Tocar la huella de un dinosaurio es una de esas experiencias que te reinician por dentro, un viaje directo a una época que creías inalcanzable. En la costa de Asturias, la paleontóloga Laura Sanz nos recuerda que esa fantasía es tangible y se encuentra bajo nuestros pies. Como ella misma afirma, aquí caminas sobre un mar de 200 millones de años, una frase que resuena con la fuerza de las olas mientras te acercas a un pasado que se puede sentir con las manos.
La sensación es casi irreal, un escalofrío que recorre la espalda al pensar que justo en este punto un ser colosal dejó su marca para siempre. ¿Qué se siente al poner la mano en la misma roca que pisó una de estas criaturas prehistóricas? Laura Sanz lo desvela, porque según nos cuenta, la clave es aprender a mirar las piedras con otros ojos, transformando un simple paseo por la orilla en una auténtica expedición a un mundo perdido y fascinante.
DINOSAURIO HUELLAS: ¿UN PASEO POR LA PLAYA O UN VIAJE AL JURÁSICO?
Pocas veces un arenal bañado por el Cantábrico esconde un secreto tan monumental. La Playa de la Griega, en Colunga, parece un paisaje costero más, pero esconde un portal en el tiempo. Aquí, el sonido de las olas se mezcla con el eco de pisadas de gigantes jurásicos, y la marea baja no solo descubre arena y conchas, sino la prueba física de un mundo desaparecido. Es una lección de humildad que te conecta con la inmensidad del tiempo geológico.
Bajo la guía experta de Laura Sanz, esas hendiduras en la roca cobran vida y dejan de ser simples formas curiosas. Son icnitas, el rastro de actividad de un ser que respiró y caminó sobre este mismo suelo hace eones. Es increíble cómo el peso de un animal de varias toneladas quedó grabado en el barro para la eternidad, un testimonio imborrable que ha sobrevivido a glaciaciones, continentes a la deriva y al auge de la humanidad.
LAURA SANZ Y EL SECRETO QUE ESCONDEN LAS ROCAS
Laura Sanz no es solo una científica; es una traductora de historias escritas en piedra. Su entusiasmo es contagioso cuando explica que, efectivamente, «caminas sobre un mar de 200 millones de años». Con ella, la paleontología abandona la solemnidad del museo y se convierte en una aventura apasionante. Es la prueba de que la ciencia puede ser una experiencia emocionante y sensorial al alcance de todos, una forma de tocar el pasado con los dedos.
Su trabajo consiste en leer el lenguaje de las rocas, interpretando cada grieta y cada marca para reconstruir un instante de la vida de estos reptiles del pasado. Nos invita a fijarnos en los detalles que a simple vista pasarían desapercibidos. Y es que, como ella insiste, cada huella es una cápsula del tiempo que nos habla del comportamiento del animal, revelando si corría, caminaba tranquilo o si lo hacía en grupo, un relato fascinante.
ASTURIAS: NO SOLO MIRAR, SENTIR EL PESO DE LA HISTORIA
Apoyar la mano sobre la fría superficie de la roca y sentir su contorno es sobrecogedor. El tamaño de la pisada es tan descomunal que tu mano apenas cubre una pequeña parte. En ese momento, la mente vuela y te imaginas la pata gigantesca que se posó justo ahí, dejando una marca que desafiaría al propio tiempo. Laura Sanz anima a cerrar los ojos para potenciar esa conexión casi mística con la criatura.
Este simple gesto te cambia la percepción de la historia para siempre. Ya no es una cifra en un libro de texto, sino una realidad palpable. La frase de Laura, “caminas sobre un mar de 200 millones de años”, cobra entonces todo su sentido. Te das cuenta de que la historia de la Tierra no es algo ajeno, sino un legado que pisamos a diario, un patrimonio silencioso que espera ser descubierto y respetado.
EL GIGANTE QUE DEJÓ SU MARCA EN LA COSTA ASTURIANA
El autor de estas icnitas no fue un dinosaurio cualquiera. Hablamos de un saurópodo, uno de los animales terrestres más grandes que han existidoF. Un coloso herbívoro de cuello larguísimo y cola interminable que podía alcanzar los veinte metros de largo. Laura Sanz lo describe de una forma que te permite visualizarlo: era un ser tan pesado como varios elefantes juntos moviéndose por esta misma costa, un auténtico titán del Jurásico.
Intentar imaginar a esta bestia prehistórica paseando tranquilamente por donde ahora rompen las olas es un ejercicio de abstracción increíble. El paisaje sería radicalmente distinto, con una vegetación exuberante y un clima subtropical. Y en medio de ese escenario, nuestro protagonista se desplazaba lentamente en busca de alimento, ajeno a que su rastro se convertiría en una de las mayores atracciones de la paleontología europea.
ASTURIAS, UN PARAÍSO JURÁSICO AL ALCANCE DE TU MANO
Lo que hace de Asturias un lugar único en el mundo es que este hallazgo no es un hecho aislado. Toda la franja costera oriental, desde Gijón hasta Ribadesella, es conocida como la «Costa de los Dinosaurios». Aquí, como bien sabe Laura Sanz, los acantilados y las playas son un libro abierto de la Era Mesozoica, un tesoro paleontológico que convierte a la región en un referente internacional para los amantes de estas criaturas.
Así, la promesa de Laura Sanz de que «caminas sobre un mar de 200 millones de años» se extiende por todo el litoral. La próxima vez que pises una playa asturiana, quizás no mires la arena de la misma forma. Porque bajo tus pies podría esconderse el rastro de seres extintos, y la aventura de descubrirlos solo requiere un poco de curiosidad y la guía adecuada, una invitación a explorar un mundo que creíamos perdido para siempre.