Hace 50 años, la dieta de tus abuelos dependía de alimentos reales, y precisamente el postre no era excluido del menú. Incluso, comer algo dulce con una taza de café o té después de la comida ha sido una de las tradiciones mundiales que muchas familias comparten, donde se charla y simplemente se disfruta el tiempo. Sin embargo, con el auge del sector industrial y la demanda de opciones más prácticas que ahorren el momento en la cocina, surge la comida procesada. Desde platos preparados hasta meriendas que ocultan el factor que no permiten la pérdida de peso, así los carbohidratos estén al margen de la dieta.
La idea es entender por qué el postre no tiene la culpa, y cómo con el cambio de ciertos hábitos, permite llegar a tu peso ideal sin necesidad de sacrificar el sabor ni tus gustos. Así lo revelan muchos nutricionistas, quienes adaptados a la era digital, comparten en redes sociales trucos y consejos prácticos para llevar una dieta balanceada. Y entre tantas opciones y especialistas reconocidos, todos dicen lo mismo: «el postre no tiene la culpa». Es decir, todo recae en las decisiones y alternativas que eliges, por lo que una dieta sin tantas restricciones es posible si aprendes a escuchar mejor las necesidades de tu organismo.
3ALIMÉNTATE COMO SI FUERA 1970 (INCLUYE EL POSTRE)
Recuperar los hábitos que tenían tus abuelos antes del auge descontrolado de la comida rápida, donde antes era un capricho: y ahora es la alternativa de almuerzo diario de muchas personas. Volver a la cocina para cuidar los ingredientes que incluyes en tu dieta es clave. La comida rápida es eso, rápida, no está cuidada nutricionalmente para ser saludable, por eso no se recomienda. Además, la mezcla de frituras, altas cantidades de sal, y el reemplazo de los zumos por el clásico refresco negro, es uno de los tantos factores que no te permiten adelgazar.
Para la época de los 70, el momento de la comida era un ritual, se acomodaba la mesa, y salía mamá de la cocina con un verdadero festín. Incluso, después se esperaba el ansiado postre, natural, directo del horno o de la nevera, con ingredientes naturales. Es recomendable volver a las grasas reales como lo son la mantequilla, el aceite de oliva y el ghee. Evita lo más que puedas los aceites de semillas como el de girasol y claro, la comida chatarra.