Sofía Cuesta (45), guía turístico sobre este lugar de A Coruña: «Acantilados de 600 metros que en septiembre se convierten en aterradores»

Un rincón de Galicia esconde un espectáculo natural que muta con la llegada del otoño. Una experta local desvela por qué este paraje se vuelve "aterrador" al final del verano.

Pocos lugares de A Coruña transmiten una sensación de inmensidad tan brutal como sus acantilados del norte, pero no todos saben que su carácter cambia drásticamente con las estaciones. La llegada de septiembre transforma el paisaje, pues una belleza serena se convierte en un espectáculo de fuerza bruta que impone un respeto sobrecogedor. ¿Qué ocurre exactamente en este punto del litoral gallego para que una simple visita se convierta en una experiencia al borde del abismo?

Esa sensación de vértigo y poder es algo que la guía turística Sofía Cuesta conoce a la perfección. Lleva años mostrando este rincón de Galicia a viajeros de todo el mundo, pero siempre advierte de lo mismo, ya que estos acantilados revelan su cara más salvaje e intimidante con el final del verano, un cambio que no se ve en las fotos de Instagram. Es el momento en que la naturaleza reclama su trono y el ser humano se siente verdaderamente pequeño.

EL SECRETO MEJOR GUARDADO DE LA COSTA ATLÁNTICA

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En el norte de la provincia de A Coruña, en plena Serra da Capelada, se alzan los acantilados de Vixía Herbeira, cerca del icónico pueblo de San Andrés de Teixido. Muchos se sorprenden al saber que ostentan el récord de ser unos de los más altos de la Europa continental con más de 600 metros de caída vertical, una pared que se desploma sobre el océano Atlántico creando un paisaje que corta la respiración. Es un lugar donde el silencio solo lo rompe el viento y el batir de las olas.

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Durante los meses de verano, el sol puede suavizar sus formas y el mar en calma invita a la contemplación pacífica, un lienzo perfecto para cualquier fotógrafo. Pero el fin de la estación estival destapa su verdadera esencia, ya que la brisa se convierte en un viento que silba con una fuerza que te obliga a guardar silencio, y el verde intenso de la sierra contrasta con un mar que empieza a mostrar su genio. Aquí es donde empieza el verdadero espectáculo de esta zona de A Coruña.

LA METAMORFOSIS DE SEPTIEMBRE: DE LA POSTAL AL ABISMO

El mes de septiembre marca un punto de inflexión en esta costa gallega. Las borrascas atlánticas comienzan a acercarse y el mar de fondo, ese oleaje largo y poderoso que se genera a miles de kilómetros, llega a la orilla con una energía descomunal. No hace falta que llueva, pues las olas rompen contra la base del acantilado con un estruendo que se siente en el pecho, un sonido grave y constante. Es un aviso de que el océano está despertando de su letargo veraniego.

Ese rugido incesante, unido a un viento que gana en intensidad, es lo que Sofía Cuesta califica como «aterrador». No se trata de un miedo paralizante, sino de un profundo respeto por la fuerza desatada de la naturaleza. Mirar hacia abajo desde esa altura, con el viento empujando y el sonido del mar como banda sonora, te hace consciente de tu propia fragilidad de una forma que pocas experiencias consiguen, una cura de humildad que se graba en la memoria y te transforma por dentro.

«NO ES MIEDO, ES RESPETO»: LA VOZ DE LA EXPERIENCIA

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Para Sofía, la clave para disfrutar de este paraje coruñés en esta época del año es entender que no vienes a ver una postal, sino a presenciar un evento. La gente viene buscando una foto bonita y se encuentra con una experiencia sensorial completa», explica. Según ella, el verdadero atractivo en septiembre es sentir el poder del planeta bajo tus pies de una forma directa y sin filtros, algo que una simple imagen nunca podrá capturar del todo en este rincón de A Coruña.

Su consejo principal es la prudencia. Hay que alejarse de los bordes, llevar calzado adecuado y, sobre todo, no subestimar nunca la fuerza del viento. «El acantilado no es peligroso si tú no lo haces peligroso», sentencia. La recompensa es única, pues ser testigo de cómo las nubes corren a gran velocidad y la luz cambia cada pocos segundos es un privilegio, un espectáculo dinámico que te conecta con el lado más indómito de la costa de A Coruña.

MÁS ALLÁ DE LA FOTO: HISTORIAS Y LEYENDAS BAJO LA BRUMA

No es casualidad que a pocos kilómetros se encuentre San Andrés de Teixido, un lugar de peregrinación cargado de misticismo y famoso por el dicho «vai de morto quen non foi de vivo». La energía de la zona, especialmente en días de temporal, invita a pensar en lo sobrenatural. Los lugareños cuentan historias de barcos desaparecidos y almas en pena, leyendas que cobran una nueva dimensión cuando la bruma lo envuelve todo y apenas puedes ver más allá de tus pies, difuminando la línea entre el cielo y el mar.

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Este rincón de A Coruña es el reflejo del alma gallega, una mezcla de belleza sublime y una conciencia constante de la dureza de la vida junto al Atlántico. La espectacularidad de sus acantilados es la misma que ha forjado el carácter de sus gentes, acostumbradas a convivir con un mar que da y que quita. La experiencia de visitar este lugar de A Coruña en septiembre es, en cierto modo, asomarse a esa dualidad que define a toda una cultura.

PREPARANDO LA VISITA: CUÁNDO Y CÓMO ENFRENTARSE AL GIGANTE

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Antes de poner rumbo a esta zona de A Coruña, es imprescindible consultar la previsión meteorológica, prestando especial atención a las alertas por viento y oleaje. Lo ideal es ir a primera hora de la mañana o al atardecer, cuando la luz oblicua acentúa las texturas de la roca y el mar. Por supuesto, es fundamental llevar ropa de abrigo y un chubasquero, incluso si sale el sol, porque el tiempo puede cambiar en cuestión de minutos, una norma básica en todo el litoral norte.

Al llegar, tómate tu tiempo. No se trata de llegar, hacer una foto y marcharse, sino de aparcar, caminar y sentir. Busca un lugar seguro, siéntate en la hierba y limítate a observar el movimiento constante del océano y las nubes. La grandeza de este paisaje no reside solo en su altura, sino en su capacidad para poner en pausa el ruido del mundo, ofreciéndote una lección de perspectiva que te recuerda cuál es tu verdadero lugar en el universo, el de un simple espectador ante la majestuosidad de un planeta vivo.

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