Dra. Laura Campos (33), endocrina: «Esa grasa en la parte alta de la espalda no es una joroba, es la bandera roja de un prediabetes que no da la cara en los análisis»

Los análisis de glucosa en sangre pueden salir normales durante años mientras el cuerpo lucha contra la resistencia a la insulina, haciendo de la joroba una señal de alarma temprana. Revertir esta condición y reducir la joroba es posible mediante cambios en el estilo de vida, principalmente con una dieta baja en azúcares y con la práctica de ejercicio de fuerza.*

Esa grasa en la parte alta de la espalda que muchos llaman joroba no es, ni de lejos, una simple cuestión de mala postura o de estética. Para la endocrina Laura Campos, es una señal de alarma que nuestro cuerpo nos está enviando y que solemos ignorar. Y es que, tal y como afirma la doctora, esa acumulación de grasa es la bandera roja de un prediabetes que se esconde a plena vista, un enemigo silencioso que no siempre se refleja en los análisis de sangre rutinarios. ¿Cómo puede ser que una analítica salga perfecta mientras nuestro cuerpo ya está en alerta?

Lo que vemos como una molesta giba de búfalo es en realidad la punta de un iceberg metabólico mucho más profundo. La Dra. Campos lo tiene claro cuando asegura que esa grasa no es una joroba, sino un chivato. La clave, según ella, está en entender por qué nuestro organismo decide almacenar grasa de esa manera tan concreta, ya que la respuesta está en la resistencia a la insulina, una condición que precede a la diabetes tipo 2 y que se gesta durante años sin hacer ruido. Sigue leyendo y descubre por qué esa señal en tu espalda es más importante de lo que jamás habrías imaginado.

¿POR QUÉ APARECE ESA GRASA Y QUÉ TIENE QUE VER CON EL AZÚCAR?

La grasa en la espalda alta es uno de los lugares predilectos para este almacenamiento anómalo. Fuente: Freepik
La grasa en la espalda alta es uno de los lugares predilectos para este almacenamiento anómalo. Fuente: Freepik

Imagina la insulina como una llave que abre la puerta de las células para que entre la glucosa (el azúcar) y se convierta en energía. Cuando comemos, especialmente carbohidratos, el páncreas libera insulina para hacer este trabajo. El problema empieza cuando, por diversos factores, las células se vuelven «sordas» a su mensaje. Esto obliga al páncreas a gritar más alto, es decir, a producir todavía más insulina para que las células reaccionen, una situación que genera un exceso de insulina circulante en la sangre conocido como hiperinsulinemia.

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Este exceso de insulina es un potente activador del almacenamiento de grasa. Nuestro cuerpo, en un intento de gestionar esa energía que no puede entrar bien en las células, empieza a guardarla donde puede. Según explica la Dra. Laura Campos, esa grasa en la espalda alta es uno de los lugares predilectos para este almacenamiento anómalo, ya que ciertos receptores de grasa en la zona cervicodorsal son especialmente sensibles a los altos niveles de insulina. Por eso, no es una grasa común.

LA PISTA FALSA DE LOS ANÁLISIS DE SANGRE COMUNES

La gran paradoja que rodea a la joroba es que puedes tenerla y, sin embargo, acudir a tu revisión anual y que te digan que tu nivel de azúcar en sangre es completamente normal. Fuente: Freepik
La gran paradoja que rodea a la joroba es que puedes tenerla y, sin embargo, acudir a tu revisión anual y que te digan que tu nivel de azúcar en sangre es completamente normal. Fuente: Freepik

Aquí reside la clave de la advertencia de la Dra. Laura Campos: «es un prediabetes que no da la cara en los análisis». ¿Por qué ocurre esto? Un análisis de glucosa en ayunas estándar solo mide la cantidad de azúcar en sangre en ese momento. Pero no mide el esfuerzo titánico que tu páncreas está haciendo para mantener ese nivel a raya. Puedes tener una glucosa de 95 mg/dL, que es normal, pero tu cuerpo podría estar segregando cinco o diez veces más insulina de lo habitual para conseguirlo.

Ese sobreesfuerzo es precisamente la resistencia a la insulina. El páncreas compensa la sordera de las células trabajando a marchas forzadas, manteniendo la glucosa en un rango aceptable durante meses o incluso años. Mientras esto ocurre, el problema avanza silenciosamente, y esa joroba sigue creciendo. Por eso, la glucosa en sangre es un marcador tardío del problema metabólico, ya que solo se dispara cuando el páncreas empieza a agotarse y ya no puede compensar más.

