«No es si ‘pueden’, es que TE VAN a clonar la tarjeta aquí»: Un ex-hacker señala los 3 sitios donde usar el datáfono es un suicidio financiero

Un gesto tan simple como pagar con tarjeta puede convertirse en tu peor pesadilla financiera. Hay lugares donde el riesgo se dispara y los delincuentes saben que tienes todas las de perder.

Usar el datáfono se ha convertido en un acto tan mecánico como respirar, un gesto cotidiano que hemos integrado sin apenas darnos cuenta. Pero, ¿y si te dijera que esa confianza ciega es precisamente la puerta de entrada para vaciar tu cuenta corriente? Un ex-hacker de 38 años, que prefiere mantenerse en el anonimato, lo tiene claro: «No es si ‘pueden’, es que TE VAN a clonar la tarjeta aquí». Su advertencia no es una hipótesis, sino una certeza basada en años moviéndose en las sombras del fraude digital y conociendo las grietas del sistema que todos usamos.

La crudeza de sus palabras resuena con una lógica aplastante al señalar esos puntos ciegos de nuestra rutina. Lo que para ti es un simple pago con tarjeta, para otros es la oportunidad perfecta de hacerse con tus datos. Según su experiencia, en ciertos sitios concretos, el riesgo de que te clonen la tarjeta es tan alto que equivale a un suicidio financiero. En esos lugares, nos asegura, la pregunta correcta no es si un terminal de pago está comprometido, sino cuándo lo estará, convirtiendo tu confianza en la herramienta principal de los estafadores.

¿UN GESTO COTIDIANO O UNA RULETA RUSA FINANCIERA?

La comodidad nos ha vuelto vulnerables, aceptando como seguro un proceso que no siempre lo es.
La comodidad nos ha vuelto vulnerables, aceptando como seguro un proceso que no siempre lo es. Fuente Freepik.

La familiaridad con la tecnología nos ha llevado a bajar la guardia de una forma alarmante. Confiamos en el datáfono como si fuera una extensión segura de nuestro banco, sin pararnos a pensar que, en realidad, es un dispositivo físico expuesto en lugares públicos y susceptible de ser manipulado. Esta confianza desmedida es el caldo de cultivo ideal para los delincuentes, ya que el éxito de una estafa de este tipo depende de que nadie se fije en los pequeños detalles, esos que delatan que algo no va bien con el terminal de pago.

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El problema reside en que estos ataques no son obra de aficionados, sino de grupos organizados que fabrican réplicas casi perfectas de las carcasas de los lectores de tarjetas. Saben que el cliente promedio tiene prisa, está distraído o simplemente no se le ocurre inspeccionar el dispositivo. Por eso, su estrategia no se basa en una tecnología indetectable, sino en la psicología humana, pues aprovechan nuestra prisa y automatismo para colocar sus trampas a plena vista sin que nadie sospeche absolutamente nada al usar el datáfono.

EL PRIMER CÍRCULO DEL INFIERNO: GASOLINERAS Y CAJEROS SOLITARIOS

Imagínate la escena: es de noche, paras a repostar en una estación de servicio autoservicio en mitad de una carretera poco transitada. No hay personal a la vista, solo la máquina. Introduces la tarjeta en el datáfono del surtidor sin pensarlo dos veces. Según el experto, acabas de cometer un error garrafal. Esos terminales son un objetivo prioritario, porque los delincuentes pueden manipularlos durante la noche con una facilidad pasmosa, instalando un skimmer en cuestión de segundos y sin testigos que puedan delatarlos.

Lo mismo ocurre con los cajeros automáticos que no están dentro de una sucursal bancaria, esos que se encuentran en plena calle, a menudo en zonas con poca afluencia por la noche. Son el blanco perfecto. La falta de supervisión constante permite que los estafadores coloquen sus dispositivos de clonación y microcámaras para grabar tu PIN. Al pasar la tarjeta, la seguridad de ese TPV depende únicamente de la frecuencia con la que un técnico lo revise físicamente, algo que los criminales saben que no ocurre cada hora.

