Ozempic se ha consolidado en los últimos años como uno de los medicamentos estrella en el tratamiento de la diabetes tipo 2 y la obesidad. Su principio activo, la semaglutida, actúa sobre la saciedad y el metabolismo, lo que ha permitido a miles de pacientes controlar mejor su peso y reducir riesgos asociados. Sin embargo, la historia de este fármaco parece ir mucho más allá de la pérdida de kilos o la protección cardiovascular, ya que la ciencia empieza a explorar su eficacia en ámbitos tan complejos como las adicciones.
Un estudio realizado por universidades de Suecia y Estados Unidos ha despertado un enorme interés al demostrar que Ozempic puede reducir de manera significativa la búsqueda de cocaína en modelos animales. Aunque los ensayos en humanos aún no han comenzado, los resultados sitúan a la semaglutida como un posible tratamiento para un trastorno que afecta a millones de personas y que, hasta el momento, carece de opciones farmacológicas eficaces.
1Ozempic y el salto de la obesidad a la neurociencia

El éxito de Ozempic en el control del peso y la diabetes abrió la puerta a investigar otras aplicaciones. Su impacto sobre el sistema nervioso y la regulación de la conducta alimentaria ha llevado a los científicos a preguntarse si también podría influir en el circuito de recompensa del cerebro, clave en el desarrollo de las adicciones. La hipótesis se ha visto respaldada por los primeros resultados en animales de laboratorio, donde la semaglutida ha mostrado una reducción del 26% en el consumo de cocaína por autoadministración.
La investigación, liderada por la profesora Elisabet Jerlhag en la Universidad de Gotemburgo, revela que el efecto no solo disminuye el consumo, sino también la motivación por buscar la droga. Tras un periodo de abstinencia, los animales tratados con semaglutida mostraron hasta un 62% menos de búsqueda activa de cocaína. Para los expertos, estos hallazgos refuerzan la idea de que Ozempic podría desempeñar un papel en terapias futuras contra la dependencia.