El Ratatouille casero no es solo un plato provenzal, es una forma de rendir homenaje a la cocina sencilla que nace del campo francés y que, con pocos ingredientes, logra un sabor inolvidable. No hace falta viajar hasta Niza o Marsella para disfrutarlo; con unas verduras frescas y algo de paciencia, cualquiera puede llevar este clásico a su mesa.
El Ratatouille casero tiene esa magia que combina lo saludable con lo reconfortante. Es ligero pero lleno de matices, y se adapta tanto como guarnición de carnes o pescados como en protagonista absoluto de un menú vegetariano. Si alguna vez pensaste que las verduras no podían emocionar, este plato es la prueba de lo contrario.
3Deleita tu paladar con este plato

Una vez finalizado todo el proceso, y cuando ya el Ratatouille casero salga del horno, debes dejarlo reposar unos minutos antes de probarlo o servirlo para que los jugos se asienten y los aromas se intensifiquen. Al probarlo, notarás cómo cada verdura mantiene su esencia pero se integra en un conjunto suave y lleno de sabor, y tu paladar será de testigo de algo único.
Este plato es muy versátil y eso es una de las cosas que más llama la atención, pues puedes servir este Ratatouille casero como acompañante de un pescado al horno, de una carne asada o, si prefieres algo más ligero, disfrútalo tal cual, acompañado de un buen pan crujiente. No solo llevarás a tu mesa un clásico francés, sino también una demostración de que lo simple puede ser extraordinario.