El alcohol siempre ha estado presente en la cultura mediterránea y en la vida social de millones de personas. En España, por ejemplo, es muy común escuchar que una copa de vino en las comidas no solo no daña, sino que incluso fortalece el corazón. Esa idea se ha repetido tanto que muchos la han dado por cierta. Sin embargo, lo que realmente aporta beneficios en la uva no es el alcohol, sino los polifenoles y otros compuestos antioxidantes.
El alcohol, por sí mismo, no mejora la salud. Al contrario, diferentes estudios han demostrado que incluso en cantidades pequeñas acarrea riesgos. Aunque durante años se habló de un “consumo moderado” con posibles ventajas cardiovasculares, hoy la ciencia insiste en que los efectos positivos observados no provienen de la bebida alcohólica como tal. De hecho, documentos como las ‘Recomendaciones sobre estilo de vida y prevención cardiovascular de 2024’ subrayan que el verdadero factor de mejora está en las propiedades de la uva, no en el alcohol.
1La visión de los especialistas sobre el alcohol

El alcohol, según el cardiólogo y divulgador José Abellán, no tiene una dosis segura. Su afirmación es clara: “un consumo esporádico dista mucho de ser saludable”. Con esta frase desmonta la creencia extendida de que solo los grandes bebedores deben preocuparse por su salud. Incluso quienes lo consumen en ocasiones especiales están expuestos a daños importantes.
El alcohol aumenta de manera significativa el riesgo de enfermedades graves. Tal como señala Abellán, una ingesta esporádica eleva en un 20% la probabilidad de sufrir arritmias, en un 59% la de padecer un infarto y en un 56% la de tener un ictus. Y en quienes beben con mayor frecuencia, ese último riesgo se duplica hasta llegar al 100%. No se trata solo del corazón, pues también se asocia a varios tipos de cáncer, a la depresión y a la muerte súbita.