propalestinas.
RELACIONES COMERCIALES
En el terreno económico, las relaciones han sido igual de estrechas. Desde los 80, cooperativas vascas como Irizar, Fagor o Pasch han colaborado con empresas israelíes en sectores como el transporte, la desalinización o los electrodomésticos.
En 2019, el grupo CAF fue adjudicataria del tren ligero de Jerusalén, que conecta la ciudad con asentamientos ilegales en Cisjordania, pese a las denuncias de organismos internacionales. Empresas vascas como Heredad Ugarte, dirigida por el arquitecto de Sabin Etxea, Koldo Ugarte, han mantenido exportaciones constantes a Israel, mientras que otras como Ikusi, S21sec o Iberdrola han colaborado en proyectos tecnológicos europeos junto a firmas israelíes, muchas de ellas con conexiones militares.
En 2018, la Diputación de Bizkaia firmó un convenio con la tecnológica israelí SOSA, dirigida por un exagente del Shin Bet. En 2022, el Basque Culinary Center se alió con Cardumen Capital, una gestora que solo invierte en startups israelíes.