Dormir bien es una de las necesidades biológicas más importantes para el ser humano, un proceso que no solo restaura la energía del cuerpo, sino que también protege la memoria, el estado de ánimo y el sistema inmunológico. Sin embargo, aunque siempre se ha insistido en alcanzar un número mínimo de horas de descanso, la ciencia comienza a matizar que la cantidad no lo es todo. Dormir demasiado también puede volverse un problema, y los excesos, lejos de traer beneficios, podrían afectar al cerebro de forma similar a la falta de sueño.
Un reciente estudio de la Universidad de Harvard ha puesto este debate sobre la mesa. Los investigadores analizaron cómo varía el rendimiento cognitivo según la duración del sueño, y los resultados sorprendieron incluso a los expertos: dormir más de nueve horas puede ser tan perjudicial como hacerlo menos de seis. Con ello, se abre una reflexión necesaria sobre la calidad frente a la cantidad y sobre la importancia de encontrar un equilibrio justo en nuestras horas de descanso.
3La calidad como clave del bienestar

Los hallazgos de la investigación apuntan a una conclusión clara, y es que no existe una fórmula universal, pero dormir en exceso no aporta beneficios adicionales y, en algunos casos, puede convertirse en un riesgo. La recomendación general sigue siendo mantener entre siete y ocho horas de sueño nocturno, procurando horarios estables y evitando interrupciones.
Además de favorecer la memoria y la concentración, este equilibrio reduce el riesgo de enfermedades metabólicas, cardiovasculares y emocionales. En definitiva, más que obsesionarse con la cantidad de horas, la clave está en dormir con calidad, respetando los ciclos naturales y entendiendo el descanso como un pilar esencial del bienestar integral.