El cuerpo no es solo un conjunto de órganos y tejidos, sino un sistema vivo que responde, siente y se transforma según lo que pensamos y sentimos. Así lo explica la experta en Biofísica Laura Gámez en su conversación con ‘Tiene Sentido Pódcast’, donde desmonta muchas de las creencias tradicionales sobre la salud. Según ella, el cuerpo es un entramado bioenergético que puede entrenarse para sanar desde el interior, sin depender únicamente de fármacos o tratamientos externos. En su visión, las emociones, los pensamientos y las creencias no son elementos secundarios, sino la raíz misma del bienestar.
Para Gámez, el cuerpo es capaz de activar sus propios mecanismos de reparación cuando recupera su “voltaje natural”. Esta idea parte de una premisa fundamental de que la mente y el cuerpo no están separados. Cada pensamiento modifica la química celular, cada emoción altera el campo energético, y por eso, dice, “podemos reeducar a la mente para que nuestros pensamientos nos curen absolutamente”. Lo que propone no es una fe ciega, sino una práctica consciente de autoconocimiento y equilibrio interior.
1La mente como motor de la biología

En el centro de esta visión está una afirmación que desafía el paradigma médico tradicional: el cuerpo reacciona a cada impulso mental. Laura Gámez lo explica desde la Biofísica, una disciplina que estudia cómo la energía y la información fluyen dentro del organismo. Cuando una persona mantiene pensamientos negativos o vive bajo estrés constante, sus células vibran en frecuencias más bajas, lo que debilita el sistema inmunológico y abre la puerta a las enfermedades. Por el contrario, cultivar pensamientos de gratitud, calma o alegría eleva esa frecuencia y promueve la salud.
Según Gámez, el problema es que la medicina moderna ha dejado fuera la dimensión vibracional de la salud. “Nos enfocamos en silenciar los síntomas sin atender el origen energético del desequilibrio”, señala. Por eso, su propuesta apunta a un cambio profundo, y es ver el cuerpo como un campo energético que se comunica con la mente, y no como una simple máquina que se desgasta con el tiempo.