MÁS ALLÁ DE LA ESTÉTICA: UN AVISO DEL CUERPO

Centrarse en la joroba como un mero problema estético es como preocuparse por la luz de alarma del coche ignorando que el motor está a punto de romperse. Fuente: Freepik
Centrarse en la joroba como un mero problema estético es como preocuparse por la luz de alarma del coche ignorando que el motor está a punto de romperse. Fuente: Freepik

La resistencia a la insulina no solo provoca esa acumulación de grasa en el cuello, sino que suele ir acompañada de otras señales que a menudo pasamos por alto. Pequeñas verrugas o acrocordones en el cuello y las axilas, manchas oscuras y aterciopeladas en los pliegues de la piel (acantosis nigricans) o un cansancio crónico, especialmente después de comer, son otros síntomas. Como bien dice la Dra. Campos, el cuerpo nos está llenando de banderas rojas que debemos aprender a interpretar.

El riesgo de no hacer caso a esta giba de búfalo va mucho más allá de desarrollar diabetes. La hiperinsulinemia crónica es un estado proinflamatorio para todo el organismo. Se asocia a un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, hipertensión, hígado graso no alcohólico y ciertos tipos de cáncer. Por lo tanto, esa grasa visible es un predictor de riesgo cardiovascular y metabólico general, un aviso de que nuestro estilo de vida actual está comprometiendo nuestra salud a largo plazo.

¿SE PUEDE REVERTIR? LA ESPERANZA ESTÁ EN TUS HÁBITOS

La buena noticia, y la más importante, es que la aparición de esa almohadilla de grasa dorsal no es una condena definitiva. La resistencia a la insulina es reversible en la mayoría de los casos. Fuente: Freepik
La buena noticia, y la más importante, es que la aparición de esa almohadilla de grasa dorsal no es una condena definitiva. La resistencia a la insulina es reversible en la mayoría de los casos. Fuente: Freepik

El camino para reducir e incluso eliminar esa acumulación de grasa pasa por atacar la causa raíz: el exceso de insulina. Y eso se consigue, fundamentalmente, a través de cambios en el estilo de vida. No existen medicamentos mágicos ni atajos. La solución está en nuestro plato, en nuestras zapatillas y en nuestro descanso, ya que la clave es devolverle a las células su sensibilidad a la insulina para que el páncreas pueda dejar de trabajar en exceso.

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La alimentación juega un papel protagonista. Reducir drásticamente el consumo de azúcares añadidos, harinas refinadas y productos ultraprocesados es el primer y más efectivo paso. Al dar al cuerpo menos picos de glucosa que gestionar, le damos un respiro al páncreas. La Dra. Laura Campos anima a sus pacientes a priorizar la comida real: verduras, proteínas de calidad y grasas saludables, ya que una dieta de bajo índice glucémico es la herramienta más potente para combatir la hiperinsulinemia.

ESCUCHA A TU CUERPO: EL PRIMER PASO HACIA EL BIENESTAR

Al final, la historia que nos cuenta esa joroba es una de desconexión: hemos dejado de escuchar las señales sutiles que nuestro cuerpo nos envía cada día. Fuente: Freepik
Al final, la historia que nos cuenta esa joroba es una de desconexión: hemos dejado de escuchar las señales sutiles que nuestro cuerpo nos envía cada día. Fuente: Freepik

Hemos normalizado vivir con un cansancio que no se va, con antojos de dulce a todas horas o con pequeñas señales en la piel, sin darnos cuenta de que son piezas de un mismo puzle. El cúmulo de grasa en el cuello es simplemente la pieza más grande y visible, la que ya no se puede ignorar. Por eso, verla en el espejo debería ser el punto de inflexión para empezar a prestar atención y preguntarnos qué está pasando realmente por dentro.

La afirmación de la Dra. Laura Campos, «esa grasa en la parte alta de la espalda no es una joroba, es la bandera roja de un prediabetes que no da la cara en los análisis», resuena como un último aviso. Es una llamada a la acción, a buscar profesionales actualizados que sepan leer más allá de una analítica básica y que entiendan la medicina desde un punto de vista preventivo y funcional, porque el objetivo no es solo tratar la enfermedad, sino crear salud para evitar que aparezca.

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