La presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso ha vuelto a ser protagonista de la escena política nacional por sus polémicas declaraciones, esta vez contra el presidente del Gobierno Vasco, Imanol Pradales, en un nuevo capítulo de lo que muchos consideran una estrategia de confrontación constante con réditos en su electorado.
Sin embargo, desde el PSOE y el PNV, observan con cierto deleite cómo sus salidas de tono alimentan la percepción de una dirigente que busca los charcos.
AYUSO Y EL EUSKERA
El último episodio que ha encendido la polémica se produjo tras la intervención de Pradales en el Alderdi Eguna 2025, el día grande del Partido Nacionalista Vasco. En un discurso centrado en la defensa del euskera y de la identidad vasca, el lehendakari se dirigió a Ayuso en estos términos: «Ayuso anderea, euskaldunak gara. Ayuso, entzun, Euskadi euskaldun». Es decir: «Señora Ayuso, somos vascos. Ayuso, escucha, Euskadi es euskaldún».
Sin embargo, en una entrevista televisiva con Ana Rosa Quintana, Ayuso interpretó estas palabras de forma completamente distinta, asegurando que Pradales había dicho «Ayuso, ‘entzun, pim, pam, pum’, que es lo que vino a decir, que es lo que se decía antaño», en referencia a una expresión utilizada por el entorno de ETA como forma de amenaza. Para la presidenta madrileña, esta supuesta frase constituía una forma de «violencia verbal» y una velada intimidación.
Las reacciones no se hicieron esperar. Pradales desmintió tajantemente haber pronunciado la frase que se le atribuye, calificando la acusación de Ayuso como «indignante e inaceptable». «Yo estaba haciendo una defensa del euskera y una petición pública de respeto hacia nuestra lengua y, sinceramente, si le incomodó, lo siento. Ahora bien, en política no todo vale, en la vida no todo vale», afirmó el dirigente vasco en declaraciones a Radio Popular-Herri Irratia.
EL AYUSISMO NO PIDE PERDÓN
Desde el entorno de Ayuso, lejos de rectificar, se mantiene la postura. Según ha explicado el periodista Antonio Maestre, en conversación con Miguel Ángel Rodríguez, jefe de Gabinete de la presidenta madrileña, este respondió con un tajante «no» cuando se le planteó si habría lugar para una rectificación. Rodríguez argumentó: «Que hubiera entonado otra frase, porque esa sabemos todos lo que significa y sabemos que lo dijo intencionadamente».

Este nuevo episodio se suma a una larga lista de controversias protagonizadas por Díaz Ayuso, cuya actitud frentista y estilo de confrontación han sido constantes desde su llegada al poder. Su discurso agresivo, cargado de boutades, no solo no le ha pasado factura electoral, sino que ha reforzado su imagen entre un electorado fiel que valora su capacidad de «decir lo que piensa» y «plantar cara» a lo que llaman la «corrección política».
No obstante, esta estrategia también tiene consecuencias contra Alberto Núñez Feijóo. Desde el PSOE y el PNV se interpreta que el exceso de tensión, sumado a una gestión cuestionada, especialmente en sanidad, vivienda y educación, puede perjudicar al PP en los ámbitos estatal y vasco.
Aunque Díaz Ayuso sigue manteniendo un fuerte respaldo en Madrid y en amplios sectores de la derecha mediática, cada vez es más evidente la fractura con otras partes de la ciudadanía, que critican la degradación de los servicios públicos y la falta de soluciones reales a los problemas sociales.
Algunas voces creen que la baronesa va a intensificar este tipo de polémicas a cuenta de la delicada situación judicial que afecta a su pareja, Alberto González Amador.
AL PP NO LE PASA FACTURA LA CORRUPCIÓN MADRILEÑA
La apuesta del ayusismo por priorizar la guerra cultural sobre la gestión lleva a la comparación con otras regiones del Estado donde los asuntos identitarios pesaron sobre la gestión: el PSOE gobernó en Andalucía durante 36 años a pesar de múltiples escándalos de corrupción, pero al menos fue desalojado del poder en 2018; el pujolismo se mantuvo hegemónico en Cataluña con una mezcla de identidad y clientelismo, aunque también se hundió a nivel electoral; y sin embargo, el PP no ha pasado a la oposición en Madrid pese a que, especialmente desde el tamayazo, cuenta con una tupida cascada de casos de corrupción en su seno.
En este contexto, la izquierda observa con atención. El PSOE cree que los errores de Díaz Ayuso pueden erosionar a Núñez Feijóo. El PNV, desgastado sin Andoni Ortuzar en la sala de máquinas y sin el altavoz que tenía el nuevo presidente del partido Aitor Esteban en el Congreso, se frota las manos al encontrarse una enemiga que no parece despertar demasiado entusiasmo en el norte peninsular.
Por el momento, la presidenta madrileña se muestra inmune. Lejos de matizar o rectificar, mantiene su retórica agresiva. Lo hace sabiendo la fidelidad de la ciudadanía madrileña con el PP pese a los casos de corrupción y a la eterna crisis que sufre la casi siempre desnortada izquierda capitalina.