La solución «cutre» de Defensa de alargar la vida de los Harrier con piezas de segunda mano

Este veterano caza de despegue y aterrizaje vertical, ha sido una pieza clave de la aviación nava española, operando desde la cubierta del buque de proyección estratégica Juan Carlos I.

No ha acabado el año 2025, primero desde la entrada en vigor desde que el pasado mes de abril entrará en vigor el el Plan Industrial y Tecnológico de Seguridad y Defensa, y ya se atisba un problema serio que deja en entredicho las decisiones y el proyecto de rearme de la cartera dirigida por Margarita Robles. Ese primer lunar negro que aparece en el nuevo proyecto de Defensa no es otro que los aviones de combate que van embarcados AV-8B+Harrier. Los cuales deberían ser retirados en 2030, cuando cumplirían más de 40 años de servicio en muchos casos.

Esa retirada para desgracia operativa y mala imagen del Ministerio de Defensa español parece ser que se va a alargar en el tiempo. Algo, que claro está, supondrá una serie de problemas para las capacidades operativas de nuestra Armada. Unas complicaciones que vienen por los retrasos del programa de mejoras para un nuevo modelo de eurofigthers que dote a España de aviones de quinta generación. A estas circunstancias hay que sumar la negativa del Gobierno de Pedro Sánchez de comprar los F-35B norteamericanos con la excusa de buscar la independencia tecnológica de española y no depender del materia norteamericano y más con Trump de presidente.

Con todo esto, desde Defensa se han afanado en en buscar un plan alternativo, una solución que a vista de todos los analistas militares a punta a ser la «más cutre». Ampliar la vida útil de nuestros Harrier un par de años más, hasta 2032. Para ello, desde el Ministerio de Margarita Robles no han visto otra forma de hacerlo que comprando los aviones del citado modelos que Estados Unidos e Italia iban a comenzar a retirar. Esas naves no serían las encargadas de entrar en liza, si no que serían utilizadas para amontonar piezas de repuesto que Airbus utilizaría para alargar la vida de estos aviones de combate. Este consorcio europeo aeroespacial es de la máxima confianza del Gobierno y «tiene bastante experiencia en casos similares», según informan fuentes cercanas al Ejecutivo español.

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Este veterano caza de despegue y aterrizaje vertical, ha sido una pieza clave de la aviación nava española, operando desde la cubierta del buque de proyección estratégica Juan Carlos I, con un tiempo de vida ya agotado. Pero la necesidad de prolongar su vida útil por dos años más, a la espera de un relevo que no llega, ha puesto en el punto de mira una serie de desafíos críticos que van más allá del simple envejecimiento de un avión. Es un dilema estratégico que enfrenta a la Armada con la obsolescencia, los altos costos y un futuro incierto.

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Aterrizaje de un Harrier desde la cubierta de vuelo del LHD Juan Carlos I (Fuente: Agencias)

SOLUCIÓN DE EMERGENCIA CON POSIBLES CONSECUENCIAS GRAVES

La extensión de la vida operativa de los Harrier es, en esencia, una medida de contingencia. A pesar de su longevidad y probada capacidad para su misión de apoyo aéreo cercano, el Harrier es un avión de una era pasada, por mal que suene. La primera y más evidente preocupación es el mantenimiento y la escasez de piezas de repuesto. A sus más de 40 años de servicio, la flota de Harrier de la Armada Española se enfrenta a una realidad incómoda. Sus principales operadores, como el Cuerpo de Marines de Estados Unidos, Reino Unido e Italia, ya están en proceso de retirada, lo que ha debilitado drásticamente la cadena de suministro.

En un futuro no muy lejano, esto podría obligar a la Armada a recurrir a la canibalización de aviones fuera de servicio para mantener operativos a los demás. Una práctica costosa y poco sostenible que pone de manifiesto la urgencia de una solución a largo plazo. Que ya hemos citado con anterioridad.

