Hace 50 años, la dieta de tus abuelos dependía de alimentos reales, y precisamente el postre no era excluido del menú. Incluso, comer algo dulce con una taza de café o té después de la comida ha sido una de las tradiciones mundiales que muchas familias comparten, donde se charla y simplemente se disfruta el tiempo. Sin embargo, con el auge del sector industrial y la demanda de opciones más prácticas que ahorren el momento en la cocina, surge la comida procesada. Desde platos preparados hasta meriendas que ocultan el factor que no permiten la pérdida de peso, así los carbohidratos estén al margen de la dieta.
La idea es entender por qué el postre no tiene la culpa, y cómo con el cambio de ciertos hábitos, permite llegar a tu peso ideal sin necesidad de sacrificar el sabor ni tus gustos. Así lo revelan muchos nutricionistas, quienes adaptados a la era digital, comparten en redes sociales trucos y consejos prácticos para llevar una dieta balanceada. Y entre tantas opciones y especialistas reconocidos, todos dicen lo mismo: «el postre no tiene la culpa». Es decir, todo recae en las decisiones y alternativas que eliges, por lo que una dieta sin tantas restricciones es posible si aprendes a escuchar mejor las necesidades de tu organismo.
1¡EL POSTRE NO ES EL CULPABLE!
Si realizamos una comparación de cómo tus abuelos se alimentaban cuando niños, a lo que podemos encontrar en la actualidad como «comida saludable» para edades entre 0 y 5 años; seguro te puedes encontrar con una gran diferencia. Si bien es cierto que muchas marcas dedicadas al sector de alimentos infantil, han decidido librarnos del gluten, muchos productos ocultan ingredientes en sus etiquetas. Además, el aumento de múltiples tareas diarias te obliga a pasar más tiempo sentado. Los hábitos sencillos como caminar al trabajo o una caminata liberadora para volver a casa.
Todo esto ha sido suplantado por «comodidades» como el transporte público, coches que el marketing exagerado te obliga a ver como una necesidad, cuando en realidad lo que necesitamos es movernos más y evitar a toda costa los alimentos procesados. Por eso, continúa leyendo y descubre cómo cambiar tu dieta para llegar a tu peso adecuado sin necesidad de sacrificar el sabor, ya que el postre no es culpable de esos michelines en la espalda, recuerda que todo recae en tus decisiones.