“Tu smartwatch no salvará tu corazón en un infarto, y sí, se disparará tu ansiedad”: el aviso del cardiólogo José Veles (33)

El sorprendente aviso de un cardiólogo sobre los relojes inteligentes y los infartos. Por qué la función que crees que te protege podría ser inútil en el peor momento.

Ese smartwatch que llevas en la muñeca, el que mide tus pasos, tu sueño y hasta tu ritmo cardíaco, se ha convertido en una especie de ángel de la guarda tecnológico. Confiamos en él, pero ¿y si esa confianza está mal depositada? El cardiólogo José Veles, a sus 33 años, lanza una advertencia que resuena como un jarro de agua fría, ya que según su experiencia clínica tu reloj inteligente es incapaz de detectar un infarto de miocardio cuando está ocurriendo. Es una afirmación rotunda que desmonta uno de los grandes mitos de la salud digital.

La promesa de seguridad se desvanece con sus palabras, que nos obligan a replantearnos el papel de estos aparatos. Según Veles, no solo es que tu smartwatch no te salvará, sino que puede convertirse en un enemigo silencioso. La obsesión por los datos que arroja puede ser contraproducente, porque como él mismo afirma, se disparará tu ansiedad al interpretar erróneamente las alertas del dispositivo de muñeca y generar un estrés innecesario. ¿Estamos, entonces, alimentando un problema mientras creemos estar cuidándonos?

¿UN GUARDIÁN EN TU MUÑECA O UNA FUENTE DE ESTRÉS?

La promesa de seguridad choca con una realidad incómoda que nos obliga a mirar más allá de la pantalla.
La promesa de seguridad choca con una realidad incómoda que nos obliga a mirar más allá de la pantalla. Fuente Freepik.

Millones de personas se han acostumbrado a recibir notificaciones sobre su frecuencia cardíaca, creyendo que cualquier anomalía será detectada al instante. Esta sensación de control es poderosa y adictiva, pero lo que pocos saben es que la tecnología de un smartwatch no está calibrada para identificar los signos de un infarto, que son mucho más complejos que una simple alteración del pulso. Este gadget de salud nos da una falsa tranquilidad que puede ser muy peligrosa si sustituye al sentido común.

Publicidad

El problema de fondo es que delegamos nuestra atención en un algoritmo que tiene limitaciones evidentes. La confianza ciega en que el dispositivo nos avisará del peligro nos puede llevar a ignorar síntomas físicos reales, como el dolor en el pecho o el brazo. José Veles insiste en que la verdadera prevención pasa por conocer los síntomas clásicos de un infarto y actuar con rapidez, no por esperar una notificación que nunca llegará desde nuestro monitor de actividad. El reloj es una herramienta, no un equipo de urgencias.

LA GRAN CONFUSIÓN: FIBRILACIÓN AURICULAR NO ES UN INFARTO

La tecnología ha popularizado términos médicos que a menudo se malinterpretan, creando una peligrosa neblina de desinformación. Es fundamental saber qué mide realmente nuestro dispositivo para entender su verdadero alcance y sus evidentes carencias en una emergencia real.

Ciertamente, un smartwatch moderno puede ser increíblemente útil para una cosa: detectar posibles signos de fibrilación auricular. Esta es una arritmia común que puede aumentar el riesgo de ictus, y la alerta del reloj puede llevar a una persona al médico para un diagnóstico precoz. Sin embargo, la confusión es mayúscula, puesto que un electrocardiograma de muñeca de una sola derivación no puede confirmar un ataque al corazón, para lo que se necesita un ECG clínico de doce derivaciones que analiza la actividad eléctrica desde múltiples ángulos.

Un infarto de miocardio ocurre cuando el flujo de sangre a una parte del corazón se bloquea, provocando la muerte del tejido muscular. Este evento no siempre causa una arritmia que el wearable pueda identificar de forma fiable. Los síntomas son otros: presión en el pecho, dificultad para respirar, sudor frío. Por eso, Veles es tajante, ya que confiar en la tecnología vestible para una emergencia de este calibre es un error potencialmente fatal, porque el aparato simplemente no está diseñado para esa función diagnóstica.

