Florencia Seful (24), experta en RRHH, revela el trabajo soñado de la Gen Z: «Ni funcionarios ni influencers, quieren ganar 3.000€ y tener 2 meses de vacaciones»

El gran malentendido sobre lo que realmente buscan los jóvenes en el trabajo. La cifra mágica que define el éxito para ellos: 3.000 euros y 8 semanas libres.

La Gen Z ha llegado para dinamitar todas las ideas preconcebidas que teníamos sobre el éxito profesional y las aspiraciones laborales. Olvídate de la plaza fija o de la fama en redes sociales, porque lo que esta generación anhela es algo mucho más tangible y, a la vez, revolucionario. Mientras muchos siguen pensando en ellos como jóvenes que solo buscan estabilidad funcionarial, la realidad es que la estabilidad de un puesto fijo ya no es su máxima aspiración. ¿Qué es lo que de verdad les mueve entonces?

El retrato robot del joven trabajador ha cambiado para siempre y Florencia Seful, una experta en Recursos Humanos de solo 24 años, lo tiene clarísimo. Tras analizar cientos de perfiles y conversaciones, ha detectado un patrón que desmonta por completo los clichés sobre esta nueva generación. Lejos de soñar con ser virales o calentar una silla de por vida, el verdadero anhelo se centra en la calidad de vida y el tiempo libre. Prepárate, porque sus prioridades van a sorprenderte.

¿ADIÓS AL SUEÑO DEL FUNCIONARIO?

El anhelo de un puesto para toda la vida se desvanece ante nuevas prioridades.
El anhelo de un puesto para toda la vida se desvanece ante nuevas prioridades. Fuente Freepik.

Durante décadas, el sueño de nuestros padres y abuelos era claro: conseguir una plaza de funcionario, sinónimo de seguridad y tranquilidad para siempre. Sin embargo, para la Gen Z ese modelo representa una jaula de oro que prefieren evitar a toda costa. Para los centennials, la idea de pasar cuarenta años en el mismo puesto, con las mismas tareas y una progresión lenta, resulta asfixiante. Por eso, valoran más la capacidad de crecer y cambiar que la promesa de un empleo eterno.

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Esta mentalidad no nace de la inconsciencia, sino de una profunda reevaluación de lo que significa «seguridad». La nueva hornada de profesionales entiende que la única seguridad real es su propia capacidad de adaptación y su talento. Para la Gen Z, la lealtad no es hacia una empresa, sino hacia su propio proyecto de vida y su bienestar personal. Saben que la verdadera estabilidad reside en ser polivalente y tener control sobre su tiempo, no en depender de una única estructura.

LA TRAMPA DORADA DE SER INFLUENCER

Ser una estrella de las redes sociales es un espejismo que muchos jóvenes ya no persiguen como meta laboral definitiva. Aunque la fama digital puede parecer atractiva, la Gen Z ha visto de cerca sus inconvenientes: la exposición constante, la tiranía del algoritmo y la presión por mantener una imagen perfecta. Esta generación, nativa digital, comprende mejor que nadie que la salud mental es un peaje demasiado caro a cambio de seguidores.

Por eso, muchos veinteañeros huyen de profesiones que exijan estar permanentemente conectados y disponibles para una audiencia. Buscan exactamente lo contrario: trabajos que les permitan desconectar de verdad al terminar su jornada. El ideal ya no es tener miles de ‘likes’, sino poder apagar el móvil sin remordimientos. Para esta generación, el lujo definitivo no es la fama, sino la posibilidad de tener una vida privada real y auténtica fuera de las pantallas.

«QUIERO VIVIR, NO SOLO TRABAJAR»: EL NUEVO CONTRATO SOCIAL

La balanza entre la vida personal y la profesional ha cambiado de lado para siempre.
La balanza entre la vida personal y la profesional ha cambiado de lado para siempre. Fuente Freepik.

La famosa cifra que revela Florencia Seful no es casual: 3.000 euros al mes y dos meses de vacaciones. Esta no es una demanda caprichosa, sino la formulación de un nuevo contrato social laboral que propone la Gen Z. El dinero es importante, sí, pero no como un fin en sí mismo para acumular, sino como una herramienta para vivir experiencias. Con ese sueldo, buscan la libertad financiera para disfrutar de sus pasiones sin las ataduras de un horario rígido.

Este enfoque prioriza el bienestar por encima de todo, considerando la salud mental como un activo no negociable. La juventud actual ha visto a generaciones anteriores quemarse en trabajos que no les llenaban y han decidido que no repetirán ese patrón. Para la Gen Z, una empresa que no respeta su tiempo personal es una empresa en la que no quieren estar. Por ello, exigen que el trabajo se adapte a su vida y no al revés.

EL SALARIO EMOCIONAL YA NO ES SUFICIENTE

El concepto de «salario emocional» que tanto pregonaban las empresas hace unos años ha quedado obsoleto para esta nueva camada de trabajadores. Las mesas de pimpón, la fruta gratis en la oficina o las actividades de ‘team building’ ya no cuelan. La Gen Z es mucho más pragmática y entiende que esos beneficios no pagan las facturas ni les devuelven el tiempo perdido. Por eso, las compensaciones intangibles solo son valiosas si vienen acompañadas de un buen sueldo y respeto.

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Lo que los nuevos talentos demandan es un salario emocional renovado y con sustancia. Este nuevo concepto se basa en tres pilares fundamentales: una retribución justa, una flexibilidad horaria real y, sobre todo, una cultura empresarial que promueva la desconexión. Para la Gen Z, el mejor beneficio que una compañía puede ofrecer es la confianza y la autonomía. Saben que un buen ambiente laboral se demuestra con hechos, no con ventajas superficiales que buscan enmascarar la precariedad.

¿Y QUÉ EMPLEOS CUMPLEN ESTOS REQUISITOS?

Sorprendentemente, las profesiones que mejor encajan no son las que todos imaginan.
Sorprendentemente, las profesiones que mejor encajan no son las que todos imaginan. Fuente Freepik.

Entonces, ¿cuáles son esos trabajos soñados que permiten ganar 3.000 euros y disfrutar de ocho semanas de descanso? La respuesta desmonta cualquier estereotipo y apunta a roles muy específicos, como conferenciantes especializados o asistentes de apoyo al aprendizaje. Lo que atrae a la Gen Z de estos puestos es su naturaleza cíclica o por proyecto. Permiten una implicación total durante periodos concretos, seguida de largos descansos. Para ellos, la clave está en trabajar de forma intensa para luego poder desconectar por completo.

Este modelo rompe con la semana laboral de cinco días y abre la puerta a una organización del tiempo mucho más libre y personalizada. El talento del futuro no busca escalar en una jerarquía tradicional, sino construir una carrera a su medida, combinando periodos de actividad con otros de desarrollo personal, viajes o simplemente descanso. La Gen Z ha entendido que el control sobre su agenda es el verdadero símbolo de estatus, porque al final, su gran objetivo es ser dueños de su vida, no empleados de su trabajo.

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