«Pagar por un ‘tour de tapas’ en Granada es el mayor timo para turistas»; Álvaro (39), camarero del Albaicín, te dice los 3 bares a los que vamos los de aquí

El gran error que cometen los turistas en Granada y cómo evitarlo para no pagar de más. La cultura de la tapa gratuita explicada por un experto local: el secreto está en la bebida.

Pagar por un ‘tour de tapas’ en Granada es, probablemente, el primer síntoma de que eres un turista novato, una trampa perfecta en la que caen miles de visitantes cada año. La idea de que alguien te guíe por la ciudad de la Alhambra suena cómoda, pero esconde una verdad incómoda. Estás pagando por algo que, por definición, aquí es gratis y, lo que es peor, te estás perdiendo la verdadera magia de esta tradición. ¿De verdad quieres que tu experiencia sea un producto enlatado?

La esencia del tapeo en Granada no es una ruta fija, sino un ritual social, una aventura espontánea que se descubre pidiendo una caña o un vino. Es un secreto a voces entre los locales. Mientras sigues a un guía, los granadinos de verdad están en una tasca escondida disfrutando de tapas generosas sin pagar un euro por ellas, simplemente por pedir su consumición. El verdadero espíritu de esta costumbre no se puede empaquetar ni vender.

¿POR QUÉ PAGAS POR ALGO QUE ES GRATIS?

La pregunta que todo granadino se hace cuando ve un grupo de turistas siguiendo a un guía de bar en bar.
La pregunta que todo granadino se hace cuando ve un grupo de turistas siguiendo a un guía de bar en bar. Fuente Freepik.

El concepto de un tour organizado choca frontalmente con la filosofía del tapeo en Granada. Estos recorridos suelen llevarte a locales concertados, sitios que priorizan el volumen de turistas sobre la calidad y que a menudo sirven tapas mediocres que jamás pediría un cliente local. Lo que te venden como una experiencia auténtica, en realidad, es un circuito cerrado que beneficia al organizador y a bares que han perdido su alma, convirtiendo una tradición en un mero negocio para visitantes.

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Además, te roban lo más valioso: el placer de descubrir. Perderse por las callejuelas para tapear en Granada es parte del encanto, la emoción de entrar en un bar pequeño y sin pretensiones y que te sorprendan con un plato de migas, un pescadito frito o una carne en salsa. Con un tour, la espontaneidad y la capacidad de sorpresa desaparecen por completo, sustituidas por un guion predecible que te aleja de la verdadera cultura gastronómica de la ciudad.

LA REGLA NO ESCRITA QUE TODO EL MUNDO CONOCE AQUÍ

Aquí las cosas funcionan de una manera distinta, con un código no verbal que sorprende y enamora a quien lo descubre por primera vez. La regla de oro en Granada es tan sencilla como maravillosa: pides una bebida y el camarero te sirve una tapa gratis. No es un aperitivo simbólico, sino una ración en condiciones. Es la costumbre de la casa, un gesto de hospitalidad que convierte cada ronda en un regalo para el cliente, una seña de identidad irrenunciable.

Lo mejor de todo es que el sistema te invita a quedarte y a probar más. A diferencia de otros lugares, en la mayoría de los bares de Granada la tapa cambia y mejora con cada nueva consumición que pides. Empiezas con unas simples aceitunas o unas patatas y, si te animas a una segunda o tercera ronda, la cocina te sorprende con tapas cada vez más elaboradas y contundentes. Con tres bebidas, prácticamente has comido o cenado.

HUYE DE LAS CALLES PRINCIPALES: EL TESORO ESTÁ A LA VUELTA DE LA ESQUINA

El verdadero sabor de la ciudad no se encuentra en las plazas abarrotadas, sino en las callejuelas que los turistas suelen pasar por alto.
El verdadero sabor de la ciudad no se encuentra en las plazas abarrotadas, sino en las callejuelas que los turistas suelen pasar por alto. Fuente Freepik.

Si quieres vivir una experiencia real, la primera lección es esquivar las zonas obvias. Las calles que rodean la Catedral y la famosa calle Navas están repletas de locales pensados para cazar al turista despistado, con grandes carteles y fotos de platos. Aunque hay excepciones, muchos de estos bares han sustituido la tapa de cortesía por menús caros y raciones de calidad discutible, aprovechándose del trasiego constante de visitantes que no volverán. Evitar estas zonas es el primer paso para comer bien en la capital nazarí.

El verdadero tesoro de Granada está en los barrios, en esas plazas y callejones donde la vida transcurre a otro ritmo. Aventúrate por el Realejo, piérdete por La Chana o explora los alrededores de la Plaza de Toros. Allí es donde la tradición sigue intacta. Encontrarás bares familiares sin lujos, pero con una cocina honesta, donde el ambiente es genuinamente local y la generosidad de la tapa es una cuestión de orgullo. Ahí es donde empieza la verdadera aventura.

LOS DOS PRIMEROS TEMPLOS DEL TAPEO SEGÚN ÁLVARO

Álvaro es tajante: si quieres empezar a entender de qué va esto, tienes que visitar dos sitios que son pura historia de Granada. El primero es un clásico indiscutible: Bodegas Castañeda. No te dejes intimidar por la gente que se agolpa en la barra, es parte del espectáculo. Pide un vermú casero o un “calicasas” y déjate llevar. Aquí, la tapa suele ser una tabla de embutidos o patés de la casa que te transportan a otra época, un lugar donde el tiempo parece haberse detenido.

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El segundo templo que recomienda es para los amantes del buen pescado: Los Diamantes. Tiene varios locales, pero el original de la calle Navas, aunque esté en zona turística, mantiene la esencia. Es un hervidero de gente, ruidoso y caótico, pero su producto es imbatible. Pides una caña bien fría y, de repente, te encuentras con un plato de gambas fritas, calamares o boquerones frescos que saben a gloria. Es el mejor ejemplo de que en el tapeo granadino la calidad no está reñida con la generosidad.

LA JOYA DE LA CORONA: EL BAR AL QUE SOLO VAMOS «LOS DE AQUÍ»

Este es el lugar que los locales guardan con más recelo, el secreto mejor compartido entre amigos.
Este es el lugar que los locales guardan con más recelo, el secreto mejor compartido entre amigos. Fuente Freepik.

Para el final, Álvaro desvela una de esas joyas que no aparece en las guías: Bar Ávila, cerca de la calle San Antón. Es un negocio familiar, de los de toda la vida, famoso por su sencillez y, sobre todo, por una tapa que crea adictos. Al explorar la ciudad, te darás cuenta de que estos son los sitios que marcan la diferencia. Aquí, con tu bebida, te sirven un montadito de jamón asado con un alioli suave que es sencillamente espectacular, una receta que ha pasado de generación en generación.

Este es el verdadero espíritu del tapeo: compartir una barra con desconocidos, escuchar las conversaciones de la gente del barrio y sentirte uno más. No se trata solo de comer gratis, sino de participar en un acto social que define el carácter de Granada. Olvídate de los tours, de los mapas y de las prisas. Entra, pide algo y deja que la ciudad te sorprenda. Esa es la única ruta que merece la pena, la que nunca olvidarás.

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