La pasividad del PSOE ante el ataque de Israel a la flotilla indigna a su izquierda

Durante meses, el Gobierno de Pedro Sánchez se ha esforzado por construir una narrativa que sitúe a España como referente internacional en la denuncia del genocidio que el Estado de Israel perpetra contra el pueblo palestino. Desde el reconocimiento del Estado de Palestina hasta los discursos en foros internacionales, la imagen proyectada era la de un país que decidía no mirar hacia otro lado.

Esa línea ha sido bien recibida en sectores progresistas tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Sin embargo, los hechos recientes demuestran que la imagen y la realidad no siempre caminan juntas.

Lo ocurrido con la flotilla humanitaria que navegaba hacia Gaza ha marcado un antes y un después. Decenas de ciudadanos españoles, entre ellos periodistas, activistas y representantes públicos, han sido retenidos por el ejército israelí en aguas internacionales, llevados por la fuerza a territorio israelí sin su consentimiento, lo cual viola el derecho marítimo.

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Pese a lo cual, el Gobierno de España no ha actuado en consecuencia. Hasta la fecha, no hay mensajes airados del presidente Pedro Sánchez, no hay ruptura de relaciones diplomáticas, no hay expulsión de embajadores, no hay congelación de acuerdos y no hay sanciones.

Desde el PSOE se lanzan declaraciones tibias que han enfadado a Sumar y Podemos. Esta pasividad también ha indignado profundamente a militantes de base, organizaciones solidarias y ciudadanos que no entienden cómo puede un gobierno que se dice defensor de los derechos humanos no responder ante la agresión directa a sus propios ciudadanos.

Para algunos, esta agresión no es solo una afrenta humanitaria, es una agresión política. Y sin embargo, el PSOE, que tanto se vanagloria de su papel internacional en el conflicto palestino, guarda un silencio que empieza a ser ensordecedor.

PASADO INMEDIATO

La indignación en la izquierda no surge únicamente por la falta de respuesta ante esta agresión. Tiene raíces más profundas. Aunque ahora el Ejecutivo se posicione como faro internacional en defensa del pueblo palestino, la realidad es que España ha mantenido una relación privilegiada con Israel incluso en los peores momentos del genocidio en Gaza.

Venta de armas, cooperación tecnológica, acuerdos en inteligencia y comercio: la relación bilateral no solo se mantuvo, sino que se fortaleció mientras se bombardeaban hospitales y se asesinaba a civiles.

El giro diplomático hacia Palestina ha sido, por tanto, reciente (y si es estratégico no limpiaría ni la actitud de Israel ni las tácticas del PP y Vox). Lo que este incidente evidencia es que ese giro no es estructural, sino superficial y reactivo.

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Desde sectores conservadores explican que Pedro Sánchez ha querido jugar a dos bandas. Por un lado, liderar el reconocimiento del Estado palestino, ganándose titulares y capital simbólico. Por otro, evitar una ruptura real con Israel, quizás por presiones internacionales, quizás por cálculo económico o militar.

Es posible que si el secuestro lo hubiese perpetrado Rusia, la reacción española, y europea, hubiera sido inmediata y contundente. La doble vara de medir con Israel es llamativa y envía un mensaje a la comunidad internacional de que agredir a ciudadanos europeos puede salir gratis si el agresor es un aliado estratégico.

LA DERECHA NO SE CORTA

Pese a lo cual, el PSOE se frota las manos ante la actitud cómplice del Partido Popular y Vox hacia Israel pese a que gran parte de las bases electorales conservadoras condenan la situación que sufre Palestina.

Vox Moncloa
Santiago Abascal y Benjamín Netanyahu en mayo de 2024. Foto: Europa Press.

Los de Alberto Núñez Feijóo han mantenido una calculada equidistancia, negándose a utilizar el término «genocidio». Y su partido en Madrid, con Isabel Díaz Ayuso a la cabeza, siguen practicando el negacionismo hacia la situación que sufre Gaza. Vox, tras marcar distancias con el discurso de Felipe de Borbón sobre Israel, calla ante los crímenes de Benjamín Netanyahu.

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