La campaña de Vox contra Open Arms otorga fuerza a la ONG liderada por Óscar Camps

La reciente ofensiva verbal del líder de Vox, Santiago Abascal, contra la organización humanitaria Open Arms, que ha salvado 70.000 vidas en 10 años, ha tenido un efecto contrario al deseado: lejos de debilitar a la ONG, la ha reforzado. Según fuentes cercanas a la organización, «las donaciones y nuevas altas se han disparado» desde que Abascal publicara un mensaje en su cuenta de X (antes Twitter) solicitando que se «confisque y hunda» el barco de la ONG.

Esta declaración ha desatado una oleada de reacciones tanto institucionales como sociales y que ha devuelto a Open Arms al centro del debate público, esta vez con un notable respaldo ciudadano. La frase de Abascal, que pretendía ser un ataque directo, ha sido leída por muchos como un gesto de odio y deshumanización.

El propio Óscar Camps, fundador de la ONG, respondió con contundencia: «Decir que hay que hundir un barco que salva vidas es fascismo puro». No es la primera vez que Open Arms se enfrenta a la hostilidad de sectores de extrema derecha, pero pocas veces la reacción ha sido tan unánime en defensa de su labor.

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EL PP MIRA PARA OTRO LADO

El presidente de Canarias, Fernando Clavijo, no dudó en calificar las palabras de Abascal como «fascistas y xenófobas». En una entrevista en ‘Al rojo vivo’, el dirigente de Coalición Canaria afirmó que «lo mejor que podría hacer en su vida sería ponerse un puntito en la boca» y elogió la labor de la ONG, destacando que «no vale todo en política».

Al día siguiente, el propio presidente canario visitó el buque de Open Arms atracado en Tenerife, donde reconoció «la extraordinaria labor humanitaria que ha desarrollado esta organización durante una década en los escenarios más duros del Mediterráneo central».

Durante su visita, Clavijo se reunió con Óscar Camps, la jefa de misión Esther Camps y el capitán del barco, Marc Reig. El presidente subrayó que la presencia del Open Arms en Canarias «recuerda la necesidad de humanizar el drama migratorio, de mirar más allá de las cifras», al tiempo que reiteró que, incluso si Abascal estuviera en alta mar en peligro, la ONG «iría a rescatarlo».

Abascal Moncloa
Santiago Abascal. Foto: Europa Press.

Open Arms, que comenzó su labor en 2015 tras la tragedia de los refugiados sirios y la imagen que estremeció al mundo del pequeño Aylan Kurdi ahogado en una playa de Turquía, ha salvado más de 70.000 vidas.

Esa cifra fue citada por la ONG como «respuesta frente al odio» tras las acusaciones del dirigente de Vox, quien incluso llegó a calificar a la organización de «negreros». Camps no tardó en contestar: «Negreros fueron los que traficaban con esclavos. Nosotros salvamos vidas».

A través de un comunicado titulado ‘Determinación insumergible’, Open Arms expresó que «acusar a una ONG de salvar vidas de colaborar con traficantes es un insulto a la verdad y una indecencia».

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También añadieron que «ser el objetivo del odio de según quién es un orgullo» y concluyeron: «Aunque todos nuestros barcos se hundan, jamás lo hará nuestra determinación». La virulencia del mensaje de Abascal no solo provocó la condena del Gobierno de Canarias.

El ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, denunció que este tipo de discursos «acaban justificando la violencia física». La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, lamentó «la poca humanidad» del líder de Vox. Y mientras el Partido Popular evitaba pronunciarse, varios miembros del Ejecutivo y representantes de la sociedad civil alzaban la voz en defensa de una organización que ha sido condecorada y reconocida internacionalmente por su labor humanitaria.

El propio Óscar Camps, en una entrevista en ‘Las mañanas de RNE’, apuntó que las palabras de Abascal «no son simplemente desafortunadas», sino que «entran dentro de su campaña y alimentan un clima peligroso».

Advirtió que normalizar la violencia verbal «puede abrir la puerta a que otros puedan justificar ataques reales». También aprovechó para agradecer las muestras de apoyo recibidas: «No sé qué pretendían con estas declaraciones, pero mucha gente ha cerrado filas y nos ha mostrado su apoyo y su cariño. Open Arms recordó en redes que su tripulación está formada por «gente joven que lo deja todo para salvar vidas», y que lo mínimo que merecen es «respeto, no amenazas».

En una de sus publicaciones, señalaron que «cuando la ultraderecha pierde credibilidad recurre siempre a una desesperada estrategia: hacer ruido». Y remataron con una frase que se ha convertido en un símbolo de su firmeza: «Nuestros barcos son fuertes, pero nuestro espíritu es insumergible».

Mientras Abascal insiste en sus mensajes de odio, afirmando que «la inmensa mayoría de españoles piensa lo mismo» sobre la ONG y que «sí, hay que hundirlo», la realidad muestra un panorama muy distinto: miles de personas han respondido al ataque con solidaridad, empatía y compromiso.

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