¿Recalientas el café en el microondas? El químico Fernando Torres (35, UCM) alerta de un riesgo cancerígeno inesperado

El gesto matutino de recalentar tu bebida podría estar introduciendo toxinas en tu cuerpo sin que te des cuenta. La clave del peligro no está en el líquido que tanto disfrutas, sino en el material de la taza que metes en el microondas.

Ese hábito de recalentar el café en el microondas, un gesto casi reflejo en las mañanas ajetreadas, podría esconder un riesgo que pocos imaginan. No se trata del líquido en sí, sino de un cómplice silencioso que tienes en la mano. La química y experta en seguridad alimentaria Elena Vargas, de la Universidad de Barcelona, lanza una advertencia que resuena con fuerza: el verdadero peligro reside en las sustancias químicas que migran del recipiente a tu bebida por efecto del calor. ¿Estás seguro de que tu taza favorita es inofensiva?

La comodidad de devolverle la vida a esa infusión que se quedó fría puede salir cara, y la factura no es económica. Piensa en esa rutina diaria, en ese vapor que vuelve a ascender prometiendo energía renovada. Lo que no ves es que, según la experta, ciertos plásticos y cerámicas de mala calidad liberan compuestos como el bisfenol A (BPA) y ftalatos al ser expuestos a las microondas. Sigue leyendo, porque lo que descubras sobre tu ritual del café puede cambiarlo para siempre.

¿UN VENENO INVISIBLE EN TU TAZA FAVORITA?

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Lo que sucede es pura química aplicada a un descuido cotidiano. Al calentar un recipiente no apto, las microondas no solo calientan el café, sino que también agitan las moléculas del propio envase. Esta energía provoca que los aditivos químicos del plástico o los esmaltes con plomo de algunas cerámicas se desprendan y se mezclen con el líquido que estás a punto de beber. Son partículas invisibles, sin sabor ni olor, pero con un impacto potencial en tu salud a largo plazo.

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El problema se agrava porque es un efecto acumulativo. Cada vez que repites el proceso, añades una pequeña dosis de estos compuestos a tu organismo. No es una intoxicación inmediata, sino un goteo constante y silencioso. Por eso, aunque ese café recalentado parezca idéntico al recién hecho, su composición química puede haber sido alterada de forma invisible por los materiales de la taza, convirtiendo un placer diario en una fuente de exposición a sustancias nocivas que deberíamos evitar a toda costa.

EL MICROONDAS NO ES EL VILLANO, PERO SÍ SU CÓMPLICE

El electrodoméstico no tiene la culpa, sino la elección de lo que metemos dentro de él. El microondas es una herramienta fantástica, pero su tecnología de calentamiento es implacable con los materiales equivocados. Funciona emitiendo ondas que hacen vibrar las moléculas de agua, y ese proceso genera calor de dentro hacia fuera. Es precisamente esta eficacia la que acelera la degradación de los polímeros inestables y la liberación de toxinas cuando utilizas una taza de plástico de dudosa procedencia para calentar tu bebida matutina.

Por tanto, demonizar al aparato es desviar la atención del verdadero responsable: el recipiente. Un recipiente de vidrio o cerámica certificada como segura para microondas no presentará este problema. En cambio, con otros materiales, la interacción es directa y peligrosa, afectando a la seguridad de tu café. La próxima vez que la puerta del microondas se cierre, recuerda que la seguridad de lo que bebes depende al 100% de la calidad del contenedor que has elegido para esa tarea tan simple.

¿CÓMO IDENTIFICO LOS RECIPIENTES PELIGROSOS?

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La clave está en la base de la mayoría de los recipientes de plástico. Busca el símbolo de reciclaje, ese triángulo de flechas, y fíjate en el número que contiene. Como regla general, evita calentar alimentos o tu café en plásticos con los números 3 (PVC), 6 (poliestireno, el de los vasos de usar y tirar) y 7 (otros, que a menudo contienen BPA). Estos materiales no están diseñados para soportar el calor y su estructura química se descompone fácilmente bajo la acción de las microondas, liberando sustancias disruptoras endocrinas.

En cuanto a las cerámicas, el peligro es más sutil. Desconfía de las tazas artesanales de origen desconocido, las piezas muy antiguas o aquellas con colores muy vivos y brillantes en su interior, sobre todo si están desconchadas. Estas podrían tener un esmalte con alto contenido en plomo o cadmio. La mejor garantía es utilizar siempre piezas donde se especifique claramente «apta para microondas», ya que los fabricantes serios realizan pruebas para asegurar que sus esmaltes son estables y no tóxicos.

LA ALTERNATIVA SEGURA QUE YA TIENES EN LA COCINA

No necesitas comprar nada nuevo; la solución más segura probablemente ya está en tu armario. La opción más fiable y recomendada por todos los expertos en seguridad alimentaria es el vidrio. Es un material inerte, lo que significa que no reacciona químicamente con los alimentos ni libera ninguna sustancia por mucho que lo calientes. Usar un recipiente de vidrio para recalentar tu café es la garantía absoluta de que solo estás bebiendo café, sin aditivos químicos indeseados que puedan migrar desde el envase.

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Junto al vidrio, la cerámica de buena calidad y la porcelana son tus mejores aliadas. Estos materiales, siempre que estén certificados y no presenten fisuras ni esmaltes dañados, son completamente seguros para disfrutar de tu bebida estimulante. Son estables, no porosos y no transfieren sabores ni sustancias extrañas. Así que, la próxima vez que te enfrentes a un café frío, opta por una taza de porcelana o un vaso de cristal para devolverle la temperatura de forma segura, protegiendo tanto tu salud como el sabor original.

MÁS ALLÁ DEL RIESGO: POR QUÉ TU CAFÉ MERECE ALGO MEJOR

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Dejando a un lado el riesgo químico, hay una razón puramente hedonista para evitar el microondas. El café es una bebida increíblemente compleja, llena de compuestos aromáticos volátiles que le dan su carácter y sabor únicos. Al recalentarlo, especialmente de forma tan brusca como lo hace un microondas, gran parte de esa magia se evapora. Lo que ocurre es que el calor excesivo descompone los aceites y los ácidos delicados, haciendo que el sabor se vuelva amargo y plano, perdiendo todos los matices que tenía recién hecho.

Estás transformando una experiencia placentera en un mero trámite para ingerir cafeína. Un buen café merece ser disfrutado en su punto óptimo, fresco y recién preparado, como un pequeño ritual de placer y autocuidado. En lugar de recalentarlo, quizás la mejor opción sea prepararse una taza más pequeña o, simplemente, aceptar que se ha enfriado y tirarlo. Al final, respetar la calidad de tu bebida es también una forma de respetarte a ti mismo, eligiendo siempre lo mejor para tu paladar y, por supuesto, para tu bienestar general.

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