«No es egoísmo, es supervivencia»: la razón científica por la que decir ‘NO’ en el trabajo puede salvarte de un infarto, según Diego Limca (35), cardiólogo

La conexión oculta entre tu jornada laboral y la salud de tu corazón. Un cardiólogo revela por qué negarte a más tareas es un acto de autocuidado fundamental.

Negarse a una tarea extra en el trabajo no es un acto de rebeldía, sino una necesidad biológica que muchos desconocen. Parece una decisión sin importancia, pero en realidad negarse a asumir más responsabilidades es un mecanismo de defensa biológico que tu cuerpo necesita para sobrevivir en un entorno laboral cada vez más exigente. ¿Y si esa simple palabra de dos letras fuera tu mejor seguro de vida? La respuesta podría sorprenderte más de lo que crees.

Esa presión constante por ser el empleado perfecto nos ha llevado a normalizar una sobrecarga que tiene consecuencias físicas devastadoras. La ciencia ha demostrado que el estrés crónico sostenido daña directamente el sistema cardiovascular mucho antes de que aparezcan los primeros síntomas en nuestra vida profesional. Estamos alimentando un enemigo silencioso que crece en nuestras arterias con cada «sí» que pronunciamos por miedo, compromiso o simple agotamiento.

CUANDO EL «SÍ» SE CONVIERTE EN UN VENENO SILENCIOSO

El hábito de aceptarlo todo sin rechistar tiene consecuencias que van mucho más allá del simple cansancio.
El hábito de aceptarlo todo sin rechistar tiene consecuencias que van mucho más allá del simple cansancio. Fuente Freepik.

Seguro que lo has sentido alguna vez: esa sensación de estar superado, de no llegar a todo, pero aun así aceptar un nuevo proyecto. Esta incapacidad para poner límites, a menudo aplaudida como compromiso, se ha convertido en uno de los principales factores de riesgo para la salud en el mundo moderno, afectando a la calidad de nuestra jornada laboral. Creemos que es un problema de gestión del tiempo, pero en realidad es un problema de salud pública que empieza en nuestro trabajo.

Publicidad

Lo peor es que hemos normalizado esta situación hasta convertirla en una medalla al mérito en no pocas empresas. Se valora a quien se queda hasta tarde, a quien responde correos fuera de horario, creando una cultura de la disponibilidad total. Esta cultura del «siempre sí», lejos de aumentar la productividad, crea un ambiente tóxico que normaliza la sobrecarga y castiga el autocuidado, afectando directamente a la carga de trabajo real.

CORTISOL: LA HORMONA DEL ESTRÉS QUE DINAMITA TUS ARTERIAS

Imagina que tu cuerpo tiene una alarma de incendios interna: ese es el cortisol, la hormona que nos prepara para luchar o huir ante un peligro. El problema surge cuando esa alarma no se apaga nunca por culpa de un trabajo estresante. Cuando esta alarma no se apaga nunca, el cortisol elevado de forma constante provoca un aumento de la presión arterial y la inflamación de los vasos sanguíneos, un cóctel explosivo para tu corazón derivado de tus responsabilidades laborales.

Este proceso no es una sensación, es un ataque físico real y silencioso que ocurre dentro de ti. Esa inflamación crónica hace que las paredes de tus arterias se vuelvan más rígidas y propensas a acumular placas de colesterol, como si el óxido se adhiriera a una tubería. Esta inflamación vascular crónica, mantenida día tras día en el trabajo, hace que las arterias se vuelvan más rígidas y estrechas, preparando el terreno para un futuro accidente cardiovascular en tu ámbito profesional.

¿QUÉ DICE LA CIENCIA? LA CONEXIÓN DIRECTA ENTRE ‘BURNOUT’ Y CORAZÓN

No son solo teorías: estudios de gran prestigio avalan esta peligrosa relación.
No son solo teorías: estudios de gran prestigio avalan esta peligrosa relación. Fuente Freepik.

No hablamos de una simple intuición de un médico preocupado, sino de evidencia científica sólida. Investigaciones punteras, como las llevadas a cabo por el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) en España, han puesto cifras a esta amenaza. Investigaciones del CNIC han demostrado que el estrés psicosocial es un factor de riesgo cardiovascular independiente, tan peligroso como el colesterol alto o el tabaquismo, para cualquier puesto de trabajo.

Estos estudios van más allá de la simple correlación y explican el mecanismo exacto que conecta el agotamiento con el infarto. Los análisis revelan que los profesionales con altos niveles de burnout, ese síndrome del «trabajador quemado», muestran una mayor actividad en la amígdala cerebral, el centro del miedo, lo que dispara la respuesta inflamatoria en todo el cuerpo. Tu carrera profesional podría, literalmente, estar enfermando tus arterias desde el cerebro.

MÁS ALLÁ DEL CANSANCIO: LAS SEÑALES QUE TU CUERPO TE ESTÁ GRITANDO

El problema del estrés crónico es que sus primeras señales son sutiles y las disfrazamos de «cosas del trabajo». Insomnio, irritabilidad, falta de concentración o una sensación permanente de apatía son sus primeros susurros. Estos síntomas que a menudo atribuimos a ‘una mala racha’ son en realidad las primeras advertencias de un sistema nervioso sobrecargado que está pidiendo auxilio ante una cultura de empresa tóxica.

Publicidad

Si ignoras estas primeras llamadas de atención, tu cuerpo sube el volumen de sus avisos. Comienzan las palpitaciones al pensar en la reunión del lunes, los dolores de cabeza tensionales que no se van con nada o problemas digestivos recurrentes. La aparición de palpitaciones, dolores de cabeza tensionales o problemas digestivos indica que el daño fisiológico ya ha comenzado a manifestarse de una forma más evidente y preocupante por el estrés laboral.

DECIR ‘NO’ NO ES UNA OPCIÓN, ES TU MEJOR TRATAMIENTO

La solución más efectiva no está en una pastilla, sino en una palabra de dos letras.
La solución más efectiva no está en una pastilla, sino en una palabra de dos letras. Fuente Freepik.

Llegados a este punto, la solución parece evidente, pero es la más difícil de aplicar en un entorno que premia el sacrificio. El miedo a ser percibido como un mal compañero o un profesional poco comprometido nos silencia. Aprender a establecer límites claros no es un signo de debilidad o egoísmo, sino la intervención preventiva más potente para proteger tu salud cardiovascular a largo plazo frente a la sobrecarga profesional.

No se trata de abandonar tus responsabilidades ni de rendirte, sino de entender que tu salud es la herramienta principal de tu trabajo. Poner límites es proteger esa herramienta. Es un acto de inteligencia y supervivencia que tu corazón agradecerá durante décadas. Entender que tu bienestar es innegociable es el primer paso para desactivar esa bomba de relojería silenciosa que el estrés por tus obligaciones laborales instala en tu pecho.

Publicidad
Publicidad