La prevención de infartos parece girar siempre en torno a una palabra: colesterol. Llevamos décadas escuchando que el «malo» debe estar bajo y el «bueno» alto, pero ¿y si esa fuera solo una parte de la historia? El lipidólogo Dr. Iván Rojas lanza una advertencia que desmonta esta creencia popular, y es que según él el colesterol total no es el indicador más fiable de tu riesgo real, sino un detalle dentro de una fotografía mucho más amplia de tu salud del corazón.
Esta simplificación nos ha llevado a una falsa sensación de seguridad o a una preocupación innecesaria, dependiendo de una cifra aislada. Lo que propone el Dr. Rojas es mirar más allá, a un cálculo sencillo que nuestra propia analítica ya contiene. Afirma con rotundidad que el ratio TGL/HDL es el predictor que realmente deberíamos vigilar, un marcador que, según su experiencia, el 95% de los médicos de atención primaria ignora por completo a la hora de evaluar el riesgo cardiovascular de sus pacientes.
EL COLESTEROL: ¿EL ENEMIGO PÚBLICO NÚMERO UNO?
La narrativa médica popular ha dividido el colesterol en dos bandos: el LDL como el villano y el HDL como el héroe. Esta dicotomía ha provocado que millones de personas se centren únicamente en bajar su cifra de LDL. Sin embargo, como advierte el Dr. Iván Rojas, la obsesión exclusiva por el colesterol LDL ha simplificado en exceso un problema complejo, dejando fuera de la ecuación factores cruciales que explican mejor la aparición de una enfermedad coronaria.
El verdadero problema no reside tanto en la cantidad de colesterol «malo», sino en la calidad y el tamaño de sus partículas. Existen partículas de LDL grandes y esponjosas, que son relativamente inofensivas, y otras pequeñas y densas, que se oxidan con facilidad. Según insiste Rojas, no todas las partículas de colesterol «malo» son igual de peligrosas, y son precisamente las pequeñas las que se adhieren a las paredes arteriales, iniciando el proceso que puede acabar en un desastre para nuestra salud arterial.
LA FÓRMULA SECRETA QUE TU MÉDICO PODRÍA ESTAR PASANDO POR ALTO

Para entender este ratio, primero hay que saber qué son los triglicéridos (TGL). Imagínalos como la energía sobrante de los alimentos que consumes, especialmente azúcares y harinas, que tu cuerpo almacena en forma de grasa. Cuando este número se dispara, no es una buena señal; significa que tu organismo está desbordado. La advertencia del Dr. Iván Rojas es clara, pues unos niveles elevados de triglicéridos indican un exceso de energía no utilizada que circula por la sangre, un factor de riesgo clave para un futuro ataque al corazón.
Por otro lado, tenemos el colesterol HDL, conocido popularmente como el «bueno». Su función es la de un equipo de limpieza: recorre las arterias recogiendo el colesterol sobrante para llevarlo de vuelta al hígado y eliminarlo. Tal y como explica el lipidólogo, el HDL se encarga de retirar el exceso de colesterol de las arterias, por lo que unos niveles bajos son preocupantes. El ratio TGL/HDL se calcula simplemente dividiendo la cifra de triglicéridos entre la de HDL, una operación matemática que nos da la pista definitiva para prevenir un infarto.
¿POR QUÉ ESTE RATIO ES EL VERDADERO ‘CASO CERRADO’ CARDIOVASCULAR?
Un ratio TGL/HDL elevado es, en palabras del Dr. Rojas, un chivato de un problema metabólico subyacente mucho más profundo: la resistencia a la insulina. Esta condición, precursora de la diabetes tipo 2, significa que tus células no responden bien a la insulina, obligando al páncreas a producir más y más. En este contexto, un ratio elevado suele ser un chivato de la resistencia a la insulina, el verdadero motor oculto detrás de muchos problemas de salud cardiometabólica.
Cuando los triglicéridos están altos y el HDL bajo, el ambiente en nuestra sangre se vuelve proinflamatorio y proaterogénico. Esto significa que el tipo de partículas de colesterol LDL que circulan son mayoritariamente de las pequeñas y densas, las más peligrosas. Por eso, según el Dr. Rojas, este desequilibrio fomenta la creación de partículas de colesterol pequeñas y densas que se oxidan fácilmente, pegándose a las arterias y formando la placa que puede llevar a futuros infartos.
«EL 95% LO IGNORA»: LA CRUDA REALIDAD EN LAS CONSULTAS

El dato que aporta el especialista es demoledor: la inmensa mayoría de los médicos de familia no calcula ni interpreta este ratio. ¿La razón? Se siguen protocolos centrados casi exclusivamente en el colesterol LDL y su tratamiento farmacológico. Según la visión de Rojas, la inercia de los protocolos médicos se centra en tratar el LDL con fármacos, a menudo sin prestar atención a esta valiosa información que podría cambiar por completo el enfoque preventivo y el bienestar cardiovascular del paciente.
Esto sitúa al paciente en una posición de vulnerabilidad, pero también de poder. Conocer esta información te permite ser proactivo en tu propia salud. La próxima vez que recibas una analítica, no te quedes solo con la cifra del colesterol. El mensaje del Dr. Iván Rojas es un llamamiento a la acción: el paciente tiene el poder de solicitar a su médico que calcule este ratio y se lo explique, convirtiéndose en parte activa en la estrategia para evitar infartos.
TOMAR EL CONTROL: MÁS ALLÁ DE LAS PASTILLAS PARA EL COLESTEROL
A diferencia del colesterol, que tiene un fuerte componente genético, el ratio TGL/HDL es extremadamente sensible a nuestro estilo de vida, especialmente a la dieta. Olvídate de las grasas, el principal enemigo son los azúcares y los carbohidratos refinados. Como recalca el Dr. Iván Rojas, la reducción drástica de azúcares y harinas refinadas tiene un impacto directo y rápido en la bajada de los triglicéridos y, por consiguiente, en la mejora de la salud del corazón y la prevención real de infartos.
El ejercicio físico regular, especialmente el de fuerza combinado con actividad aeróbica, es otra herramienta potentísima. Moverse ayuda a sensibilizar las células a la insulina y a «quemar» ese exceso de triglicéridos que circula por la sangre. La lucha contra los infartos es una maratón, no un esprint, y se basa en hábitos. Para mejorar el riesgo cardiovascular, el ejercicio regular y un buen descanso son pilares para equilibrar nuestro metabolismo y mantener a raya la verdadera amenaza silenciosa que desvela este ratio.