La psicología positiva lleva tiempo intentando descifrar qué prácticas cotidianas son realmente efectivas para mejorar el bienestar. Aunque la industria del “self care” ofrece desde libros hasta terapias costosas, la ciencia insiste en que los cambios más significativos pueden estar al alcance de cualquiera. Y uno de ellos, según múltiples estudios, tiene que ver con un gesto tan sencillo como mantener el orden en el hogar.
Puede parecer trivial, pero la evidencia científica es clara, y dice que el entorno influye directamente en la mente. No se trata solo de estética o de comodidad, sino de un hábito que fortalece la autoestima, la claridad mental y hasta la productividad en el trabajo. La psicología positiva ha demostrado que un espacio organizado es, en muchos casos, el primer paso hacia una vida más equilibrada y satisfactoria.
1El orden como motor de bienestar

La psicología positiva sostiene que pequeños hábitos, como recoger la cocina, hacer la cama o guardar los objetos después de usarlos, pueden tener un impacto sorprendente en la felicidad. No es casualidad que el informe ‘Hogares con Psicología’, realizado por el Consejo General de la Psicología junto a IKEA, confirmara que quienes viven en espacios ordenados muestran mayores niveles de satisfacción vital.
Expertas como la psicóloga Patricia Maguet apuntan que el orden externo facilita el orden interno. Cuando el hogar está despejado, la mente procesa mejor las emociones, lo que reduce la sensación de agobio y evita caer en la procrastinación. En cambio, los espacios caóticos no solo generan estrés, sino que también afectan a la seguridad emocional de quienes los habitan, como ha demostrado la investigadora Catherine Roster.