El presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, se enfrenta a un panorama complicado en el seno del Partido Popular valenciano. A la creciente presión interna por parte de figuras como Francisco Camps se suma un tema que sigue acaparando titulares: su vínculo con la periodista Maribel Vilaplana, que tras su encuentro con el presidente el 29 de octubre de 2024, dice haber vivido una pesadilla mediática.
La situación no es simple para Mazón. Por un lado, debe lidiar con el resurgir de figuras históricas del partido, como Camps, que se presenta como el salvador del PP valenciano, criticando abiertamente la actual dirección regional.
Por otro, su cercanía con Vilaplana se ha convertido en una bola de nieve que no cesa de crecer, arrastrando con ella no solo su imagen, sino también la de su entorno político y personal. La carta abierta de Vilaplana, en la que rompe su silencio tras meses de interesado silencio, ha puesto al presidente en una posición delicada.
VILAPLANA
Maribel Vilaplana ha intentado ser clara en su carta a costa de contradecirse en la hora en la que acabó su comida con el presidente valenciano. Pese a los rumores, la periodista dice que su encuentro con Mazón en la tarde del 29 de octubre de 2024 fue totalmente profesional.
Sin embargo, el destino quiso que ese día fuera uno de los más trágicos para la Comunidad Valenciana, cuando la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) desbordó la región, causando múltiples víctimas y daños.
Vilaplana dice que mantuvo una reunión con Mazón sin saber la magnitud de la catástrofe que se desataba en otras localidades, se vio arrastrada por un torbellino mediático que no tardó en apuntar hacia ella. La periodista relata cómo, al principio, no comprendió la seriedad de lo que estaba ocurriendo.

A pesar de estar en la ciudad de Valencia, donde las lluvias no eran tan intensas, Vilaplana asegura que fue después de su encuentro cuando se enteró de la gravedad de la situación. El escándalo estalló cuando se supo públicamente que había estado comiendo con el presidente durante las horas en que la DANA azotaba la región.
La especulación sobre su papel en la tragedia aumentó, alimentando un clima de acoso que, según Vilaplana, acabó afectando profundamente su salud mental, con un diagnóstico de estrés postraumático.
Su carta, escrita meses después, pone el foco en el hecho de que su silencio inicial ante la situación solo sirvió para avivar la especulación sobre la relación de ambos. Vilaplana admite que cometió el error de no hacer declaraciones más claras en su momento y, aunque nunca ostentó cargo público ni tuvo influencia en la toma de decisiones, su imagen fue distorsionada y utilizada políticamente.
Vilaplana ha dejado claro que quién debe dar explicaciones es Mazón, que ha cambiado de versión en varias ocasiones para intentar salvar su carrera política. Pero víctimas de la DANA denuncian que la periodista, en nómina del Levante Club Deportivo, lleva «10 meses encubriendo una mentira».
CAMPS
Mientras tanto, Mazón se enfrenta a los ecos de un pasado que vuelve con fuerza. Francisco Camps, expresidente de la Generalitat, ha mostrado su intención de regresar a la política activa y liderar el PP de la Comunidad Valenciana.
A pesar de que el partido ha evolucionado desde su época, Camps se mantiene firme en su posición: sin embargo, el entorno de Mazón no ha sido especialmente receptivo a su regreso. Ningún cargo público institucional del PP de la provincia de Alicante asistió a la cena en apoyo de Camps, lo que pone en evidencia las tensiones internas dentro del partido.
Camps se ha rodeado de figuras de su generación como Sonia Castedo, exalcaldesa de Alicante.
FEIJÓO
Frente a esta rebelión interna, Mazón parece aferrarse a la figura de Alberto Núñez Feijóo, líder nacional del PP, como una estrategia para consolidar su posición. Feijóo ha evitado tomar distancias con el presidente valenciano, que va camino de resistir y es el favorito para ser el candidato autonómico en 2027.
La relación entre ambos ha sido estrecha, y Mazón sabe que el respaldo de Feijóo es crucial para mantener el control en la Comunidad Valenciana frente a los intentos de reactivación de figuras del pasado como Camps.