Cualquier senderista conoce la sensación de libertad que te invade al adentrarte en el bosque, ese cosquilleo de aventura que te empuja a seguir un sendero más. Pero en la naturaleza, un exceso de confianza puede ser fatal, y el agente del SEPRONA David Lorca lo sabe bien; su advertencia sobre ciertas señales resuena con una gravedad escalofriante, capaz de helar la sangre del explorador más audaz. ¿Y si esa marca que sigues no fuera una guía, sino un desvío hacia el abismo?
El verdadero peligro, según la experiencia de Lorca, no reside en las bestias ni en los precipicios evidentes, sino en la soberbia del senderista novato. Esa confianza ciega en que cualquier camino marcado es seguro puede ser el principio del fin; una trampa disfrazada de atajo que te aleja de la civilización, llevándote a un punto de no retorno. La montaña no perdona, y como él mismo sentencia, hay errores que no te permiten volver para contarlo.
¿UN SIMPLE PASEO O UNA TRAMPA MORTAL?

La mayoría de las escapadas a la naturaleza empiezan con una sonrisa y una mochila cargada de ilusión, sin pensar que el peligro acecha donde menos se espera. Un senderista puede sentirse seguro al ver un trazo de pintura en un tronco, creyendo que forma parte de una ruta homologada; esa falsa sensación de seguridad es el primer paso hacia el desastre, tal y como ha presenciado David Lorca en innumerables rescates fallidos.
Avanzas un poco más, te adentras en terreno espeso y dejas de oír el murmullo de otros caminantes, pero sigues viendo esas señales y confías. El problema es que el senderista inexperto desconoce que esas no son marcas oficiales; son códigos privados de cazadores o ganaderos para marcar sus propios territorios, y a menudo conducen a zonas abruptas, aisladas y sin salida posible para un excursionista.
EL LENGUAJE SECRETO QUE NADIE TE ENSEÑÓ

Las rutas de senderismo oficiales, como los GR o PR, utilizan un sistema de señalización estandarizado y meticuloso, con franjas de colores blanco, rojo y amarillo que garantizan un camino seguro. Un senderista prudente sabe que desviarse de ellas es arriesgado; estas balizas oficiales son la única garantía de que la senda ha sido verificada y ofrece unas condiciones mínimas de seguridad para el aficionado a la montaña.
Frente a ellas, existen otras marcas mucho más anárquicas: una cruz de un color extraño, una cinta de plástico atada a una rama, un montón de piedras aparentemente casual. Como insiste el agente Lorca, ese es el momento crítico para el senderista; ignorar la diferencia entre una señal fiable y un aviso privado es el error fatal que ha costado la vida a demasiados aventureros rurales confiados.
«LO HE VISTO DEMASIADAS VECES», LA DURA CONFESIÓN

Cuando un senderista se pierde por seguir estas indicaciones erróneas, la operación de rescate se convierte en una pesadilla logística para los equipos de emergencia. La zona de búsqueda se amplía de forma exponencial, lejos de cualquier camino conocido; los helicópteros peinan durante días áreas remotas sin éxito alguno, porque la persona está en un lugar donde nadie esperaría que estuviera un excursionista.
La impotencia de los equipos es inmensa, una lucha contra el reloj y la meteorología que muchas veces acaba de la peor forma posible. El agente del SEPRONA lo resume con crudeza al hablar de la señal en el árbol; encontrar un cuerpo meses después es el eco de una mala decisión, un recordatorio silencioso de que la montaña siempre tiene la última palabra sobre el destino del senderista imprudente.
LA TECNOLOGÍA NO SIEMPRE ES TU MEJOR AMIGA

Muchos confían su vida a una aplicación de móvil, siguiendo un track descargado de internet sin cuestionar su procedencia o fiabilidad. El senderista moderno a menudo olvida una verdad fundamental: la tecnología depende de una batería y de la cobertura; un simple fallo electrónico o la falta de señal te dejan completamente a ciegas, solo, con un dispositivo inútil en la mano y sin el conocimiento básico para orientarte.
Es entonces cuando el pánico se apodera de la situación y la capacidad de tomar decisiones lógicas se nubla por completo. La advertencia de Lorca sobre no ser encontrado «hasta primavera» cobra aquí todo su sentido; sin un mapa físico y una brújula, el caminante perdido está a merced de los elementos, una situación que, tristemente, se repite temporada tras temporada con consecuencias nefastas.
SOBREVIVIR ES VOLVER: LA DECISIÓN QUE TE SALVARÁ

Llegas a un punto del camino donde la senda se difumina y solo ves esa extraña marca en un árbol, esa señal que te genera una duda razonable. Es el momento de la verdad para cualquier senderista, la encrucijada que separa la anécdota del drama; la decisión de dar la vuelta es siempre la más inteligente y valiente, aunque el orgullo te pida seguir adelante para no sentir que has fracasado.
La montaña no es un gimnasio ni un campo de competición; es un entorno vivo que exige un profundo respeto y una planificación exhaustiva. Como recuerda David Lorca con su tajante frase, la naturaleza no entiende de ego; la mejor aventura no es la que te lleva más lejos, sino la que te permite volver a casa para poder contarla y planificar la siguiente salida con la lección bien aprendida.