¿Realmente cuando hay sudor es porque estás haciendo bien el ejercicio?

El sudor suele asociarse con un buen entrenamiento, pero en realidad su función principal es regular la temperatura del cuerpo y evitar el sobrecalentamiento. Acaba con los mitos sobre esto y conoce la verdad.

El sudor es uno de los temas que más dudas genera cuando hablamos de ejercicio físico. Para muchos, terminar con la camiseta empapada es sinónimo de un entrenamiento bien hecho, mientras que, si no aparece, parece que la sesión no ha servido de nada. Esta percepción, que se repite en gimnasios y parques, tiene más de mito que de verdad, ya que en realidad no está relacionado de manera directa con la quema de grasa ni con la eficacia del entrenamiento.

El sudor cumple una función mucho más básica y vital: enfriar el cuerpo. Cuando hacemos ejercicio, los músculos generan calor y la temperatura interna sube rápidamente. En ese momento, las glándulas sudoríparas comienzan a liberar agua sobre la piel para que, al evaporarse, actúe como un sistema de aire acondicionado natural. De esta forma, se evita que el organismo alcance temperaturas peligrosas que podrían dañar órganos como el cerebro o el corazón.

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El sudor no adelgaza, solo regula la temperatura del cuerpo

“El sudor no significa adelgazar”. Fuente: Pexels

El sudor está compuesto casi en su totalidad por agua, con una mínima presencia de sales minerales y otras sustancias. Es decir, no eliminamos grasa a través del él, sino líquidos que se recuperan al rehidratarnos. Por eso, perder peso de manera inmediata tras una sesión intensa no significa adelgazar, sino que simplemente hemos perdido agua. La doctora Begoña Manuz, especialista en medicina del deporte, lo resume de forma clara: “tú, cuando sudas, sudas agua, no sudas grasa”.

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Esto significa que sudar más no equivale a entrenar mejor ni a quemar más calorías. El gasto energético real depende del tipo de ejercicio y de su intensidad. Por ejemplo, los entrenamientos aeróbicos moderados favorecen el uso de grasas como combustible, mientras que en ejercicios muy intensos el cuerpo recurre más a la glucosa. El sudar, en este caso, es solo un acompañante inevitable del esfuerzo.

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