Ese calambre nocturno en la pantorrilla no es falta de potasio, o al menos no siempre, y la cirujana vascular Mónica Herrero (56) lo afirma con una rotundidad que desarma: «son tus arterias y tienes que hacer esto ya». Esta advertencia resuena con fuerza en un mundo acostumbrado a buscar soluciones rápidas en la frutería, cuando la raíz del problema puede ser mucho más profunda y seria. ¿Y si ese dolor agudo fuera la primera llamada de atención de tu sistema circulatorio?
La Dra. Herrero insiste en que normalizar este tipo de dolencia es un error que muchos pagan caro, pues ese calambre podría ser un síntoma de una enfermedad vascular que afecta a millones de personas. A menudo lo achacamos al cansancio, a una mala postura o al clásico déficit de minerales, pero la realidad que se esconde detrás de este aviso corporal es una historia que necesitamos escuchar con atención. Una que habla de nuestras arterias y de un peligro que viaja en silencio por ellas.
EL GRAN ENGAÑO DEL PLÁTANO: CUANDO LA SOLUCIÓN NO ESTÁ EN LA FRUTA
Puede que te suene familiar la escena: un dolor agudo te despierta en mitad de la noche, un músculo de la pierna contraído hasta decir basta. La solución popular es clara: «come más plátanos, te falta potasio». Sin embargo, para un tipo muy específico de dolencia, este consejo es como intentar apagar un incendio con un vaso de agua, porque la causa de ese calambre recurrente no es una simple deficiencia nutricional, sino una señal de alerta vascular. Es un mensaje que tu cuerpo te envía.
Cuando el dolor aparece no solo en reposo, sino también al caminar una distancia concreta y te obliga a parar, estamos ante un escenario diferente. La Dra. Mónica Herrero lo llama «el calambre del escaparate», porque la gente se detiene fingiendo mirar tiendas para aliviar el dolor, pero la verdadera razón es una falta de riego sanguíneo en las piernas conocida como claudicación intermitente. Este no es un calambre cualquiera; es una petición de auxilio de tus extremidades.
¿QUÉ TE ESTÁN DICIENDO TUS ARTERIAS A GRITOS?
Imagina tus arterias como las tuberías de una casa. Con el tiempo, el sarro y los residuos pueden acumularse, estrechando el paso del agua. Algo similar ocurre en nuestro cuerpo con la aterosclerosis. Esta acumulación de placa de colesterol y otras sustancias endurece y obstruye las arterias, un proceso que no avisa, pues la Enfermedad Arterial Periférica es la manifestación de esa obstrucción en las extremidades inferiores.
Este estrechamiento provoca que el flujo de sangre, y por tanto de oxígeno, que llega a los músculos de las piernas sea insuficiente, sobre todo cuando más lo necesitan, como al hacer ejercicio. Es entonces cuando aparece el dolor, un agudo calambre que te paraliza, porque este síntoma es la evidencia de que tus músculos están sufriendo por la falta de oxígeno. Una señal inequívoca de que la salud de tus arterias está comprometida y debes prestarle atención.
EL MAPA SILENCIOSO DEL RIESGO: DE LA PIERNA AL CORAZÓN
La advertencia de la Dra. Herrero es clara: la Enfermedad Arterial Periférica no es un problema localizado únicamente en las piernas. Es el chivato, la punta de un iceberg de un problema mucho mayor que afecta a todo tu organismo. Si tienes placas de ateroma en las arterias de las piernas, es casi seguro que también existan en otras partes críticas, porque la aterosclerosis es una enfermedad sistémica que afecta a todas las arterias del cuerpo por igual.
Aquí es donde ese calambre inicial revela su verdadera y peligrosa naturaleza. No es solo un aviso de que tus piernas no reciben suficiente sangre. Es una alarma que te grita que las arterias que irrigan tu corazón (coronarias) o tu cerebro (carótidas) probablemente también estén afectadas, lo que eleva de forma dramática el riesgo de sufrir un infarto de miocardio o un ictus en los próximos años. Ignorar esa punzada en la pantorrilla es como ignorar el humo antes del fuego.
¿UN CALAMBRE NORMAL O UNA ALARMA VASCULAR?
Distinguir un calambre muscular común de una señal de claudicación es crucial. Un espasmo muscular por deshidratación o sobreesfuerzo suele ser errático, puede aparecer en cualquier músculo y mejora con estiramientos o masajes. En cambio, el dolor de la Enfermedad Arterial Periférica es predecible y traicionero, ya que el calambre vascular aparece típicamente al caminar una distancia similar y se alivia rápidamente con el reposo. Es un dolor con un patrón muy definido.
Presta atención a otras señales que pueden acompañar a este particular calambre en la pierna. ¿Sientes los pies fríos con frecuencia? ¿Has notado que las heridas en esa zona tardan más en curar, o un crecimiento más lento del vello o las uñas? Todo forma parte del mismo cuadro, pues la falta de pulso en los pies, la piel pálida o brillante y el dolor en reposo son síntomas de una isquemia más avanzada. Son pistas que completan un puzle que no debes resolver solo.
EL PRIMER PASO QUE PUEDE SALVARTE LA VIDA: QUÉ HACER AHORA
«Tienes que hacer esto ya», sentenciaba la Dra. Herrero, y ese «esto» no es otra cosa que buscar un diagnóstico profesional. El primer paso es acudir a tu médico de atención primaria y explicarle con detalle qué tipo de calambre sufres y cuándo aparece. Probablemente, él te derive a un especialista en cirugía vascular, quien podrá realizar pruebas sencillas e indoloras, como el índice tobillo-brazo, para confirmar la dolencia.
Una vez diagnosticado, el abordaje es doble. Por un lado, el tratamiento médico para controlar los factores de riesgo: hipertensión, colesterol y diabetes. Por otro, y aquí es donde tomas el control, un cambio radical en el estilo de vida. Dejar de fumar es innegociable, pero la clave es empezar a caminar, porque el ejercicio supervisado es la mejor herramienta para forzar al cuerpo a crear nuevas rutas para la sangre. Aunque duela al principio, caminar es la mejor terapia para ese calambre.