LA TRAMPA PERFECTA QUE SE ESCONDE A PLENA LUZ DEL DÍA

A veces, el mayor peligro no está en lugares aislados, sino en medio del bullicio, donde nadie se fija.
A veces, el mayor peligro no está en lugares aislados, sino en medio del bullicio, donde nadie se fija. Fuente Freepik.

Si pensabas que el peligro solo acechaba en la soledad de la noche, te equivocas. El tercer escenario de alto riesgo son los mercadillos, los festivales de música, las ferias o cualquier evento con puestos ambulantes. En estos entornos caóticos y llenos de gente, el cobro electrónico se realiza con TPVs portátiles. Es aquí donde se produce una de las estafas más efectivas, ya que un vendedor malintencionado puede tener un dispositivo de cobro modificado desde el principio o incluso darte el cambiazo por uno falso en un momento de descuido.

La naturaleza itinerante de estos negocios lo convierte en el fraude casi perfecto. Cuando te das cuenta del cargo fraudulento, quizás semanas después, el puesto ya no está allí. Resulta casi imposible rastrear el origen del problema, y los estafadores lo saben. Te llevas tu compra, feliz, sin saber que al pagar en ese datáfono portátil acabas de entregar una copia exacta de tu tarjeta y tu PIN a un completo desconocido que desaparecerá sin dejar ni el más mínimo rastro.

«TECLEAS EL PIN Y YA ES SUYO»: EL SECRETO DE LOS TECLADOS FALSOS

La clonación de una tarjeta es un proceso que consta de dos partes, y los delincuentes las han perfeccionado para que no notes nada. La primera es copiar la banda magnética o el chip. Para ello, instalan una pieza superpuesta en la ranura del datáfono, conocida como skimmer. Es un dispositivo que parece parte de la máquina original, pero que almacena los datos de cada tarjeta que se introduce en él para luego replicarlos. Su diseño es tan sofisticado que a simple vista resulta completamente invisible para un ojo no entrenado.

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Pero los datos de la tarjeta no sirven de mucho sin el número PIN. Para conseguirlo, utilizan dos técnicas principales. La más común es colocar un teclado falso justo encima del original del datáfono. Cuando tecleas tu código, en realidad lo estás haciendo sobre una membrana que registra cada pulsación. De este modo, el estafador captura tu número secreto mientras tú realizas tu pago con total normalidad, obteniendo así la llave de acceso final para saquear tus ahorros sin piedad.

NO ES PARANOIA, ES PREVENCIÓN: CÓMO BLINDAR TU DINERO

En esta guerra silenciosa, tu mejor arma es la desconfianza activa y unos segundos de atención.
En esta guerra silenciosa, tu mejor arma es la desconfianza activa y unos segundos de atención. Fuente Freepik.

Convertirse en una víctima es terroríficamente fácil, pero evitarlo también puede serlo si incorporas pequeñas rutinas de seguridad. Antes de usar un datáfono, especialmente en los lugares mencionados, tómate dos segundos. Mueve con los dedos la ranura donde insertas la tarjeta y el teclado. Si algo se tambalea o parece un añadido, no lo uses. Es una comprobación simple, pero los componentes de un terminal legítimo son de una sola pieza y no deberían moverse en absoluto, delatando así una posible manipulación externa.

La mejor defensa es, siempre que sea posible, optar por el pago contactless. Esta tecnología no expone los datos de la misma manera y, para compras de bajo importe, ni siquiera requiere teclear el PIN, eliminando de un plumazo los dos riesgos principales. El ex-hacker es tajante en su recomendación final: «Asume que el peligro es real». No se trata de vivir con miedo, sino de ser consciente de que, en el simple acto de pagar, la responsabilidad de proteger tu dinero empieza y acaba en tus propias manos, mucho antes de que el banco pueda siquiera intervenir.

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