Carlos Rojas (61), traumatólogo, lo tiene prohibido en su clínica: «El ejercicio de moda que te dejará una prótesis de rodilla a los 50»

Una advertencia médica pone el foco en las rutinas más populares para ponerse en forma. El riesgo oculto en los saltos y la alta intensidad que amenaza directamente tus articulaciones.

El ejercicio que te promete un cuerpo de portada en un tiempo récord podría ser, en realidad, el pasaporte a una pesadilla de quirófanos y dolor crónico. Lo afirma con una rotundidad que desarma el traumatólogo Carlos Rojas, de 61 años, un especialista que prohíbe una práctica concreta a sus pacientes para evitarles lesiones graves y que ha visto pasar por su clínica a demasiadas personas arrepentidas. ¿Estamos llevando la obsesión por ponernos en forma demasiado lejos, hasta el punto de destruir nuestro propio cuerpo?

Para este médico, la contundente frase que resuena en su consulta, «el ejercicio de moda que te dejará una prótesis de rodilla a los 50″, no es una hipérbole para asustar, sino una crónica anunciada de lo que ve cada día. La gran trampa, según él, reside en cómo muchas personas sin preparación física se lanzan a entrenamientos de alto impacto seducidas por su aparente eficacia, ignorando por completo las señales de alarma que su propio cuerpo les está gritando.

LA FIEBRE DEL RESULTADO INMEDIATO: ¿A QUÉ PRECIO?

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Vivimos en la era de la inmediatez, una cultura que nos empuja a quererlo todo para ayer, y la forma en que enfocamos la actividad física no es una excepción. Las redes sociales están inundadas de transformaciones milagrosas en treinta días, un bombardeo constante donde la promesa de un cambio radical en pocas semanas nubla el juicio sobre los riesgos que asumimos al realizar cierto tipo de ejercicio. Esta prisa por ver resultados nos convierte en el blanco perfecto para disciplinas que exigen un esfuerzo desmedido desde el primer día.

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El problema de fondo es dolorosamente simple: el cuerpo necesita tiempo, un proceso de adaptación que choca frontalmente con nuestra impaciencia. ¿Qué sucede cuando alguien que lleva una vida sedentaria se apunta a la última tendencia deportiva? Pues que las articulaciones de una persona sedentaria no están preparadas para soportar esa carga repetitiva, y el castillo de naipes de nuestra salud empieza a tambalearse sin que apenas nos demos cuenta, con cada sesión de un ejercicio inadecuado.

CROSSFIT, JUMPING Y OTROS DEMONIOS ARTICULARES

La polémica está servida: ¿son realmente estas disciplinas las villanas de la historia o el problema es cómo nos enfrentamos a ellas? El doctor Rojas es claro al respecto y señala directamente a las prácticas que se han popularizado de forma masiva en los últimos años. Lo que tienen en común es un componente de alto impacto que, sin una técnica depurada y una base muscular sólida, se convierte en un martillo pilón para nuestras rodillas y caderas.

No se trata de demonizar una disciplina deportiva por completo, sino de entender quién y cómo debe practicarla. Para el especialista, el problema no es la disciplina en sí, sino su ejecución sin la supervisión adecuada y en un cuerpo que no está acondicionado. Cada salto sobre una cama elástica o cada levantamiento olímpico mal ejecutado en un box es una invitación al desastre. Este tipo de ejercicio requiere una progresión lógica que la mayoría se salta.

EL SILENCIO DE TUS RODILLAS: LA LESIÓN QUE NO AVISA

Los síntomas que a menudo ignoramos y que, sin que lo sepamos, pueden estar desembocando en un problema crónico e irreversible. Fuente: Freepik
Los síntomas que a menudo ignoramos y que, sin que lo sepamos, pueden estar desembocando en un problema crónico e irreversible. Fuente: Freepik

Una de las cuestiones más peligrosas del desgaste articular es que no se manifiesta con un dolor agudo e insoportable desde el primer día. Es un enemigo silencioso, un proceso degenerativo que avanza sigilosamente mientras nosotros seguimos entrenando, convencidos de que «lo que no mata, fortalece». Esa pequeña molestia al subir escaleras o esa ligera hinchazón después de entrenar son los primeros susurros de un problema que gritará más adelante.

Aquí es donde la advertencia del doctor Rojas sobre la prótesis de rodilla cobra todo su sentido, porque cuando el daño articular se vuelve crónico, la marcha atrás es casi imposible. Lo que empieza como un simple pinzamiento o una condromalacia leve, con el tiempo y la insistencia en un ejercicio lesivo, puede derivar en una artrosis severa. Para entonces, cuando el daño articular se vuelve evidente, la única solución suele ser la cirugía, una intervención que podría haberse evitado simplemente escuchando al cuerpo.

¿ESTOY HACIENDO EL TONTO O ENTRENANDO DE VERDAD?

En este punto, la pregunta es obligada: ¿cómo diferenciar el sufrimiento beneficioso del entrenamiento de la antesala de una lesión grave? La línea a veces es fina, pero hay señales inequívocas. El agotamiento muscular, esa sensación de quemazón que desaparece con el descanso, es parte del proceso de fortalecimiento. Pero el dolor articular es otra historia completamente diferente, una que nunca deberíamos ignorar.

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La clave, según los expertos, está en la personalización y el sentido común. Un buen instructor jamás te pedirá que hagas algo para lo que no estás preparado, y ahí reside el valor de un profesional cualificado. La función de un entrenador no es solo motivarte, sino protegerte de ti mismo, porque un buen profesional adaptará siempre la intensidad a la condición física real de la persona. Un ejercicio bien hecho fortalece; uno mal hecho, destruye.

RECONCILIARSE CON EL MOVIMIENTO: EL CONSEJO DEL EXPERTO

No todo está perdido; existen alternativas seguras, inteligentes y enormemente eficaces para cuidar nuestro cuerpo sin destrozarlo en el intento.
No todo está perdido; existen alternativas seguras, inteligentes y enormemente eficaces para cuidar nuestro cuerpo sin destrozarlo en el intento.

Frente a este panorama, la solución no es caer en el sedentarismo por miedo a lesionarse, sino elegir un ejercicio inteligente y progresivo. El doctor Rojas, como tantos otros especialistas en medicina deportiva, recomienda volver a los fundamentos: el entrenamiento de fuerza bien ejecutado es el rey indiscutible para proteger nuestro esqueleto. Unos músculos fuertes son la mejor armadura para nuestras articulaciones.

Por eso, quizás la verdadera transformación no reside en saltar más alto o levantar más peso en menos tiempo, sino en aprender a escuchar a nuestro cuerpo y respetar sus ritmos. Actividades como la natación, el ciclismo o el pilates fortalecen sin agredir, preparando el terreno para retos mayores. Porque el objetivo final de cualquier práctica deportiva debería ser garantizar una vida activa y sin dolor a largo plazo, y no una victoria pírrica que celebremos hoy y lamentemos durante el resto de nuestros días con un ejercicio mal planteado.

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