El chocolate siempre ha estado ligado al disfrute, a la indulgencia y a ese momento de placer que nadie quiere negar. Sin embargo, en los últimos años la ciencia ha comenzado a mirar más allá de su sabor para descubrir que en su interior esconde compuestos capaces de influir en nuestra salud. La idea de que el chocolate no solo está bueno, sino que además podría ayudar a ralentizar el envejecimiento, empieza a abrirse paso en la investigación médica.
Este interés se centra en el cacao, la base del chocolate, que contiene flavanoles, unas moléculas vegetales con potencial protector frente a la inflamación crónica. Esa inflamación de bajo grado, conocida como inflammaging, es uno de los grandes enemigos silenciosos de la longevidad, ya que acelera el deterioro de órganos y aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares o neurodegenerativas. Estudios recientes apuntan a que el cacao puede jugar un papel inesperado en este escenario.
1El estudio que cambió la mirada sobre el cacao

El ensayo clínico COSMOS fue clave para entender la relación entre chocolate, cacao y envejecimiento. Casi 600 adultos mayores participaron en un subestudio de dos años en el que la mitad recibió cápsulas con extracto de cacao, equivalentes a 500 mg de flavanoles diarios, y la otra mitad un placebo. Ni los voluntarios ni los investigadores sabían quién tomaba qué, lo que permitió obtener resultados fiables.
Los datos fueron reveladores, pues quienes tomaron cacao mostraron una reducción del 8,4 % anual en los niveles de proteína C reactiva ultrasensible, un marcador de inflamación crónica. El efecto fue aún mayor en quienes partían de valores más altos, llegando a un descenso del 38 % frente al grupo placebo. Aunque en cifras absolutas no parezca un cambio enorme, en medicina estos descensos se relacionan con menor riesgo de infartos, ictus y otras dolencias asociadas a la edad.