La energía con la que arrancamos el día depende en gran medida de lo que elegimos para desayunar. Aunque muchas veces se subestima, la primera comida del día no solo sacia el hambre, sino que marca el ritmo de nuestra productividad, concentración y bienestar. Apostar por opciones ligeras pero nutritivas puede ser la clave para mantenernos activos durante toda la mañana sin caer en el cansancio prematuro y sin necesidad de recurrir a estimulantes que solo ofrecen un alivio momentáneo.
En los últimos años, se ha demostrado que no se trata de comer mucho al empezar la jornada, sino de seleccionar alimentos que favorezcan la digestión y aporten los nutrientes adecuados. Una elección acertada puede mejorar la energía, evitar la pesadez y dar la vitalidad suficiente para rendir tanto en el trabajo como en los estudios o en cualquier actividad cotidiana. Por eso, cada vez más nutricionistas recomiendan prestar atención a este momento del día y no dejarlo en manos de la improvisación.
3Intenta variar para no aburrirte y sentirte mejor

Finalmente, la energía que se obtiene de un desayuno está muy vinculada a la variedad de la dieta. Comer siempre lo mismo puede volverse aburrido y, además, limitar el aporte de nutrientes diferentes que el cuerpo necesita. Por eso, es recomendable alternar entre opciones dulces y saladas, probar combinaciones nuevas y variar los ingredientes según la temporada, aprovechando lo que ofrece cada estación del año.
La ventaja de estas alternativas es que no solo cuidan la salud, sino que también mantienen el interés por el desayuno, convirtiéndolo en un momento agradable. De esta forma, la energía no proviene únicamente de lo que se ingiere, sino también de la motivación de empezar el día con un hábito que se disfruta y que sienta bien tanto al cuerpo como a la mente. Dedicar unos minutos a preparar un desayuno distinto cada día puede marcar la diferencia en el estado de ánimo y en el rendimiento diario.