El ‘no’ de Unai Sordo a liderar Sumar arrastra al yolandismo a una crisis de liderazgo

El proyecto político de Sumar atraviesa su momento más delicado desde su fundación. El rechazo de Unai Sordo, actual secretario general de Comisiones Obreras, a liderar el espacio político de cara a las elecciones generales de 2027 ha precipitado una crisis de liderazgo que amenaza con llevar a la formación al borde de la irrelevancia.

La negativa de Sordo no solo revela la falta de relevo interno, sino que expone con crudeza las tensiones y fracturas internas de un proyecto que, tras la retirada política de Yolanda Díaz, parece haber perdido el rumbo.

YOLANDA, AMORTIZADA

Desde su dimisión como coordinadora general de Sumar tras los pobres resultados en las elecciones europeas, Yolanda Díaz ha intentado mantenerse en un segundo plano, aunque sigue ejerciendo como ministra de Trabajo. Sin embargo, su figura está claramente amortizada políticamente.

Publicidad

La oferta realizada a Unai Sordo para que tomara las riendas del espacio en 2027 evidencia que la propia Díaz ve necesario apartarse. Su desgaste, tanto dentro como fuera del Congreso, ha sido notable. El problema es que el ‘plan Sordo’ ha fracasado antes de arrancar. El líder sindical ha rechazado tajantemente la propuesta.

Según fuentes cercanas, su decisión se debe, en gran medida, a su compromiso con el sindicato, donde fue reelegido recientemente con un abrumador 96% de los votos. Pero también influyó su creciente distanciamiento con Pablo Iglesias, quien ha cargado duramente contra lo que denomina «izquierda sindical».

Pablo Iglesias, aunque fuera del día a día institucional, sigue condicionando los movimientos en la izquierda. En abril, durante la quinta asamblea ciudadana de Podemos, arremetió con dureza contra los delegados sindicales de CCOO, insinuando que favorecían una gran coalición presupuestaria entre PSOE y PP.

Este tipo de declaraciones no solo han tensado aún más las relaciones entre sectores de la izquierda, sino que han contribuido a la espiral de descomposición del espacio de Sumar, cada vez más fragmentado, desorientado y sin una figura clara de liderazgo que articule una propuesta cohesionada.

FRAGMENTACIÓN

A la crisis de liderazgo se suma una fragmentación creciente dentro del grupo parlamentario de Sumar. Primero fue Podemos quien abandonó el grupo. Ahora ha sido uno de los dos diputados de Compromís quien también ha decidido salirse. Esta situación no es solo simbólica: conlleva pérdida de financiación, tiempos de intervención más limitados y un papel irrelevante en la agenda legislativa.

Sordo2 Moncloa
Yolanda Díaz. Foto. Europa Press.

Como si esto fuera poco, hace unos días Jorge Pueyo, diputado de Chunta Aragonesista e integrante del grupo de Sumar, se desmarcó públicamente del resto de la coalición. En una rueda de prensa en el Congreso, exigió al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que convoque elecciones generales si no consigue aprobar los presupuestos de 2026.

Publicidad

AMENAZA ELECTORAL

Las palabras de Pueyo son más que una simple crítica. Son un ultimátum que refleja el grado de descomposición del grupo. Cuando uno de los pocos diputados que aún permanece dentro de Sumar exige elecciones anticipadas, queda claro que la cohesión es prácticamente inexistente. La falta de proyecto común, la debilidad organizativa, el caso Errejón y la incapacidad de renovar liderazgos están llevando a Sumar a un callejón sin salida.

En este contexto, el rechazo de Unai Sordo cobra aún más relevancia. El líder sindical era visto como una figura de consenso, con prestigio en la izquierda y experiencia en la negociación. Su presencia podría haber dado estabilidad a un espacio en crisis. Pero su negativa no deja alternativas claras.

Con Yolanda Díaz políticamente agotada y Sordo fuera de la ecuación, la pregunta es quién puede liderar el espacio progresista alternativo al PSOE, que sugiere que la coalición debe recomponer su relación con Podemos. Sumar nació como una apuesta para regenerar la izquierda más allá del ciclo de Podemos, pero se ha desintegrado en personalismos, falta de democracia interna, peleas intestinas y desconexión con las bases sociales.

Publicidad
Publicidad