Virtudes y defectos de los submarinos S-80 de Navantia: ¿Éxito o fracaso de España?

En el nombrado Plan Industrial y Tecnológico de Defensa, con el fin de aumentar la inversión y fortalecer las capacidades del sector en línea con el compromiso adquirido en la cumbre de la OTAN, desde Defensa se han marcado una serie objetivos y se han desechado otras prioridades

Estas últimas semanas el Ministerio de Defensa, que dirige Margarita Robles, ha tenido una agenda ajetreada como viene siendo de costumbre desde que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, diera un un giro radical respecto a la política de Defensa, allá por 2023. Desde entonces y tras la invasión rusa de Ucrania el Ejecutivo central modificó paulatinamente sus presupuestos con la idea de reforzar la cartera de Robles. Una incongruencia cuando varios años antes el propio Sánchez advertía que su intención era quitar el citado Ministerio. Una salida de tono, otra más, con el objetivo de «enamorar» por aquel entonces a Podemos y llegar al «ansiado trono» de La Moncloa.

Con esas circunstancias Robles y sus asesores han tenido que montar un plan para modernizar nuestro Ejército para el que cuentan, de momento con más de 11.000 millones de euros, y con ese montante de momento se ha conseguido el mínimo de llegar al 2% del PIB en gasto de Defensa, exigido por los aliado de la OTAN a España. Un gasto que deberá aumentarse en los próximos años, algo a lo que Sánchez de cara ala galería se ha negado, pero cumplirá como buen «súbdito» de Estados Unidos.

Pero eso es otra historia, vamos a centrarnos en ese Plan de rearme que Robles debe montar para afrontar los desafíos y retos más cercanos que España tiene en materia defensiva. Véase prepararse ante la amenaza rusa en el flanco oriental de la Unión Europea, por un lado, mientras que por otro, deberá centrarse en vigilar la siempre polémica y conflictiva frontera sur, con los ojos puestos en el incómodo Marruecos y el inestable Sahel.

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Vista del submarino ‘Isaac Peral’ S-81, en la Flotilla de Submarinos del Arsenal de Cartagena, a 30 de noviembre de 2023, en Cartagena, Región de Murcia (Fuente: Agencias)

SUBMARINOS CLASE S-80 DE NAVANTIA

En el nombrado Plan Industrial y Tecnológico de Defensa, con el fin de aumentar la inversión y fortalecer las capacidades del sector en línea con el compromiso adquirido en la cumbre de la OTAN, desde Defensa se han marcado una serie objetivos y se han desechado otras prioridades, de momento, como es el caso de los polémicos cazas F-35B. Aviones de combate de quinta generación que de momento el Gobierno español no va a adquirir.

Pero dentro de esas prioridades si se encuentran los famosos submarinos de clase S-80 fabricados por la prestigiosa Navantia. Tecnología española para impulsar unas naves de gran prestigio internacional. En este sentido, la cartera de Defensa ha priorizado el programa de los submarinos S-80, invirtiendo más de 100 millones de euros en su sostenibilidad y acordando un nuevo calendario de entrega debido a retrasos previos. El primer submarino, el Isaac Peral, ya fue entregado en 2023, y la entrega del segundo, el Narciso Monturiol, está prevista para 2026. La inversión se centra en el desarrollo de estos sumergibles, que son clave para la seguridad y la capacidad estratégica del país, según ha comentado la propia ministra.

Para muchos analistas el submarino S-80 de Navantia representa un hito para la industria naval española, aunque su desarrollo no ha estado exento de problemas, un hecho que para otros sea uno de los grandes fracaso de la industria militar española.

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Vista del submarino ‘Isaac Peral’ S-81, en la Flotilla de Submarinos del Arsenal de Cartagena, a 30 de noviembre de 2023, en Cartagena, Región de Murcia (Fuente: Agencias)

VIRTUDES

  • Tecnología y capacidad de combate: El S-80 está equipado con un avanzado sistema de combate desarrollado por Navantia y Lockheed Martin, que le permite lanzar misiles de ataque a tierra, una capacidad única entre los submarinos convencionales de la OTAN y la Unión Europea. Además, su armamento incluye misiles Harpoon y torpedos pesados.
  • Propulsión independiente de aire (AIP): El S-80 cuenta con un sistema AIP (Air Independent Propulsion) que le permite operar sumergido durante largos periodos sin necesidad de salir a la superficie para cargar baterías, lo que aumenta significativamente su discreción y autonomía, haciéndolo ideal para misiones de vigilancia e inteligencia.
  • Automatización: El diseño del submarino facilita la automatización o semiautomatización de ciertas maniobras, lo que permite operar la nave con una dotación reducida.

DEFECTOS Y PROBLEMAS

  • Sobrepeso y diseño: El problema más grave en el desarrollo del S-80 fue un error de cálculo en el diseño inicial que provocó un sobrepeso de más de 75 toneladas en el primer prototipo. Esto comprometía su flotabilidad y seguridad. La solución, que requirió la ayuda de la consultora estadounidense Electric Boat, fue alargar el casco del submarino en 10 metros para corregir el desplazamiento.
  • Costes y retrasos: El proyecto ha experimentado un considerable sobrecoste y retraso. El presupuesto inicial de 1.800 millones de euros ha aumentado hasta superar los 4.000 millones. La fecha de entrega prevista, originalmente para 2013, se ha ido posponiendo. Estos retrasos han obligado a la Armada a prolongar la vida útil de sus submarinos de la clase anterior.
  • Litigios y reputación: La búsqueda de una mayor independencia tecnológica por parte de Navantia llevó a la ruptura con su socio francés DCN (ahora Naval Group), lo que generó litigios y la pérdida de know-how esencial, afectando la competitividad del programa en el mercado de exportación.
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