La confianza ciega en que las sentencias judiciales recogen la verdad absoluta se tambalea cuando entra en juego la ciencia forense. El criminólogo y médico forense Carlos Cuadrado Gómez-Serranillos, con amplia trayectoria en los tribunales españoles, tanto como abogado como perito, lanza una advertencia que cuestiona uno de los pilares de la percepción social de la justicia: “No todo lo que aparece en una sentencia refleja la verdad científica”.
Sus palabras no pretenden desacreditar al sistema judicial, sino evidenciar un fenómeno cada vez más visible en la práctica forense: la distancia que existe entre lo que los tribunales consideran probado y lo que las ciencias médicas y criminológicas logran demostrar.
Entre la verdad jurídica y la verdad científica
En España, como en muchos otros países, la sentencia es la máxima expresión de la justicia. Sin embargo, Cuadrado Gómez-Serranillos explica que el ámbito judicial y el científico no siempre hablan el mismo idioma.
“La medicina forense aporta evidencias objetivas, pero una sentencia integra testimonios, valoraciones jurídicas y, en ocasiones, elementos subjetivos. Esa mezcla puede dar lugar a discrepancias. Lo que la sociedad percibe como ‘verdad judicial’ no siempre coincide con los hechos que la ciencia logra acreditar”, afirma.
Este desencaje, según el perito, no es anecdótico, sino estructural. En casos de homicidios, negligencias médicas o delitos sexuales, un hallazgo médico o psicológico puede señalar una dirección mientras que la valoración jurídica opta por otra, influyendo en el resultado final del proceso.
El papel del perito en los tribunales
Lejos de las ficciones televisivas, el perito no actúa como un detective que busca culpables, sino como un técnico independiente que traduce datos científicos en un lenguaje comprensible para jueces y jurados.
“Un informe pericial no está para agradar a una de las partes, sino para ofrecer al tribunal un criterio objetivo. El problema surge cuando ese criterio se ignora o se malinterpreta en el marco de un juicio. Entonces es cuando la verdad científica queda diluida”, señala el Dr. Cuadrado Gómez-Serranillos.
El criminólogo recuerda varios casos recientes en los que informes médicos detallados sobre lesiones, causas de muerte o estados psicológicos de las víctimas han quedado relegados frente a narrativas más atractivas o presiones mediáticas. “Es un riesgo que debemos asumir: la justicia no siempre se mueve al ritmo de la ciencia”.
Rumores, mitos y desinformación
Uno de los elementos que más preocupa a Cuadrado Gómez-Serranillos es el impacto de los rumores y los prejuicios sociales en el ámbito judicial.
“La gente cree que si algo está en una sentencia ya es incuestionable. Esa fe absoluta es peligrosa, porque invisibiliza las limitaciones de la propia justicia. El derecho es interpretativo, mientras que la ciencia busca objetividad. Si no se reconoce esa diferencia, alimentamos mitos que perjudican a las víctimas y a los acusados”, explica.
Entre esos mitos destaca la creencia de que la prueba de ADN resuelve todos los casos, o que una autopsia ofrece respuestas inmediatas y sin margen de error. En realidad, los procesos forenses son complejos, con múltiples variables y plazos largos, algo que rara vez encaja en la urgencia mediática y judicial.
Equipos multidisciplinares
Para reducir la brecha entre justicia y ciencia, Carlos Cuadrado Gómez-Serranillos defiende la necesidad de equipos multidisciplinares en los procedimientos judiciales: “No basta con un médico forense. Un caso complejo puede requerir la mirada de criminólogos, psicólogos forenses, peritos médicos especializados y técnicos criminalistas. Solo con esa suma de saberes se puede ofrecer al tribunal una visión más completa y menos vulnerable a errores”.
Su experiencia en diferentes procesos judiciales en España y en el extranjero refuerza esta idea: allí donde los equipos periciales integran diferentes disciplinas, la calidad de las resoluciones judiciales mejora sensiblemente.
Sentencias mediáticas y presión social
Otro factor que distorsiona la percepción de la verdad en los tribunales es el efecto mediático. Cuadrado Gómez-Serranillos subraya que muchos procesos de alto impacto social llegan ya contaminados por titulares, tertulias televisivas y opiniones en redes sociales.
“El juez no es impermeable al clima social. Y aunque se intente blindar la imparcialidad, las presiones externas existen. En ese escenario, los informes periciales rigurosos se convierten en el único anclaje sólido con la realidad científica”, sostiene.
Sin embargo, admite que la objetividad de la ciencia a veces incomoda. “Decir lo que realmente muestran las pruebas, aunque contradiga una hipótesis popular o una expectativa mediática, puede generar rechazo. Pero esa es precisamente nuestra función como peritos: resistir la presión y defender la verdad científica por encima de cualquier rumor”. Su advertencia no es una crítica aislada, sino un llamamiento a la reflexión en un momento en que la confianza ciudadana en el sistema judicial se encuentra bajo debate. Frente a los rumores, las noticias falsas y las interpretaciones interesadas, la ciencia forense se erige como una herramienta imprescindible para acercar la justicia a la verdad.