Lo que no sabías del estrés: el impacto silencioso que altera tu memoria

El estrés tiene muchas consecuencias pero una de las que probablemente no conocías es la alteración de la memoria. Conoce todo lo que puede producir el estrés y evítalo a tiempo.

El estrés se ha convertido en un acompañante cotidiano al que muchos hemos aprendido a acostumbrarnos casi sin darnos cuenta. Está presente en la rutina laboral, en las responsabilidades familiares e incluso en los momentos de descanso cuando la mente se niega a desconectar. Aunque solemos relacionarlo con cansancio o ansiedad, lo cierto es que sus efectos van mucho más allá de la sensación de agobio. La ciencia ha demostrado que también puede modificar la forma en que recordamos y procesamos la información.

Lejos de ser un problema pasajero, el estrés tiene la capacidad de alterar la memoria de manera silenciosa. No siempre se nota de inmediato, pero con el tiempo influye en la atención, la concentración y la capacidad de retener datos. Ese “vacío” que se siente cuando se olvidan cosas importantes no siempre está ligado a la edad o al despiste, sino a los niveles de cortisol, la hormona que se dispara en situaciones de tensión.

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El estrés y su vínculo con la memoria a corto plazo

“El estrés afecta el cerebro”. Fuente: Pexels

El estrés afecta de forma directa a la memoria a corto plazo, esa que utilizamos para recordar un número de teléfono, una dirección o lo que acabamos de leer. Cuando la mente está sobrecargada, el cerebro prioriza la supervivencia frente a la retención de datos, lo que explica por qué a veces, en momentos de mucha presión, resulta casi imposible memorizar incluso lo más sencillo. Investigadores han comprobado que los picos elevados de cortisol interfieren con el hipocampo, región cerebral encargada de gestionar la memoria inmediata.

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Esto significa que, aunque una persona esté acostumbrada a trabajar bajo presión, el impacto del estrés no desaparece. Lo que suele ocurrir es que se normaliza la dificultad para recordar detalles pequeños, como dónde se han dejado las llaves o qué se había ido a buscar a otra habitación. Ese tipo de olvidos cotidianos son señales de que la memoria está pagando un precio invisible.

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