El segundo gran problema es la obsolescencia tecnológica. En un mundo donde los conflictos modernos se libran con cazas de quinta generación, el Harrier se ha quedado atrás. Carece de la capacidad de sigilo, de los sensores avanzados y de las redes de comunicación que definen a aeronaves como el F-35B Lightning II. Esta brecha tecnológica no solo compromete su eficacia en un entorno de combate de alta intensidad, sino que también limita la interoperabilidad con los aliados de la OTAN, quienes ya han adoptado tecnologías de vanguardia. La capacidad de operar de forma conjunta y coordinada se ve mermada, afectando la posición de España en el panorama de la defensa global.

Avión Harrier (Fuente: Agencia)
Avión Harrier (Fuente: Agencia)

PELIGROS OCULTOS DE LA DILACIÓN

El retraso en la transición a un nuevo modelo también tiene un impacto significativo en la formación y la habilidad del personal. Mantener a los pilotos y a los técnicos de mantenimiento en un avión obsoleto durante más tiempo del necesario aumenta la dificultad de adaptación al nuevo sistema cuando finalmente se adquiera. La curva de aprendizaje será más pronunciada, y la Armada podría encontrarse en una situación de desventaja durante el período de transición.

Por último, pero no menos importante, están los riesgos financieros. Aunque la extensión de la vida útil parece una solución económica a corto plazo, el costo real puede ser mucho mayor a largo plazo. Los gastos de mantenimiento, la adquisición de piezas de repuesto cada vez más raras y las revisiones mayores de la flota aumentarán exponencialmente con la edad de los aviones. Además, la dilación en la compra de un sustituto expone a la Armada a futuros aumentos de precios, ya sea por la inflación o por cambios en el mercado de defensa.

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¿POR QUÉ SE ALARGA LA VIDA DEL HARRIER?

Entonces, ¿por qué la Armada Española se ha visto obligada a tomar esta decisión? La respuesta es tan compleja como el dilema mismo: la falta de un sustituto viable y la escasez de recursos presupuestarios, aunque se intente esconder este tema con la excusas de priorizar otros proyectos de mejora de nuestro Ejército.

El Harrier es único por su capacidad STOVL, una cualidad indispensable para operar desde el Juan Carlos I. La única aeronave moderna que cumple con este requisito es el F-35B Lightning II. Sin embargo, a pesar de ser el candidato ideal, su adquisición ha sido un «tema tabú» en los círculos gubernamentales debido a su altísimo coste. La inversión multimillonaria que se necesitaría para una flota de F-35B simplemente no se ha materializado en los presupuestos de Defensa.

Aviones Harrier patrullando (Fuente: Agencias)
Aviones Harrier españoles patrullando (Fuente: Agencias)

Para complicar las cosas, no existe una alternativa europea con capacidad STOVL que pueda reemplazar al Harrier, y el programa del Futuro Sistema Aéreo de Combate (FCAS) no contempla una variante de este tipo. Esto ha dejado a la Armada en una encrucijada sin salida, sin opciones reales para la sustitución de su fuerza aérea embarcada en el corto y medio plazo.

Por lo tanto, alargar la vida del Harrier no es una decisión tomada a la ligera, sino una medida forzada para mantener la capacidad aeronaval de la Armada. Sin un ala aérea de ala fija, el Grupo de Proyección de la Flota perdería una capacidad estratégica crucial, lo que comprometería su capacidad de proyección de fuerza y su papel en el escenario internacional.

En definitiva, la prolongación de la vida del Harrier es una solución temporal que evita la pérdida inmediata de una capacidad clave. Sin embargo, este parche no resuelve los problemas de fondo. La Armada se encuentra en una carrera contra el tiempo, donde la obsolescencia y los crecientes costos de mantenimiento acechan, mientras la decisión de adquirir un sustituto se posterga indefinidamente. Es un dilema que solo se resolverá con una decisión política firme y una inversión que asegure el futuro estratégico de la aviación naval española.

Portaviones Juan Carlos I (Fuente: Agencias)
Portaviones Juan Carlos I (Fuente: Agencias)
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