DGT: «Ese Loratadina para la alergia te puede costar 1.000€ y 6 puntos»: la lista de medicamentos que dan positivo en un control de drogas

El sorprendente riesgo de dar positivo en un control de drogas por tomar un medicamento para la alergia o el dolor. No todos los fármacos son iguales: descubre cuáles contienen las sustancias que busca la DGT y cómo protegerte.

La DGT te lo advierte casi como un susurro, pero la realidad es un grito que puede costarte muy caro: ese Loratadina para la alergia podría ser el inicio de tu peor pesadilla en la carretera. Aunque suene a una exageración, abre la puerta a una verdad incómoda que muchos conductores desconocen y es que ese antihistamínico aparentemente inofensivo podría ser el origen de un positivo en un control. ¿Imaginas el escenario? Vuelves a casa, te para la Guardia Civil y, de repente, te enfrentas a una sanción por drogas.

El verdadero problema no está en ese fármaco concreto, sino en el botiquín entero que guardamos en casa y que la DGT tiene bajo su radar. La cuestión es mucho más profunda de lo que parece a simple vista y es que la lista de medicamentos que pueden comprometer tu seguridad y tu carné es más larga y común de lo que piensas. Porque, seamos sinceros, la clave está en que muchos fármacos de uso diario contienen sustancias que los test de saliva sí detectan como si fueras un delincuente. Sigue leyendo y descubre cómo un simple dolor de cabeza puede acabar saliéndote por 1.000 euros.

¿UN SIMPLE RESFRIADO? CUIDADO, PUEDES ACABAR EN EL BANQUILLO

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Piénsalo un momento: te sientes fatal, te tomas un jarabe y coges el coche para ir a trabajar, una práctica habitual que podría poner en jaque tu historial como conductor. La normativa de la DGT es implacable en este aspecto, ya que algunos de los jarabes para la tos más vendidos contienen codeína, un opiáceo que activa las alarmas del narcotest. No importa que lo hayas comprado legalmente en la farmacia; para el dispositivo, la señal es la misma que la de un consumo ilegal.

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Lo más sangrante de todo es que la ley no siempre distingue el porqué de la sustancia en tu organismo. Si el test de saliva da positivo, el proceso sancionador se activa de forma casi automática, y la DGT no se anda con chiquitas. Para la normativa de tráfico, la ley castiga la mera presencia de la sustancia en el organismo durante la conducción, sin necesidad de demostrar que afecte a tus capacidades. Es una línea muy fina que separa al paciente del infractor, y cruzarla es más fácil de lo que crees.

LA ANSIEDAD AL VOLANTE: EL PELIGRO OCULTO DE LAS BENZODIACEPINAS

El problema surge cuando esa medicación, totalmente necesaria y pautada por un profesional, se mezcla con la conducción. La DGT pone el foco especialmente en un grupo de fármacos de uso extendido: las benzodiacepinas. Puede que el nombre no te suene, pero si te hablo de ansiolíticos, relajantes musculares o pastillas para dormir, la cosa cambia. Porque fármacos tan comunes como el Orfidal o el Valium pertenecen al grupo de las benzodiacepinas, detectables en los controles.

Muchos conductores creen que, al tener una prescripción médica, están completamente a salvo de cualquier sanción. La realidad, sin embargo, es mucho más compleja y deja un amplio margen a la interpretación del agente. Y es que, aunque vayas documentado hasta las cejas, llevar la receta médica es fundamental, pero no es un salvoconducto si el agente observa síntomas de que no estás en condiciones de conducir. La somnolencia, los reflejos disminuidos o la falta de coordinación son señales de alarma que ningún papel puede justificar.

EL BOTIQUÍN DEL DOLOR: ANALGÉSICOS QUE TE PUEDEN SALIR MUY CAROS

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Cuando el dolor aprieta de verdad, los médicos suelen recetar analgésicos más potentes para aliviar el sufrimiento, medicamentos eficaces pero que la DGT vigila muy de cerca. El motivo es que muchos de ellos pertenecen a la familia de los opioides, sustancias que alteran gravemente la capacidad de reacción al volante. Por eso, analgésicos potentes como el Tramadol, recetados para dolores intensos, son opiáceos que darán un positivo rotundo en cualquier control de carretera.

Es fundamental diferenciar y no caer en el alarmismo: el ibuprofeno o el paracetamol no te van a dar problemas. El quid de la cuestión reside en los componentes del fármaco que te han recetado. Por ello, la responsabilidad individual es clave antes de ponerte al volante. Y es que el problema no es medicarse, sino desconocer que el principio activo de tu tratamiento está en la lista de sustancias prohibidas para la conducción, una ignorancia que, como bien sabes, no exime del cumplimiento de la ley.

EL «TRUCO» DE LA RECETA MÉDICA: ¿DE VERDAD TE SALVA DE LA MULTA?

Esta es la pregunta del millón, la que todo conductor se hace cuando toma un medicamento «conflictivo»: si tengo la receta de mi médico, ¿puedo estar tranquilo? La respuesta es un rotundo «depende», y en ese depende se juega mucho dinero y puntos del carné.

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Hay que entender que la DGT y la legislación de tráfico diferencian dos escenarios. El primero es la sanción administrativa, que es la más común en los controles rutinarios. Y aquí viene la mala noticia: la sanción administrativa de 1.000 euros y 6 puntos se aplica por la simple presencia de la droga, aunque tengas receta. El objetivo terapéutico del consumo es un argumento para un posible recurso, pero no detiene la multa inicial.

El segundo escenario es todavía peor y puede llevarte por la vía penal. Si además de dar positivo, tu comportamiento al volante es errático o peligroso, entramos en un delito contra la seguridad vial. En este caso, si los agentes aprecian síntomas de afectación (habla pastosa, movimientos lentos), pueden inmovilizar el vehículo e iniciar un proceso penal. Aquí la receta es una prueba de defensa, pero la valoración del estado del conductor por parte de los agentes tiene un peso enorme.

CÓMO EVITAR EL DESASTRE: LA PREVENCIÓN ES TU MEJOR ALIADA

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El primer paso, y el más importante, es ser un paciente proactivo. No te limites a recoger la receta y marcharte. La DGT insiste en la importancia de la información previa. Por lo tanto, la clave es la comunicación: pregunta siempre a tu médico o farmacéutico sobre los efectos del tratamiento en la conducción. Ellos son los que mejor conocen el fármaco y te pueden advertir de los riesgos y de las alternativas si existen. Además, revisa siempre el prospecto y busca el pictograma de advertencia: un coche dentro de un triángulo rojo.

En última instancia, todo se reduce a una cuestión de sentido común y responsabilidad. Si un medicamento te produce sueño, mareos o visión borrosa, la decisión es simple: no cojas el coche. La postura de la DGT no es recaudatoria, sino preventiva. Se trata de entender que la seguridad vial es un puzzle donde cada pieza cuenta, y tu estado psicofísico es la más importante de todas. Porque, al final del día, la información es poder, y en la carretera, también es la diferencia entre un viaje tranquilo y un problema que te cambie la vida.

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