Las gambas rebozadas son un clásico de la cocina que nunca pasa de moda. Crujientes por fuera y jugosas por dentro, se convierten en un bocado perfecto para acompañar un picoteo, servir como entrante o incluso formar parte de una cena ligera con un toque especial. Su versatilidad permite que se disfruten tanto en reuniones familiares como en comidas informales con amigos, porque son de esos platos que gustan a todos y rara vez sobran en la mesa.
Lo mejor de las gambas rebozadas es que no requieren técnicas complicadas ni ingredientes difíciles de conseguir. Con un poco de organización y siguiendo unos pasos sencillos, cualquiera puede preparar en casa una versión que rivaliza con la de los mejores bares de tapas. Además, se trata de una receta rápida, ideal para esos días en los que se quiere sorprender sin pasar horas en la cocina.
2Preparación paso a paso
Lo primero que debes hacer es limpiar bien las gambas o langostinos, retirando la cáscara pero dejando la cola para que te resulten más fáciles de comer y tengan un aspecto más vistoso en la presentación. Después, debes secar con papel de cocina para que el rebozado se adhiera mejor y no se despegue durante la fritura. A continuación, debes pasarlas por harina, después por huevo batido y finalmente por pan rallado, asegurándote de cubrir cada pieza por completo y sin dejar huecos descubiertos.
Con el rebozado listo, llega el momento de freír. El aceite debe estar bien caliente, pero no en exceso para evitar que las gambas se quemen por fuera y queden crudas por dentro. Necesitarás unos pocos minutos hasta que alcancen un tono dorado uniforme y una textura crujiente. Luego escurre sobre papel absorbente para retirar el exceso de grasa y mantener toda la ligereza del plato. Así, conseguirás que cada gamba conserve su jugosidad interior sin perder el contraste del rebozado.






