José Abellán (39 años), cardiólogo: “Un consumo ocasional de alcohol dista mucho de ser saludable”

Aunque muchos crean que consumir alcohol en pocas cantidades o una copa de vino diaria es algo bueno para el cuerpo, muchos expertas aseguran que no es así. Descubre cuáles son las razones.

El alcohol siempre ha estado presente en la cultura mediterránea y en la vida social de millones de personas. En España, por ejemplo, es muy común escuchar que una copa de vino en las comidas no solo no daña, sino que incluso fortalece el corazón. Esa idea se ha repetido tanto que muchos la han dado por cierta. Sin embargo, lo que realmente aporta beneficios en la uva no es el alcohol, sino los polifenoles y otros compuestos antioxidantes.

El alcohol, por sí mismo, no mejora la salud. Al contrario, diferentes estudios han demostrado que incluso en cantidades pequeñas acarrea riesgos. Aunque durante años se habló de un “consumo moderado” con posibles ventajas cardiovasculares, hoy la ciencia insiste en que los efectos positivos observados no provienen de la bebida alcohólica como tal. De hecho, documentos como las ‘Recomendaciones sobre estilo de vida y prevención cardiovascular de 2024’ subrayan que el verdadero factor de mejora está en las propiedades de la uva, no en el alcohol.

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La falsa sensación de seguridad que puede provocar en muchos está bebida

“Ni siquiera el hecho de beber convencionalmente es bueno”. Fuente: Pexels

El alcohol genera un engaño, ya que mientras el daño se acumula en silencio, la sensación inmediata es de relajación o disfrute. El cardiólogo José Abellán recuerda que incluso la resaca es la prueba de la agresión inflamatoria que sufre el cuerpo cada vez que se bebe. Esa inflamación afecta al sistema inmune, a las arterias y al equilibrio general del organismo.

El alcohol, por tanto, no debería verse como un acompañante inofensivo de la vida social ni como una tradición sin consecuencias. La única cantidad que de verdad es segura es cero, y pensar lo contrario es caer en un mito que, con el tiempo, puede transformarse en un problema de salud serio, cuando ya no hay marcha atrás.

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