«Mi padre murió y el banco se quedó con sus ahorros»: el aviso del Banco de España sobre las cuentas abandonadas que caducan a los 20 años

Miles de euros de tus seres queridos podrían estar en un limbo bancario sin que lo sepas. Descubre el procedimiento legal por el que el Estado se apropia de los ahorros olvidados en los bancos.

El último aviso del Banco de España sobre las cuentas abandonadas pone sobre la mesa una realidad tan desconocida como dolorosa para miles de familias. Imagina descubrir que tu padre, tu abuela o un familiar cercano tenía unos ahorros de los que nadie sabía nada, un pequeño tesoro guardado con esfuerzo. Ahora imagina la desolación al enterarte de que ese dinero ya no existe para ti, el dinero pasa a ser propiedad del Estado si nadie lo reclama en un plazo de 20 años.

Es un golpe silencioso, un proceso administrativo que se siente como un expolio emocional y que el Banco de España supervisa. No se trata de una trama oscura de las entidades financieras, sino de la aplicación de una ley que muy pocos conocen y cuyas consecuencias son devastadoras. La historia se repite una y otra vez: una vida de trabajo se esfuma por un simple descuido burocrático, los herederos legítimos pierden todo derecho sobre esos fondos una vez finaliza el plazo legal. ¿Cómo es posible que esto ocurra en pleno siglo XXI?

¿QUÉ ES EXACTAMENTE UNA ‘CUENTA ABANDONADA’?

No es una cuenta cerrada, sino una que cae en un profundo sueño administrativo del que puede no despertar jamás.
No es una cuenta cerrada, sino una que cae en un profundo sueño administrativo del que puede no despertar jamás. Fuente Freepik.

Todo comienza con el silencio. Un día, una cuenta corriente o una libreta de ahorros deja de tener actividad. No es que se quede a cero, puede tener miles de euros, pero su titular no realiza ni un solo movimiento. Pasan los años, una década, quince… y nadie se da cuenta. Es entonces cuando la maquinaria legal se pone en marcha, la ley establece que una cuenta se considera abandonada tras 20 años sin que el titular realice ninguna operación. Este es el punto de no retorno que activa la alerta en el Banco de España.

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Pero cuidado, porque el concepto de «movimiento» es muy estricto. No basta con que el banco ingrese los intereses anuales, por irrisorios que sean. La ley exige una acción directa del titular o de sus representantes legales. Esto significa que una retirada de efectivo, un ingreso o una simple transferencia son las únicas acciones que detienen el contador. La pasividad es el enemigo, y en el mundo de las finanzas, 20 años de pasividad equivalen a una sentencia de muerte para los ahorros de una familia.

EL VIAJE DEL DINERO: DE TU CUENTA AL TESORO PÚBLICO

El proceso es lento pero implacable. Cuando una cuenta cumple diez años de inactividad, las entidades financieras ya la tienen en su radar. La ley les obliga a realizar una primera gestión, un intento de localizar al titular que, lamentablemente, muchas veces cae en saco roto. Tres meses antes de que se cumplan los fatídicos veinte años, el banco debe hacer un último esfuerzo, los bancos deben intentar notificar al titular por correo certificado antes de declarar el saldo como abandonado.

Si tras ese último aviso no hay respuesta, el destino del dinero está sellado. El saldo se transfiere de la entidad financiera directamente a las arcas del Estado. No hay vuelta atrás. La familia ya no puede hacer nada para recuperarlo, por mucho que demuestre su legítimo derecho como herederos. Ese dinero, que pudo ser para la entrada de un piso, para los estudios de un nieto o para una jubilación más tranquila, se ingresa en el Tesoro Público y se utiliza para financiar la deuda del Estado. Un final frío y burocrático para los ahorros de toda una vida.

«PERO, ¿CÓMO PUEDE PASAR ESTO SIN QUE NADIE SE ENTERE?»

La respuesta está en la combinación de dramas familiares, el paso del tiempo y una burocracia silenciosa.
La respuesta está en la combinación de dramas familiares, el paso del tiempo y una burocracia silenciosa. Fuente Freepik.

Las historias detrás de estas cuentas olvidadas son un reflejo de la propia vida. La causa más habitual es el fallecimiento del titular, sobre todo en personas mayores que no compartían detalles de sus finanzas. Los herederos liquidan las cuentas que conocen, pero siempre puede quedar alguna olvidada en un banco con el que ya no había relación. El fallecimiento del titular es la causa más común para que una cuenta caiga en el olvido durante décadas, dejando un legado económico en un limbo del que es difícil salir.

A esto se suman otras casuísticas: emigrantes que abrieron una cuenta en España y nunca la cerraron, disputas familiares que paralizan herencias o simplemente, personas que por enfermedades como el alzhéimer pierden la noción de su propio patrimonio. Los bancos, por su parte, cumplen con su obligación legal, pero esta es limitada. Las entidades de crédito cumplen la ley enviando una carta a la última dirección registrada, que a menudo está desactualizada. Una carta devuelta es, en la práctica, el fin del camino. Por ello el Banco de España insiste en la prevención.

LA PREVENCIÓN, TU MEJOR ARMA CONTRA EL OLVIDO

La solución para evitar este drama familiar no es compleja, pero requiere algo que a menudo pasamos por alto: organización y comunicación. Hablar de dinero sigue siendo un tabú en muchas familias, pero es imprescindible para protegerse. Un simple gesto como tener un documento en casa donde se listen todas las entidades bancarias con las que se opera puede ahorrar un disgusto monumental en el futuro. Mantener un inventario actualizado de todas las cuentas bancarias es fundamental para proteger el patrimonio familiar.

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Si ya es tarde y ha fallecido un familiar, los herederos no deben dar por sentado que conocen todo su patrimonio. Existe una herramienta clave que ofrece el propio Banco de España para arrojar luz sobre las finanzas del difunto. Presentando el certificado de defunción y la documentación que acredita la condición de heredero, se puede solicitar un informe completo. Los herederos pueden solicitar al Banco de España un informe de las posiciones bancarias de una persona fallecida, un trámite que desvela todas las cuentas, depósitos o tarjetas que tuviera a su nombre.

NO ES UN ROBO, PERO SE SIENTE COMO TAL: EL IMPACTO EMOCIONAL

Más allá de las cifras y los plazos, está la sensación de pérdida y la frustración de lo que pudo ser.
Más allá de las cifras y los plazos, está la sensación de pérdida y la frustración de lo que pudo ser. Fuente Freepik.

Descubrir la existencia de una cuenta olvidada cuando el dinero ya ha sido transferido al Estado es un mazazo doble. Al dolor de la pérdida del ser querido se suma la rabia y la impotencia de ver cómo el fruto de su esfuerzo se ha desvanecido por una cuestión burocrática. Aunque legal, el proceso se percibe como injusto, como si el sistema se aprovechara de un despiste o de una desgracia familiar. El Banco de España es claro con la norma, pero la pérdida de estos ahorros se vive como un trauma emocional que agrava el duelo por el ser querido.

Por eso, la mejor herencia que podemos dejar, y el mejor homenaje que podemos hacer a nuestros mayores, es la tranquilidad. Asegurarse de que nuestro legado, grande o pequeño, no acabará en un expediente administrativo del Tesoro Público es una responsabilidad que nos incumbe a todos. Al final, ese dinero no es solo un número en una pantalla; es tiempo, es sacrificio, es la historia de una vida. Gestionar correctamente una herencia es el último acto de respeto hacia el esfuerzo de nuestros mayores. El Banco de España nos avisa, y está en nuestra mano escuchar.

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