«SE DISPARARÁ TU ANSIEDAD»: EL EFECTO PSICOLÓGICO INESPERADO

El foco no solo está en lo que el reloj no puede hacer, sino en lo que sí puede provocar en nuestra mente.
El foco no solo está en lo que el reloj no puede hacer, sino en lo que sí puede provocar en nuestra mente. Fuente Freepik.

La monitorización constante nos ha convertido en analistas aficionados de nuestra propia salud, interpretando cada pequeña fluctuación como una señal de alarma. Este bucle de chequeo compulsivo es una puerta de entrada a la hipocondría digital o cibercondría. Cada vez que el smartwatch marca un pico de estrés o una frecuencia cardíaca algo elevada por subir unas escaleras, se activa un resorte de preocupación que puede desembocar en un cuadro de ansiedad, como advierte el cardiólogo José Veles, que ve cada vez más pacientes así.

Este fenómeno crea una dependencia emocional de los datos, donde la percepción de bienestar ya no depende de cómo nos sentimos, sino de lo que dice una pantalla. Se establece una relación tóxica con la información, porque la sobreabundancia de datos de salud sin contexto médico genera más miedo que tranquilidad y puede llevar a visitas innecesarias a urgencias. El smartwatch, lejos de tranquilizar, puede acabar convirtiéndose en un catalizador de nuestro propio estrés, en una profecía autocumplida.

Publicidad

¿QUÉ HACER ENTONCES CON TODA ESA INFORMACIÓN?

La clave no es demonizar la tecnología, sino aprender a utilizarla de forma inteligente y consciente, entendiendo que es un complemento y nunca un sustituto del criterio humano y profesional. Hay que devolverle al dispositivo su verdadera dimensión.

La información que nos proporciona un smartwatch es valiosa si la usamos correctamente. En lugar de buscar alertas de emergencia, debemos enfocarla como una herramienta para observar tendencias a largo plazo. ¿Ha mejorado tu capacidad aeróbica? ¿Duermes mejor cuando meditas? En ese contexto, los datos del monitor cardíaco de muñeca sirven para motivar hábitos de vida saludables, no para realizar un autodiagnóstico en tiempo real que nos llene de angustia.

Es fundamental integrar esa información en un diálogo con nuestro médico. Llevarle un registro de nuestra actividad o de episodios puntuales puede darle pistas útiles para un seguimiento. Sin embargo, la decisión final siempre debe recaer en el profesional, ya que un médico es el único que puede interpretar los datos de tu smartwatch en el contexto de tu historial clínico completo. Separar el dato del contexto es, precisamente, lo que alimenta la ansiedad y la confusión.

LA TECNOLOGÍA COMO ALIADA, NO COMO SUSTITUTA DEL MÉDICO

Al final, el debate nos devuelve al equilibrio entre la innovación y el insustituible juicio humano.
Al final, el debate nos devuelve al equilibrio entre la innovación y el insustituible juicio humano. Fuente Freepik.

Un smartwatch es un aliado formidable para mantenernos activos, para retarnos a caminar un poco más cada día o para recordarnos que debemos respirar hondo en un momento de estrés. Su valor reside en la prevención y en la promoción de un estilo de vida consciente y saludable. Lo que no podemos pedirle es que sea un médico de bolsillo, porque este gadget tecnológico es una herramienta de bienestar, no un dispositivo de diagnóstico de emergencias médicas, y esa distinción es crucial para nuestra tranquilidad y nuestra seguridad.

Quizás la mayor lección que nos deja el aviso de José Veles es que, en una emergencia real, debemos aprender a escuchar a nuestro cuerpo antes que a la tecnología. Los síntomas, las sensaciones y la intuición son señales mucho más fiables que un algoritmo. La tecnología seguirá avanzando, pero por ahora, ante la duda, la mejor aplicación sigue siendo llamar a urgencias. Al final, el smartwatch puede contar tus pasos, pero es el sentido común el que, de verdad, puede salvarte la vida.

Publicidad
Publicidad