«No quería ser el gracioso»: la razón por la que Florentino Fernández abandonó ‘El Informal’ antes que nadie

La sorprendente decisión de un icono del humor en la cima de su carrera. El riesgo de abandonar un éxito masivo por una ambición personal.

La carrera de Florentino Fernández es una de las más sólidas de nuestra televisión, pero pocos recuerdan el momento exacto en que tomó la decisión más arriesgada de todas. En pleno apogeo de ‘El Informal’, el programa que lo convirtió en una estrella, algo en su interior le decía que su ciclo allí estaba terminando, susurrándole al oído que «no quería ser el gracioso» para siempre y que había vida más allá de los doblajes.

¿Qué lleva a alguien a bajarse en marcha de un tren a toda velocidad? Esa pregunta sobrevoló los pasillos de Telecinco cuando el cómico madrileño comunicó su intención de volar en solitario. Mientras media España repetía sus frases y esperaba sus sketches cada noche, Florentino Fernández ya estaba planeando un futuro en el que no dependería de un formato coral y podría explorar otros registros que el corsé del éxito le impedía mostrar.

EL FENÓMENO QUE CAMBIÓ LA TELEVISIÓN

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‘El Informal’ no fue solo un programa, fue un auténtico fenómeno social que redefinió el humor en el access prime time. Aterrizó en la parrilla de Telecinco en el verano de 1998 y, lo que empezó casi como un experimento, se convirtió en una cita ineludible para millones de espectadores que buscaban una forma diferente de entender la actualidad. En ese huracán mediático, Florentino Fernández se erigió como una de sus figuras más carismáticas y reconocibles, conectando de una manera brutal con el público.

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La química con Javier Capitán, unida al talento de Miki Nadal, Felisuco o Patricia Conde, era explosiva. Los doblajes de películas, las imitaciones y los reportajes a pie de calle crearon un lenguaje propio que saltó de la pantalla a las conversaciones cotidianas. Para el humorista, aquello supuso un antes y un después en su carrera televisiva, convirtiéndolo en uno de los rostros imprescindibles del entretenimiento en España y otorgándole una popularidad que pocos alcanzan.

LA INCÓMODA PREGUNTA: ¿Y AHORA QUÉ?

Cuando el éxito es tan grande, surge el vértigo de pensar en el siguiente paso. Florentino Fernández no fue una excepción, y esa inquietud fue el motor de un cambio que nadie esperaba. El miedo a quedar encasillado en el papel del cómico de los doblajes absurdos comenzó a pesar más que la comodidad del triunfo. Sabía que si no se movía, corría el riesgo de convertirse en una parodia de sí mismo, un destino que no estaba dispuesto a aceptar.

La decisión de abandonar el barco no fue sencilla, pero sí meditada. Implicaba un salto al vacío, dejando atrás un sueldo garantizado y un cariño del público abrumador por la incertidumbre de un proyecto personal. Era la eterna lucha entre la seguridad y el crecimiento profesional. Para el presentador, la necesidad de demostrarse a sí mismo que era capaz de liderar su propio formato fue más fuerte que cualquier temor, marcando un punto de inflexión en su futuro.

«EL SHOW DE FLO»: UNA DECLARACIÓN DE INTENCIONES

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Poco después de su marcha, en el mismo año 2002, Televisión Española le abrió las puertas para su gran apuesta: ‘El Show de Flo’. Este nuevo programa era la antítesis de la inmediatez de ‘El Informal’. Se trataba de un late night más reposado, con entrevistas, sketches más elaborados y actuaciones musicales, un formato que exigía otras habilidades. En este espacio, Florentino Fernández asumió por primera vez el peso de ser el único capitán del barco, un reto mayúsculo.

El programa le permitió explorar una faceta diferente, la de un showman capaz de llevar el ritmo de un espectáculo complejo y de conversar con invitados de primer nivel sin el escudo de un personaje. Aunque ‘El Show de Flo’ tuvo un recorrido discreto en audiencias, fue una pieza clave en su evolución. Representó la confirmación de que su talento iba mucho más allá de las voces en off; esta experiencia en solitario fue fundamental para construir la versátil figura que es hoy.

EL HOMBRE DE LAS MIL CARAS

La trayectoria posterior a ‘El Informal’ demuestra que su apuesta por la diversificación fue un acierto rotundo. Florentino Fernández no tardó en demostrar que su talento era camaleónico, saltando de la televisión al cine con una naturalidad pasmosa. Su participación en la saga ‘Torrente’ de Santiago Segura lo consolidó también como un actor de comedia muy solvente en la gran pantalla, ampliando todavía más su registro.

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Pero no se detuvo ahí. Su carrera es un constante ejercicio de reinvención: lo hemos visto triunfar en formatos de humor gamberro como ‘Tonterías las justas’, mostrar su ingenio en concursos como ‘Tu cara me suena’, sorprender con sus dotes culinarias en ‘MasterChef Celebrity’ y llenar teatros junto a otros grandes del humor. Todas estas experiencias confirman que su decisión de no conformarse fue la mejor inversión para una trayectoria profesional tan longeva y variada.

EL VALOR DE ESCUCHAR A LA INTUICIÓN

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Mirando atrás, la historia de Florentino Fernández es la crónica de una decisión valiente que definió por completo su porvenir. Aquella sensación de «no querer ser solo el gracioso» fue el impulso necesario para construir una carrera rica en matices, evitando el estancamiento que ha afectado a tantos otros talentos de la televisión. Su caso es un ejemplo perfecto de cómo, a veces, el mayor riesgo es no arriesgar nada.

Hoy, más de dos décadas después de aquella sonada salida, el cariño del público hacia el icónico humorista permanece intacto, si no acrecentado. Ha logrado lo más difícil en su profesión: perdurar, evolucionar y seguir siendo relevante para diferentes generaciones de espectadores. Quizás el verdadero legado de Florentino Fernández no sean solo sus chistes o sus personajes, sino la lección de que el éxito no es un destino, sino un camino que uno mismo debe construir, incluso si eso implica desviarse de la ruta más fácil.

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